Paco Cerdà narra con técnica caleidoscópica la proclamación de la Segunda República

antonio paniagua COLPISA

CULTURA

El escritor y periodista recrea los hechos menudos del 14 de abril de 1931, un día con contrapunto de tragedia shakespeariana

31 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El 14 de abril del 1931, el día en que se proclamó la Segunda República, fue una fiesta que tuvo un contrapunto de tragedia shakespeariana. Hubo celebraciones populares en la calle y cantos de La marsellesa, pero debajo de esa alegría corría soterrado un río de tensión.

En Granada, la multitud envuelve la estatua de heroína popular Mariana Pineda con la bandera tricolor. Ese mismo día un jovencísimo Santiago Carrillo piensa que por fin se acabará el gobierno de curas, militares y aristócratas. Alfonso XIII proclama que la República va a ser una «tormenta que pasará rápidamente». Los presos, políticos y comunes, son liberados en la cárcel Modelo de Barcelona. Y ese mismo día muere de un balazo de la Guardia Civil un encuadernador en paro, Emilio Arauzo Honorio. Sale del teatro y le sorprende la marea humana. Advierte a su cuñado de que no se meta en líos, que no siga a la muchedumbre que ondea la bandera republicana. No lo deja solo, y Emilio agoniza de una bala obstinada y errática. Entrada por la espalda y salida por el vientre. Fue la última víctima de la monarquía.

El escritor y periodista Paco Cerdà reconstruye en 14 de abril (Libros del Asteroide) los acontecimientos de ese día histórico, y lo hace con una mirada compasiva hacia esas vidas rotas, muchas veces anónimas. Cerdà, autor de un espléndido libro de reportajes sobre la despoblación, Los últimos. Voces de la Laponia española, ha dedicado dos años y medio para escribir 14 de abril, una documentadísima crónica que se desarrolla en muchos escenarios y que rescata a los olvidados de la Historia.

«Muertes como las de Emilio simbolizan el fin de la monarquía y el fin de una España agonizante de caciquismo, corrupción y desigualdades. Preludian también ese odio emponzoñado que dominará la España de los años 30», asegura Cerdà, que para recrear esa fecha se ha leído todos los periódicos de la hemeroteca, desde El Heraldo de Madrid al El telegrama del Rif, amén de vídeos, documentales, tesis doctorales, sentencias judiciales, boletines militares y hasta partes de defunción, entre otros documentos.

Mosaico de personajes

Paco Cerdà obtuvo el segundo premio de No Ficción Libros del Asteroide con esta narración, tributaria de la intrahistoria unamuniana, al indagar en las vicisitudes y expectativas de un mosaico de personajes.

El libro se ciñe exclusivamente a los hechos ocurridos el 14 de abril, «cuando se montó una República en un día», sin explicar los acontecimientos que vendrían después. El autor se apiada de la reina Victoria Eugenia, Ena, como llamaban a la reina sus allegados, sola en el Palacio Real, con su marido huido; su hijo Alfonso, hemofílico, postrado en cama, mientras las masas claman en la calle pidiendo su abdicación. «El recuerdo de Ekaterimburgo, de la ejecución de sus familiares después de la Revolución de 1917 en Rusia, era permanente».

Alfonso XIII, como otros de sus antecesores, tomó el camino del exilio y ahorró al país un derramamiento inútil de sangre. «Pero no era consciente de la brecha de desigualdades que se había larvado en el país durante los últimos 25 años».

Los comunistas recibieron con una mezcla de escepticismo y recelo la proclamación de la Segunda República. El PCE, que entonces apenas contaba con mil afiliados, abominaba de la monarquía pero aborrecía también una república burguesa. El partido apostaba por un gobierno de obreros y campesinos. Esa desconfianza también era compartida por los anarquistas, a los que les preocupaba por encima de todo que se resolviera la «cuestión social». «Unos cuantos comunistas subidos a una camioneta merodearon por la Puerta del Sol y gritaron: ‘‘Todo el poder para los sóviets'', una expresión que la gente no sabía lo que significaba. No había dos Españas, había más». Estaba la España de los monárquicos que dejaron tirado al rey Alfonso XIII. La de unos republicanos audaces que tomaron el poder «saltándose la legalidad, como en todas las revoluciones». La de los anarquistas, alérgicos a esa idea de república naciente. La de los comunistas, con representación anecdótica entonces. La de los catalanes independentistas.

El cineasta gallego Xosé Zapata llevará a la animación «El peón»

El escritor Paco Cerdà considera que el manifiesto de despedida del rey «estaba muy medido y calculado». Para el escritor, es un texto cálido, ajeno a la prosa burocrática. El monarca depuesto no renunciaba a sus «regias prerrogativas» y reconocía errores pero se escudaba en el hecho de que no hubo «malicia» en sus yerros. «En el lenguaje audiovisual se diría que tuvo un fallo de raccord. Pensaba que volvería, y jamás lo hizo».

Y a todo esto, ¿qué hizo Franco? El entonces director de la Academia General Militar de Zaragoza reunió a profesores, cadetes y personal de tropa y expresó su intención de asumir el nuevo régimen. No tenía otro remedio a la vista de que José Sanjurjo había puesto a la Guardia Civil al servicio de la República y el ministro de la Guerra había aceptado la derrota de las candidaturas monárquicas.

Sin soflamas, Franco dio los vivas reglamentarios para terminar su alocución. «No dijo ‘‘Viva la República''. Para no comprometerse gritó ‘‘Viva el Ejército''. Le ordenaron que izara la bandera republicana, cosa que no hizo porque se acogió a una triquiñuela administrativa de que nadie se lo había comunicado por escrito».

Ese 14 de abril la mítica actriz Margarita Xirgu, traje de terciopelo negro y cabello ondulado con tenacillas, salió a escena en el teatro Muñoz Seca de Madrid para interpretar una obra del dramaturgo Jacinto Benavente. Una Margarita Xirgu temerosa de que se reprodujera en España la violencia bolchevique venció el miedo y se acercó a la Puerta del Sol para ver las caras de la gente.

Es martes. El domingo, en las iglesias, la lectura de la Biblia encogerá el ánimo: «Era la segunda semana de Pascua y se leyó el Libro del Apocalipsis». Paco Cerdà escribió este libro después del éxito de El peón (editorial Pepitas de Calabaza), que narra el duelo ajedrecístico entre Arturo Pomar y Bobby Fischer. El primero es peón de la propaganda franquista; el segundo, de EE.UU. y de la Guerra Fría. El peón ha gustado mucho en Francia y será llevado al cine animado por el tándem integrado por el director italiano Lorenzo Degl'Innocenti y el gallego Xosé Zapata, tándem que recibió el premio Goya 2022 al mejor corto de animación por el filme The Monkey.