Tatiana Tîbuleac: «La tristeza permite pensar, parar y encontrarnos con nosotros mismos»

Montse García Iglesias
Montse García SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

XOAN A. SOLER

La autora recibió en Santiago el Premio Novela Europea junto con Luis Landero

21 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Tatiana Tîbuleac (Chisináu, Moldavia, 1978) escribió en dos meses El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes (Impedimenta), obra con que debutó en la novela. Una novela que, seis años después de ver la luz, sigue creciendo, como demuestra la aparición de más ediciones y traducciones a otras lenguas —entre ellas el gallego, de la mano del sello Rinoceronte—, así como nuevos reconocimientos. La autora recibió ayer el Premio Novela Europea del Casino de Santiago junto con Luis Landero —este por Lluvia fina (Tusquets)—, ya que el jurado decidió otorgárselo a ambos ex aequo por la igualdad habida en la votación. «Siempre es una alegría venir a España porque mis dos libros han sido muy bien recibidos», corrobora.

—¿Esperaba esta acogida?

—En realidad, no me imaginaba esta respuesta porque escribí el libro muy rápido, en dos meses. Fue algo personal, como un puente entre mi padre y yo; pero no está directamente inspirado en mi experiencia personal.

—Tanto en la novela premiada como en la que publicó posteriormente, «El jardín de vidrio», alude a la falta de amor en la infancia. ¿Por qué indaga esta etapa vital?

—Creo que estas relaciones que presento en los libros proceden de que fui madre tarde. Entonces, empecé a experimentar algunos miedos, como a no ser buena madre. El protagonista de este libro es Aleksy y tengo un hijo que se llama Alexander. Es como una carta de cara al futuro para mi hijo explicándole mis temores cuando me convertí en madre. En el segundo libro aparece otra vez la infancia porque en Moldavia es una cuestión muy importante. Allí preocupa mucho la explotación infantil.

—La huella de la infancia marca toda la vida.

—Es importante que los niños se sientan amados por sus madres porque, si no se sienten amados, es improbable que puedan mostrar amor en su vida adulta. No tiene que ser el amor ideal, sino que las personas, las madres, pueden amar de manera diferente y no deberíamos juzgarlas por ello. Este libro es, en definitiva, sobre una madre que quiere a su hijo, pero su hijo no lo recibe así.

—¿Piensa en el lector cuando está escribiendo?

—No. Cuando escribí el primero no, porque nunca pensé que lo que escribía se fuera a convertir en el libro. En el segundo sí pensaba, pero no en un lector específico, sino en general. Creo que cuando se piensa demasiado en el lector, el escritor se puede paralizar y eso sí es algo que percibe el que está leyendo.

—En sus libros está presente la tristeza. ¿Qué le transmite este sentimiento?

—La tristeza es un sentimiento que me gusta porque nos permite pensar, parar y encontrarnos con nosotros mismos. No creo realmente en la felicidad en todas las etapas de la vida, no creo que las personas sean felices todo el tiempo.

—Aludió en otras ocasiones a que le gustaría escribir la historia de sus abuelos, que estuvieron en un gulag en Siberia. ¿Ya ha comenzado?

—Es el libro que quiero escribir, pero no sé cómo comenzar porque tendría que visitar Siberia y ahora en medio de la guerra de Rusia en Ucrania pienso que esa visita no será fácil. Además, no creo que esté lista para escribirlo. La guerra en Ucrania cambió muchas perspectivas y siento que mis sentimientos pueden haber variado.

—Pero ¿ya comenzó a escribir su tercer libro?

—No, no he empezado.

—¿Qué necesita Tatiana Tîbuleac para ponerse a escribir?

—Las historias primero tienen que escribirse en mi cabeza para después poder sentarme. Pero todavía no está lista la historia.

—Comentó antes que si piensa en el lector puede llegar a bloquearse...

—Creo que el bloqueo del escritor es algo normal y, ¡menos mal!, porque de no ser así estaríamos escribiendo todo el tiempo. En este momento, no tengo ganas de escribir, pero esto pasará.