«As bestas» y Sorogoyen, torva e inaceptable mirada sobre Galicia

José Luis Losa CANNES / E. LA VOZ

CULTURA

Sorogoyen, en el centro, entre Denis Menochet, Marie Colomb, Marina Foïs y Diego Anido, en Cannes.
Sorogoyen, en el centro, entre Denis Menochet, Marie Colomb, Marina Foïs y Diego Anido, en Cannes. Clemens Bilan | Efe

Mientras la lengua gallega de los asesinos es de una sobreactuación mucho más que patibularia, el buen vecino que apoya al matrimonio galo se expresa en un perfectísimo castellano mesetario

27 may 2022 . Actualizado a las 18:18 h.

En el cine es esencial el punto de vista. Y este —salvo en algunos documentales observacionistas— nunca es neutral. De cómo encara la realidad o la ficción depende la nobleza de una película y de sus autores. Por eso As bestas es una obra de dudoso sentido ético. Porque su guion, escrito a cuatro manos por Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña, lleva dentro el desarrollo de una mirada sobre la Galicia profunda que responde a cánones de una sociedad tan primaria que se aleja de cualquier concepto de pre-civilización.

Los hombres de esta Galicia de Sorogoyen son bestias, hablan como tales, actúan con obcecación violenta. Y Sorogoyen y Peña no buscan abstracciones o huidas de la realidad. Practican un hiperrealismo cuando menos culposo.

Su guion recoge libremente el crimen de Santoalla. La hiperviolencia nace del acoso que sufre un matrimonio francés que se ha instalado en el pueblo. Y ese lenguaje que vehiculan los actores Luis Zahera y Diego Anido, hermanos en la ficción, es un gallego de una sobreactuación mucho más que patibularia. El constante uso de términos genitales es solo el preámbulo de una utilización del lenguaje como resorte dramático de lo primitivo, ancestral, lo sangriento. Inaceptable.

El realizador Sorogoyen, en pleno rodaje de «As bestas». A la izquierda de la imagen, Zahera.
El realizador Sorogoyen, en pleno rodaje de «As bestas». A la izquierda de la imagen, Zahera.

Pero demos por válida la existencia de seres como estos hermanos. En ese caso, ¿cuál es la razón por la cual el buen vecino que apoya al matrimonio galo, el único que entabla con ellos amistad, se expresa en un perfectísimo castellano mesetario? Según acusan los dos hermanos imprecadores, los franceses son los únicos de fuera. Entonces, ¿cómo el único nativo de buen corazón se expresa como un doblador de TVE?

En esa cuestión de atacar al foráneo reside otra de las hiperrealidades de As bestas. Los personajes que encarnan Zahera y Anido (nada va con ellos; están magníficos) incluyen en su brutalidad la xenofobia. Una de las razones por las que son odiadores es que el francés ha llegado de fuera. ¿De verdad la xenofobia es una atmósfera que hace irrespirable el medio rural gallego?

Cuando el guion desarrolla las agresiones de los personajes de Zahera y Anido, en actuación de la Guardia Civil del puesto hay apuntes de desentendimiento. Pero —atención, spoiler— cuando culmina el crescendo de violencia en el asesinato del francés y en la desaparición del cuerpo, la Guardia Civil nunca lo habría encontrado. Y es la viuda quien, tras emprender por su cuenta el rastreo de los bosques, da con un objeto que permite hallar el cadáver. Esta invención del guion de Sorogoyen y Peña, ¿da a entender que el medio rural gallego es un territorio sin ley, donde las fuerzas del orden público encubren a los primarios habitantes de la aldea?

Y una cuestión latente durante todo el metraje. ¿Se habría atrevido Sorogoyen a desarrollar, tal cual, con similares matices de hiperrealismo esta situación con —por ejemplo— payeses catalanes?

Pensemos en que todas estas —para mí, abiertamente ofensivas— miradas a Galicia fueran actos fallidos en las mentes de Sorogoyen y su coguionista Isabel Peña. Entonces, ¿por qué ni siquiera se plantearon presentar el proyecto de la película a las ayudas audiovisuales que concede la Xunta? ¿Y por qué la casi totalidad del rodaje tiene lugar en el Bierzo, con un excurso a Sabucedo para filmar a un caballo en la secuencia inicial?

Fotograma del filme de Rodrigo Sorogoyen «As bestas».
Fotograma del filme de Rodrigo Sorogoyen «As bestas».

As bestas es un nada sutil ultraje. La pantalla de la sala Debussy aplaudía ayer en Cannes la visión de una Galicia transmutada en paisaje donde seres embrutecidos que farfullan amenazas y continuos verbos malsonantes en una lengua extraña asesinan, en una orgía de xenofobia naturalista, a un ciudadano francés civilizado y ecologista.

Por cierto, en una sala donde también estaba el ministro Iceta. Apuesto a que se sintió tan ofendido como yo. Que dará alguna opinión sobre la marca Galicia que vendió en Cannes un cineasta mercader, experto en broncas películas de policías matones pero astutos, de antidisturbios solidarios. Y que en Galicia deja vendida hasta a la Guardia Civil.