David Cronenberg: «El arte es crimen porque explora las cosas ocultas que necesitan entenderse»

Oskar Belategui SAN SEBASTIÁN / COLPISA

CULTURA

Juan Herrero | EFE

El director que alumbró un nuevo cine fantástico recibe el premio Donostia

26 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuenta la leyenda que cuando la casera de David Cronenberg (Toronto, 1943) se enteró del tipo de películas que hacía lo puso de patitas en la calle. Comenzaban los 70 y el joven canadiense escribía guiones como La orgía de los parásitos de la sangre y rodaba cortos y telefimes sin parar. Sus primeros largos descubrieron una nueva mirada en el cine fantástico, un autor que, como definió acertadamente alguien, «mostraba lo que nunca debería haberse visto». Al maestro, presente en San Sebastián para recibir el segundo Premio Donostia de esta edición, le gusta la definición.

«Hay algo de verdad en ello», reconoció. «Creo que la civilización es represión, en el sentido de que para existir, para vivir en sociedad, tenemos que dejar de matar, de violar, de agredir. De vez en cuando sucede y sale en los periódicos, no todo el mundo se reprime. Y eso es bueno, siempre que exista el arte para cometer esos crímenes. El arte es crimen y los artistas, criminales, y es bueno que sea así. Es apetecible el inconsciente, explorar esas cosas ocultas y prohibidas que necesitan entenderse. La atracción del cine siempre ha sido lo prohibido. Yo espero poder seguir cometiendo crímenes mucho tiempo», asegura.

A sus 79 años, el director de La mosca e Inseparables acaba de operarse de cataratas. «Las lentes que he tenido durante toda mi vida han desaparecido», reveló. También lleva audífono, por lo que, bromeó, se considera «un hombre biónico». «Yo soy el futuro». El cine de Cronenberg siempre se ha revelado profético, como cuando en Videodrome (1983) imaginó una palpitante pesadilla de ciencia ficción en que las imágenes podían controlar y alterar la vida humana. «Como realizador, mi trabajo no es ser profeta», puntualizó. «No intento predecir el futuro. Tampoco soy un político que le diga a la gente lo que tiene que hacer. Los artistas tenemos las antenas más sensibles que el resto de la gente. Nos topamos con cosas desestabilizadoras que acaban en el filme y un espectador reacciona a ellas».

Cronenberg no vino solo a recoger un premio. El viernes trajo a los cines españoles Crímenes del futuro, un filme estrenado en Cannes que la crítica recibió con alborozo como un regreso a sus orígenes. Viggo Mortensen, Kristen Stewart y Léa Seydoux protagonizan esta distopía en que hay seres humanos que son capaces de generar nuevos órganos y que son vistos como artistas. Una vuelta al universo de la Nueva carne, que en su día puso a prueba nuestros estómagos y conciencias.

«No se trata tanto de empujar a los límites al público, sino de hacerlo conmigo mismo», reflexionó. «De eso va mi cine. Hitchcock se veía a sí mismo como una especie de marionetista, que pulsaba las cuerdas y hacía reír o sufrir al espectador. Pero yo no creo que esa deba ser la experiencia del director. Yo me embarco en un viaje creativo explorándome a mí mismo, experimento según lo voy haciendo. Y luego le digo al público: ‘‘He imaginado esto, a ver qué pensáis acerca de ello’’».

Para Cronenberg, «el impulso humano de destrucción es real y común a todas las sociedades». «Es complicado y oscuro saber si tendremos la capacidad de controlar lo que hemos soltado en el mundo», añadió tras mentar el cambio climático y la guerra en Ucrania. «Podremos arreglar las cosas si tenemos el deseo de cambiarlas, pero no soy optimista».