García Lorca y Carlos Gardel, la historia de una admiración mutua

antonio paniagua COLPISA / MADRID

CULTURA

El historiador Felipe Pigna revela en un libro la intrahistoria de esa relación, que terminó con sus trágicos destinos

27 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Cómo sonaría el Romancero gitano cantado por Gardel? Seguro que Federico García Lorca, autor de la obra, estaría encantado de escucharlo. Porque el poeta y el cantante de tangos se profesaban mutua admiración. No por casualidad los dos derrochaban simpatía y dotes seductoras. En su libro Gardel (Planeta), el historiador y escritor argentino Felipe Pigna revela la intrahistoria de una cita de astros.

Los dos se conocieron en 1933. El 13 de octubre el escritor granadino había llegado a Buenos Aires, donde permaneció seis meses. Pero fue un día de noviembre cuando ambos se encontraron. Federico, acompañado de dos amigos, venía de ver en el teatro Smart un ensayo de de la obra El teatro soy yo. Al llegar a la esquina de Corrientes con Libertad, después de las presentaciones de rigor y muestras de reconocimiento, Gardel le dijo al poeta: «¡Fenómeno el título [de la obra]! Cuando yo escriba la historia de mi vida, le voy a poner uno parecido. El biógrafo soy yo. ¿Qué te parece? Puro biógrafo, puro estar en la pantalla. Puro vivir para los demás. ¡Hay que cambiar de laburo! Pero ¿dónde irá el buey que no are?».

Lorca le contestó con una respuesta luminosa: «Tú no eres un buey. Tú estás hecho de plumas y cristal, eres un canario». El tanguero, que también era de verbo rápido e ingenioso, le replicó: «Por eso estoy condenado a vivir y morir en una jaula».

Noche mágica

Sus biógrafos pintan a Gardel como un hombre generoso, hospitalario y manirroto. Fiel a esa leyenda, el Mudo agasajó a sus huéspedes con un concierto privado en el que cantó Caminito, Claveles Mendocinos, La tropilla y Mis flores negras. En justa correspondencia García Lorca se sentó al piano para tocar melodías españolas y recitar alguno de sus poemas.

Dicen que fue una noche mágica en la que sobrevoló el duende de dos genios. «El poeta quedó muy impresionado con la musicalidad, la calidad artística de Carlos Gardel. Comenzaba a surgir una amistad basada en la mutua admiración», escribe Felipe Pigna.

Dicen que Gardel espetó al poeta: «¡A ver cuándo nos escribe un tango! Ustedes los andaluces son tan sentimentales como nosotros». De acuerdo con el periodista Antonio Lorenzo, el Zorzal Criollo se ofreció a poner música al Romancero gitano. De esa promesa jamás se supo. Lorca y Gardel nunca se volvieron a ver después. Los dos se encaminaron a sus destinos trágicos. Gardel murió en 1935 en un accidente aéreo en Medellín (Colombia), en un choque con otro avión que dio lugar a que los dos aparatos fueron devorados por las llamas.

Lorca fue fusilado en 1936 en el camino que va de Víznar a Alfacar (Granada). La amistad que surgió de ese encuentro casual no fue el amor cómplice de dos homosexuales. Pigna desmiente que al galán argentino le gustaran los hombres. Es más, el cantor tuvo una novia con la que no se casó y muchas aventuras con tangueras y actrices. Como dice el tango, mucha minas pero nunca una mujer. Quizá esa falta de compromiso obedezca a que Gardel tenía, dice, un complejo de Edipo de libro.