Ángel Loureiro: «La literatura es consustancial al ser humano, como el enigma y el mito»

Ramón Loureiro Calvo
Ramón Loureiro FERROL / LA VOZ

CULTURA

Ángel Loureiro, catedrático en Princeton, que publica una novela sobre cinco generaciones de una familia ferrolana
Ángel Loureiro, catedrático en Princeton, que publica una novela sobre cinco generaciones de una familia ferrolana JOSE PARDO

Extrabajador de Astano y catedrático en Princeton, publica una nueva novela

14 dic 2022 . Actualizado a las 13:39 h.

«La literatura es consustancial al ser humano, como lo son el enigma y el mito», dice Ángel Loureiro. «La humanidad —subraya— no puede concebirse sin lo literario, como no puede entenderse, en general, sin el arte. ¡La pasión por contar historias, que ya existía en las cuevas de Altamira, siempre estará viva!», exclama Ángel, que publica ahora su novela El fuego en el que ardemos, y que nació en Sedes, en el municipio de Narón, en el año 1948, pero pasó la mayor parte de su infancia en Fene. En Fene vivía, de hecho, muy cerca de Astano, el legendario astillero en el que entonces se construían algunos de los barcos más grandes del mundo. Un astillero de cuya plantilla él mismo formó parte, como aprendiz, cuando era casi un niño. Después estudió Ingeniería, aunque todo parecía indicar ya que su vocación era otra. Y a continuación, Filosofía.

Tras marchar a Estados Unidos se doctoró en Literatura Española —por cierto, con una tesis sobre la Trilogía fantástica de Gonzalo Torrente Ballester—, y acabó siendo catedrático en una de las más prestigiosas universidades del mundo, la de Princeton (donde estuvo al frente, y todo sea dicho de paso, nada más y nada menos que de la cátedra que en tiempos había sido de don Américo Castro).

En esta nueva novela suya, que es la segunda que publica, Ángel Loureiro dirige su mirada a cinco generaciones de una familia ferrolana cuya vida gira en torno a las dos orillas de la ría: la orilla norte, la de Ferrol y el mundo urbano, marcadamente racionalista, y la sur, en la que está Fene: un territorio en el que la magia y la ensoñación siguen estando muy presentes.

Una historia, la de su libro, en la que aparece el naronés Chalé de Cabezas, hoy más conocido como Pazo Libunca, pero trasladado, a través de la ficción, a Fene, al lugar de A Torre, donde se encontraba otro monumental edificio menos conocido y de silueta muy semejante. Un edificio, vinculado a la familia del escritor Gonzalo Torrente Ballester, que desapareció al ampliarse los terrenos de Astano y del que apenas quedan fotografías.

«La literatura puede ser otra forma de rescatar el pasado», comenta Loureiro. Está convencido de que la pasión por contar historias no morirá jamás. Y señala que si bien es cierto que «quizás hoy la literatura experimental no cuente con demasiados seguidores», también es cierto que, por desgracia, su público siempre ha sido «muy minoritario».

Mirar al futuro

Estos días, desde Valdoviño, reivindica la escritura como la mejor forma de «conectar con uno mismo». Y señala que los Estados Unidos de América, en los que ha residido gran parte de su vida, son un país «en el que las historias personales son muy importantes, una tierra en la que se aprecia la capacidad para mirar al futuro», pero en la que, en idéntica medida, se entiende que la vida «no es renunciar al pasado, sino todo lo contrario».

Gran devoto de Miguel de Cervantes, afirma que el autor del Quijote —a quien señala como el «creador de la literatura moderna»— siempre ha sido, para él, «una referencia indispensable». Y, a este respecto, sigue reivindicando la enorme lucidez con la que Torrente Ballester reflexionó sobre la creación cervantina. «Torrente —señala para concluir Ángel Loureiro— fue un escritor que se preguntó qué es, realmente, la literatura. Y eso no fue, entre los autores de su generación, algo muy frecuente».