Annie Ernaux: «Hay hombres para quienes los libros escritos por mujeres simplemente no existen»

Antonio Paniagua MADRID / COLPISA

CULTURA

Annie Ernaux, en la sala de la Academia Sueca donde la escritora gala leyó su discurso.
Annie Ernaux, en la sala de la Academia Sueca donde la escritora gala leyó su discurso. Fredrik Persson | Reuters

La escritora francesa y premio Nobel explica en la Academia Sueca el doble propósito de su literatura, vengar a su sexo y a su raza, a su clase social, la de los despreciados

07 dic 2022 . Actualizado a las 22:20 h.

Annie Ernaux escribe para vengar a su sexo y su clase. La ganadora del premio Nobel de literatura, hija de un matrimonio de propietarios de un bar-tienda de Normandía, estudiaba con hijos de la burguesía. Entonces pensaba que escribir libros era una forma redención no para ella, sino también para una estirpe de campesinos sin tierra, los obreros de las fábricas, los tenderos, gente humillada por sus modales toscos, su acento rústico y una educación pobre. «Creía que una victoria individual podía borrar siglos de dominación y pobreza, ilusión que ya me había incentivado la escuela gracias a mi alto rendimiento académico», aseguró este miércoles la escritora en Estocolmo, donde pronunció el discurso de aceptación del galardón que concede la Academia Sueca.

Ernaux expresó su deseo de que el Nobel sea un signo de esperanza para las escritoras. «Hay hombres en el mundo, incluso en los círculos occidentales intelectuales, para quienes los libros escritos por mujeres simplemente no existen, nunca los citan» Desde que aprendió a leer, los libros fueron para ella sus compañeros y la lectura su ocupación natural. El alto precio de las novelas no la disuadía de buscarlas a toda costa, se convirtieron en tesoros aún más codiciados. Don Quijote, Los viajes de Gulliver, Jane Eyre, los cuentos de los hermanos Grimm, David Copperfield, Lo que el viento se llevó y más tarde Los miserables o Las uvas de la ira determinaron su vida, fueron personajes y libros que alimentaron su imaginación.

Fue entonces cuando empezó a concebir la escritura como una herramienta para «transfigurar la realidad». Se percató de la discriminación del hecho de ser mujer no tanto por el rechazo editorial de su primera novela, como por situaciones cotidianas, cuando se topó de bruces con que la anticoncepción estaba prohibida y el aborto era un delito. Escribir se convirtió en un deber urgente, una forma de iluminar lo oculto. «Ahora se trataba de ahondar en lo indecible de la memoria reprimida, y arrojar luz sobre cómo vivía mi pueblo».

«Escribir bien»

Se ha dicho que el lenguaje de Annie Ernaux es de una precisión clínica. La escritora francesa tuvo al principio como modelo el estilo elevado de Flaubert, Proust y Virginia Woolf. Pero ese no era el lenguaje de su clase. «Ninguno de ellos, cuando volví a escribir, me fue de ayuda. Tuve que romper con el escribir bien y las oraciones hermosas, del mismo tipo con que enseñaba a escribir a mis alumnos, para erradicar, mostrar y comprender la brecha que me atravesaba».

Decidió por hacer suyo «el clamor de un lenguaje que transmitía ira y escarnio, incluso crudeza». Apostó por un lenguaje del exceso, insurgente, «muchas veces utilizado por los humillados y ofendidos como única respuesta al recuerdo del desprecio ajeno».

A la autora de El lugar o El acontecimiento, a la mujer que ha escrito sobre su aborto cladestino, de enfermedades como el alzhéimer de su madre o el cáncer de mama que ella mismo sufrió, no le gusta el término de autoficción; prefiere el de autosociobiografía. «Quería describir todo lo que le había pasado a mi cuerpo de niña; el descubrimiento del placer. Y así, sin saberlo en ese momento, ese primer libro, publicado en 1974, trazó el terreno en el que situaría mi escritura, un terreno a la vez social y feminista».

Ernaux ha decidido exponer su intimidad y sus pensamientos como si todo de lo que habla le hubiera ocurrido a otra. De ahí que contando lo íntimo haya universalizado su experiencia. «Vengar a mi clase y vengar a mi sexo serían, a partir de ese momento, una y la misma cosa».

Se ha dicho que la obra de Ernaux es una escritura sin ficción, en la que es borrado el yo. Este miércoles, en los elegantes salones de la Academia Sueca, Ernauz lo explicó con más detalle. «Adopté un tipo de escritura neutral, objetiva, plana en el sentido de que no contenía metáforas ni signos de emoción. La violencia ya no se mostraba; provino de los hechos mismos y no de la escritura».

Ernaux carece de pudor para escribir, aunque en su vida privada detesta que la miren. Sin embargo, hablar desde su experiencia como mujer a través de su escritura y hurgar en su memoria obró una mudanza. «Un libro puede contribuir a cambiar la vida privada, ayudar a romper la soledad de las experiencias vividas y reprimidas, y permitir que los seres se reimaginen a sí mismos. Cuando lo indecible sale a la luz es político», dijo Ernaux, que denunció la pujanza de una «ideología de repliegue y de cerrazón en Europa».