Francisco J. Leira: «No tiene sentido alguno analizar la Guerra Civil con la lente del presente»

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Francisco J. Leira Castiñeira (A Coruña, 1987), retratado en la Facultade de Historia, en Santiago.
Francisco J. Leira Castiñeira (A Coruña, 1987), retratado en la Facultade de Historia, en Santiago. Sandra Alonso

En su nuevo ensayo «Los nadies de la guerra de España», el investigador gallego rescata la historia de la «gente corriente» de ambos bandos en el conflicto

23 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Estudiar el pasado no abre heridas, sino todo lo contrario. Nadie osa negar que sea importante investigar lo que ocurrió en la Edad Media, el papel clave que ha tenido el Camino de Santiago… Y no sé por qué esta filosofía no se puede aplicar a la Guerra Civil», clama Francisco J. Leira Castiñeira (A Coruña, 1987). Es el momento de hablar de este período histórico —arguye el investigador, que trabaja en la Universidade de Santiago— para ayudar a superar la polarización y el guerracivilismo que asolan hoy España: «Debemos reconocer unos valores básicos como la defensa de la democracia, la condena de cualquier tipo de violencia, del golpe de Estado, la Guerra Civil y la dictadura. Y a partir de ahí debatir y construir sobre aquel período de una manera amplia y respetuosa con todos». En especial, incide, debe evitarse traerlo al presente: «Lo que sucede en el 2022 no es lo que ocurrió en el año 32 o el 36. No hay golpes de Estado en la actualidad. Sí hay cosas reprobables por parte de algunos sectores políticos, pero son contextos completamente distintos».

Reclama que deje de usarse el pasado para vindicar posiciones que son del presente. Y es que Leira advierte un intento claro de buscar réditos electorales a través de la división y una utilización simplista de la sociedad: «La sociedad no está dividida en dos ni siquiera en tres, como quieren hacernos creer algunos, la sociedad es mucho más rica y compleja».

No pueden discutirse, dice, hechos irrefutables: «Lo que sucedió entonces fue un golpe de Estado y por ese golpe de Estado se inició una Guerra Civil. Y en esa guerra la mayor parte de la gente no tuvo capacidad de decisión real. Eso es algo clave, que tenemos que tener en cuenta».

Habría que ver, aduce, a los que ahora defienden esa Tercera España que se opuso a ambos bandos y qué podrían ellos hacer o defender en aquel contexto histórico. Aquí es taxativo: «La llamada Tercera España es una creación interesada de un grupo de intelectuales que quiere desvincularse de los dos bandos, pero es una posición equidistante mal entendida. Como los grandes nombres de la literatura a quienes invocan, como el periodista Manuel Chaves Nogales, la mayor parte de la sociedad española no quería una guerra. Existía un debate político que era similar al de otros países. La mayoría de la sociedad no se esperaba ni deseaba una guerra».

Memoria democrática

Para avanzar por la senda cabal no desecha el valor y la utilidad de la ley de memoria democrática, sobre cuyo texto, sospecha, pesa un fuerte desconocimiento: «No veo nada peligroso en esa ley, nada negativo, si acaso que no se dote de presupuesto y que en sus buenas palabras concrete poco cómo se ejecutará; lo que sí veo peligroso, una vez más, es el debate que surge a partir de su aprobación».

Por supuesto, subraya, hay que dignificar a las víctimas como se dignifica a las víctimas de cualquier período histórico, que tengan un lugar digno para que descansen los restos: «No entendería que alguien se opusiese a que se abra una fosa común, independientemente de la persona que esté dentro, o del bando que procedía, y que cada una tenga un juicio justo». Del mismo modo, remacha, es de los que defiende que las personas que formaron parte del ejército golpista, «la mayor parte de recluta forzosa», merecen un análisis desde la perspectiva democrática.

«No podemos pensar que estos soldados ya han sido reivindicados en el pasado, lo han sido solo en un contexto dictatorial. Pero estas personas tenían muchos condicionantes detrás y lo muestro en algunos pasajes de Los nadies de la guerra de España (Akal, ensayo que se presenta estos días) y de mi libro anterior, Soldados de Franco. Reclutamiento forzoso, experiencia de guerra y desmovilización militar (Siglo XXI, 2020). Hay que hacer un relato democrático de todo lo que sucedió en aquel contexto histórico». Echa en falta, anota, que se abran espacios de diálogo en que la sociedad pueda conocer los debates historiográficos que se dan en España. Y explica, por ejemplo, como desde diferentes posiciones —que no son de revisionistas, ni de izquierdas, ni de derechas, que son solo historiadores, matiza— «algunos dicen que el franquismo es un fascismo, otros que no es un fascismo, otros que es un régimen fascistizado, otros que es un régimen autoritario... Y no hay ninguna posición en estas discusiones, que son muy interesantes, de carácter presentista».

«No tiene sentido alguno analizar la Guerra Civil solo con la lente del presente. Otra cosa distinta es desde el punto de vista judicial, entrar a juzgar crímenes de guerra». Es lo que trata de hacer ver en su nuevo libro: investigar el pasado, comprobar lo que sucedió, ser frío y no ocultar ciertas cosas que no caen bien al discurso: «Yo no hago hagiografías de nadie —proclama—, debo observar todas esas manchas del pasado, pero no cargar la adjetivación. No podemos mirar por encima del hombro lo que hicieron las personas de entonces, conviene denunciar todos los crímenes de lesa humanidad pero, como sociedad, no debemos ponernos por encima del bien y del mal».

Rojos y azules

Es obligado, apunta Leira, evitar las dicotomías que imponen los discursos políticos, de buenos y malos, perdedores y vencedores, rojos y azules. Él pretende mostrar la heterogeneidad de la sociedad, y cómo cambia. «Quiero salir de esa forma de hacer historia que está muy consolidada en los libros de autores de ficción como Arturo Pérez-Reverte y otros investigadores que me han precedido. La historiografía española está al nivel de las mejores del mundo en lo que se refiere a la Guerra Civil —y cita a Antonio Cazorla, Óscar Rodríguez Barreira y Aurora Morcillo—, sin embargo en la parte divulgativa muchos grandes nombres han simplificado en exceso aquel pasado y eso también ha llevado a que las propagandas políticas actuales lo simplifiquen para usarlo en el presente».

«Los historiadores no somos jueces, sino cronistas»

La idea de Los nadies de la guerra de España queda recogida en el poema de Eduardo Galeano Los nadies del que toma el título. A través de una decena de historias de particulares, Francisco J. Leira explica no solo lo que fue la Guerra Civil, sino también los períodos previo y posterior. «No tuvieron una relevancia tan importante como los grandes generales y políticos de la época que están de los manuales de historia, pero condensan la historia de la gente corriente». ¿Cómo eligió a los protagonistas? Poco a poco, ciertos casos aparecían por casualidad, otros fueron buscados y en ocasiones llegaron por la cesión de documentación de las familias, como memorias, desde la que partió para investigar en otras fuentes. «Una persona nunca puede sustraerse de las implicaciones culturales, sociales y del contexto que le toca; muchas decisiones fueron provocadas por ese contexto y otras, aunque opciones propias y asumidas ideológicamente, corresponden a un tiempo concreto». Y cita lo que el maestro Pierre Vilar afirmaba —«comprender no es excusar y aclarar no es justificar»— para recordar: «Los historiadores no somos jueces, sino cronistas». Así, expone toda una variedad de casuísticas y motivaciones por las que algunos fueron voluntarios fascistas y otros, del otro lado; unos víctimas, algunas también verdugos; y otros fueron simplemente verdugos. A partir de ahí que cada lector saque sus conclusiones», concluye.