Insectos, historias extraordinarias de hormigas y abejorros

H. J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Los biólogos Dave Goulson (Shropshire, Inglaterra, 1965) y Edward O. Wilson (Birmingham, Alabama, 1929-2021).
Los biólogos Dave Goulson (Shropshire, Inglaterra, 1965) y Edward O. Wilson (Birmingham, Alabama, 1929-2021).

Los biólogos Edward O. Wilson y Dave Goulson hacen de sus observaciones científicas fascinante literatura

05 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay quien habla con cierto tono despectivo de la nature writing [escritura de la naturaleza] como si se tratase de una moda pasajera alentada por esa sospechosa comunidad urbanita que aspira a reconectarse con el mundo salvaje, con el campo, la montaña, la fauna, la flora, la aldea, lo silvestre, lo rural... Y se olvida que es este un asunto muy viejo que no solo no ha llegado para quedarse, sino que ya estaba presente hace mucho tiempo. No hace falta remontarse torticeramente al De rerum natura de Lucrecio, basta con viajar a la cabaña a orillas del lago Walden de Thoreau o a los inicios del siglo XX de Maurice Maeterlinck. El escritor, dramaturgo y ensayista belga mereció el Premio Nobel de Literatura en 1911 y si bien dejó piezas dramáticas de la altura de Pelléas et Mélisande —sobre la que Claude Debussy compuso una ópera— hoy se le recuerda por la belleza de La inteligencia de las flores (1907) y la trilogía La vida de las abejas (1901), La vida de las termitas (1927) y La vida de las hormigas (1930).

Viene a cuento Maeterlinck porque dos biólogos de hoy, Edward O. Wilson y Dave Goulson, se ocupan también de los pequeños insectos. Aunque sin tanta poesía como la del Nobel belga, ambos hacen fascinante literatura con sus observaciones científicas alrededor, respectivamente, de las hormigas y los abejorros. Historias del mundo de las hormigas (Crítica) y Una historia con aguijón (Capitán Swing) son dos ejemplos fantásticos de lo que, con inteligencia, se puede hacer con la erudición y la divulgación, sin perder el rigor: un texto muy entretenido, que se lee con gozo.

De la mano de Wilson —dos veces ganador del Premio Pulitzer, pionero en la descripción del comportamiento social de las hormigas—, el lector se enrola en su personal viaje por las tierras más exóticas (Mozambique) y las más familiares (el selvático jardín de sus padres) para hablar de 25 de las más de 15.000 especies de hormigas existentes. Goulson, otro gran apasionado, relata su búsqueda del extinguido abejorro británico de pelo corto por tierras de Nueva Zelanda (donde pervive) para tratar de reintroducir el beneficioso insecto en las marismas del condado de Kent.

La maravilla de sus amenas obras reside en el tono y en cómo ambos entreveran su narración de anécdotas, vivencias y sentimientos personales.