Joséphine Baker, eterna luchadora

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

Joséphine Baker (1906-1975).
Joséphine Baker (1906-1975).

Creadora de una «tribu arcoíris» con doce hijos adoptivos, combatió a los nazis en la resistencia francesa y luchó contra el racismo en Estados Unidos. La vida de la estrella mejor pagada del music-hall, espía y activista franco-estadounidense, se cuenta en una novela gráfica de casi 600 páginas

28 oct 2022 . Actualizado a las 13:59 h.

«Si mi madre viviera, seguiría luchando. El racismo persiste en Estados Unidos y en Francia, sus dos países, a pesar de los avances». Lo lamenta Jean Claude Bouillon-Baker, uno de los doce hijos adoptados de Joséphine Baker (1906-1975), un ciclón sobre el escenario, capaz de romper todos los tabúes de su época, y una indesmayable luchadora por los derechos civiles a ambos lados del Atlántico.

La artista, espía y activista franco-estadounidense llevó una vida de cine traducida ahora al cómic en un volumen de casi 600 páginas, Joséphine Baker (Salamandra Graphic), que firman José Louis-Bocquet y Catel Muller y que su hijo presenta en España.

«Mi madre como Molière, murió casi en el escenario, entre función y función», cuenta su vástago. Entre sus muchas virtudes destaca «la alegría de vivir», el pilar de la existencia de Baker. Sentía una «amor inconmensurable por todos los seres vivos» y creo de una «familia arcoíris» con 12 hijos adoptados de varias razas, una utopía multirracial «para demostrar que los seres humanos de distintas razas podían llevarse bien», asegura su sucesor. «No fue algo racionalizado ni teorizado, sino fruto de la observación y para intentar que el racismo no llegara a los niños», agrega.

Baker sedujo a públicos de todo el mundo, fue condecorada en Estados Unidos y forma parte del Panteón de Francia desde el 2021. Figura destacada de la resistencia contra los nazis en el país vecino y de la lucha contra el racismo en Estados Unidos, es la sexta mujer y la primera negra que entró en el Panteón parisino, «que debería ya dejar de llamarse Panteón de Hombres Ilustres», ironiza su hijo.

Nacida como Frida Joséphine McDonald en un entorno miserable en Sant-Louis (Misuri), se casó con 15 años. Escapó de casa con una troupe de vodevil de afroamericanos. Con 19 años llegó al bullicioso y libérrimo París, huyendo del racismo y la segregación de su país.

La intérprete de la célebre canción J'ai deux amours, se convirtió en el astro de Revue Nègre, el musical que popularizó en Francia el jazz y la cultura afro bailando casi desnuda con una falda de plátanos para escándalo de los más puritanos.

Joséphine Baker (1906-1975), con su prole adoptada y con su atrevida indumentaria.
Joséphine Baker (1906-1975), con su prole adoptada y con su atrevida indumentaria.

Primera gran estrella internacional negra, musa de los cubistas, astro de la revista y del cabaret, dotada y osada cantante y bailarina, esencia de la modernidad, fue además la artista mejor pagada del music-hall francés. Se la conoció como la diosa de ébano o la diablesa negra. Actuó también a este lado de los Pirineos, lugar que recordaba como una «España mágica», según su hijo.

Condecorada y vetada

En 1939, ya nacionalizada francesa, fue reclutada como agente de inteligencia. Trabajó como espía para la resistencia. Fue subteniente del Ejército del Aire de las Fuerzas Francesas Libres. Recibió la Legión de Honor y la Cruz de Guerra con palmas. Luchadora también por los derechos de los afroamericanos en EE.UU., país donde apenas actuó, ya que en 1951 fue declarada persona non grata por su gobierno a instancias del FBI (Buró Federal de Investigaciones) por denunciar el racismo del dueño del Stork Club de Nueva York. Habló en la legendaria marcha por los derechos civiles de 1963 en Washington, junto a Martin Luther King, cuando el líder negro pronunció su famoso discurso I have a dream (Tengo un sueño).

«Era una gran artista pero una gestora penosa que se arruinó varias veces», confiesa su hijo. Él y sus diez hermanos vivos decidieron que los restos de Baker siguieran enterrados en Mónaco, junto a las tumbas de su cuarto marido, de su hijo Moïse y de su protectora y amiga, la princesa Grace Kelly. Su cenotafio en el Panteón de Francia contiene tierra procedente de Saint-Louis, París, Mónaco y de Milandes, en Castelnaud, el castillo francés donde vivió con su marido y su tribu arcoíris, una fortaleza que acabaría perdiendo «por la codicia de sus administradores».