João Pedro Rodrigues: «Siempre busco filmar películas que sean distintas unas de otras»

Montse García Iglesias
Montse garcía SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

PACO RODRÍGUEZ

El director portugués apuesta por contar las historias «sin ninguna concesión»

14 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Xenio inclasificable». Así definió José Luis Losa, director de Cineuropa, al cineasta portugués João Pedro Rodrigues (Lisboa, 1966) durante el homenaje que el festival compostelano le tributó este sábado. Para él la alegría fue doble. Solo unas horas antes, el director luso conocía el premio especial del jurado del Festival de Sevilla por su último filme, Fogo-Fátuo, una comedia musical.

—¿Qué significa para usted este tributo?

—Es un reconocimiento a mi trabajo y quiere decir que mi cine llega a otros lugares. Yo no hago cine para un público específico ni para un lugar específico. Me gusta que mis películas se vean en todo el mundo. Pienso que la forma que tengo de comunicarme con los otros es a través del cine, de mis películas. Los premios significan que algo pasa, que comunican, que pueden emocionar. Además, son importantes porque sigue siendo difícil hacer películas. En Portugal se hacen pocas, el mundo del cine es mucho más pequeño que en España y entonces los reconocimientos ayudan a poder continuar.

—En Cineuropa, a la hora de concederle el premio, aluden a su «insobornable libertad creativa» y dicen que hay pocos cineastas «tan libres» como usted. ¿Considera esto su seña de identidad?

—Es difícil hablar de mí. Mi intención es no hacer nunca concesiones, es quizás lo que me puede caracterizar más. Busco contar las historias que siento que quiero contar de una forma que sé que es personal, que es sin hacer ninguna concesión. Para mí eso es importante y tiene que ver con la libertad. Lo que intento es buscar una forma particular la historia, que es la mía. No es que quiera hacerlo diferente de los otros, sino que pienso que es la forma natural de hacerlo.

—«Fogo-Fátuo» supone un nuevo trabajo en solitario tras seis años y la primera incursión en la comedia.

—Se tarda siempre mucho en hacer las películas porque es difícil encontrar el dinero para ello. Me gustaría ser más rápido, pero en este caso también influyó la pandemia, que retrasó mucho. Esta película debería ser filmada en el 2020 y se hizo en noviembre del 2021. Además, aunque la película estaba escrita antes de la pandemia, la cambié porque introduje el covid en la historia. Para mí es difícil filmar ahora y pensar que eso no pasó. Es cierto que hay un montón de películas que pasan por encima como si nosotros no hubiésemos vivido con mascarillas. Y elegí la comedia porque es un género que me gusta, pero que es muy difícil, es complicado hacer una comedia inteligente. Algunas películas mías ya tenían algo de comedia, pero nunca me había atrevido a hacer una comedia desde el principio al final. Además, yo creo que la comedia es la forma en la que se puede hacer reflexionar al público sobre cuestiones importantes y, al mismo tiempo, reírse. Es una forma para traer con aparente ligereza algunos temas que la película trata, como el calentamiento global, el colonialismo, la sexualidad, la identidad...

—Pero la comedia no es un género especialmente asociado al cine de autor.

—Eso también me gusta. Siempre intento ir un poco contra corriente. Me parece que en el cine de autor muchas veces las películas son muy largas y eso me aburre mucho, por eso me gustó esa idea de hacer una película corta —tiene 67 minutos— y que haga a la gente reír, pasar un buen momento. El placer de mirar una película es fundamental siempre. A mí me gusta pasar un buen momento. Lo que estoy diciendo no quiere decir que no me gusten las películas más largas, pero siempre estoy pensando en esa idea de no hacer siempre la misma película, en filmar películas que sean distintas unas de las otras. Me interesa buscar distintas formas de pensar el cine.

—Por eso dijo en más de una ocasión que no quería centrarse en un mismo estilo.

—Yo creo que es más dedicarse al mismo género: el policial, el musical, la comedia, el drama, el melodrama... Lo que me interesa es no quedarme encerrado en una forma de hacer cine. Ahí vamos también a la idea de libertad, de estar libre de cuestiones preconcebidas. Intento no repetirme, porque me aburre repetirme.

«Me interesa poner a pensar al público»

 

 

El filme Fogo-Fátuo comenzó a emerger en la cabeza de João Pedro Rodrigues en la consulta de un dentista al ver en una revista del corazón un artículo sobre descendientes de la monarquía lusa y uno decía que quería ser bombero. A partir de ahí quiso abordar «cómo nos mostramos a los demás».

—Expresó en varias ocasiones que este último filme se le ocurrió en la consulta de un dentista.

—Es verdad, porque en los dentistas miras las revistas del corazón y había un artículo sobre los descendientes de la familia real portuguesa. Nosotros vivimos en una república desde 1910, entonces yo me pregunté por qué esa gente que ya no tiene un significado sale en las revistas todavía. Eso me hizo pensar la forma en la que nosotros nos mostramos a los demás, lo que queremos que los otros vean o piensen de nosotros. La película se centra mucho en esa cuestión identitaria, cómo nos enseñamos a los demás, lo que mostramos a los otros y lo que no queremos mostrar. En ese artículo que leí decía que el descendiente del rey quería ser bombero, entonces me pareció muy bueno para una película, pero la única forma de contarlo era a través de la comedia, porque parece una broma.

—¿Trata de transmitir su punto de vista?

—Creo que mis películas vienen mucho de mi experiencia. Creo que no es posible hacer cine o cualquier otra arte sin ser personal, pero eso no quiere decir que sea autobiográfico. Parte de la experiencia de la vida. Muchas veces las ideas vienen de la lectura, de la pintura, de artículos de periódico... Para mí cada película se hace en un momento, me parece siempre que tengo que olvidarme de una para pasar a la siguiente. No soy de los que tienen muchos guiones en un cajón, sino que cada película es una nueva aventura de alguna forma.

—Cuando presentó esta película, incidía en la importancia que tiene para usted encontrar los actores y actrices ideales. ¿Hasta qué punto determinan sus trabajos? ¿Dejó alguno sin hacer por no encontrar el intérprete adecuado?

—Lo que hago es que sigo buscando hasta encontrarlo. Yo tengo la impresión de que si no los hubiera encontrado, no podría haber hecho la película. Pero hay un momento que los encuentro, aunque a veces tardo mucho tiempo. Eso también es parte del trabajo. Muchas veces empieza a buscar a los actores cuando estoy escribiendo, entonces, conociéndolos también voy a inventar el personaje pensando en ellos. Es muy distinto que inventar sobre el vacío, yo así invento sobre alguien de carne, hueso y sangre. Esto no quiere decir que lo haga siempre así.

—En su última película aborda el cambio climático, el colonialismo... ¿Es importante que el cine tenga un mensaje?

—No creo en el cine de mensaje, el cine que se plantea así queda encerrado en ese mensaje también. Pienso que cada uno que vea la película pueda leerla de una forma personal. Lo que me interesa es poner a pensar a las personas. En Fogo-Fátuo también hay una dosis de ironía, hay gente que después se pregunta si es en serio o no. Entonces, me gusta que la gente dude. Yo como espectador de cine también me interesa que las preguntas me cuestionen sobre lo que creo en el mundo. Ese es uno de los poderes del arte, poder cuestionarte y hacer la vida de la gente más rica, es decir, de manera que las cosas no tengan una única dimensión.

—Ya está preparando nuevas películas.

—Sí, tengo otra codirigida con João Rui Guerra da Mata, que estuvo en Locarno este año, que es un documental sobre un retrato de Lisboa durante la pandemia. Está basada en la estructura en una película de 1960, Los verdes años, que es un retrato de una sociedad que cambia. Se trata de volver a hacerla sin actores. Además, como la hicimos durante la pandemia, quedó como un retrato de la ciudad en esta época. Se titula Donde queda esta calle. Además, estoy preparando una ficción que pasa durante la Revolución de los Claveles de 1974, que quiero rodarla el año próximo.