Memorable despedida de Siniestro Total

CULTURA

Julián Hernández, líder de Siniestro Total, en el concierto de despedida de los escenarios de la banda viguesa.
Julián Hernández, líder de Siniestro Total, en el concierto de despedida de los escenarios de la banda viguesa. Juan Lázaro

La mítica banda viguesa triunfa en Madrid en el WiZink Center, donde ofrece los dos conciertos con que dice adiós a los escenarios

08 may 2022 . Actualizado a las 20:31 h.

Máxima expectación. Se apagan las luces y gritos de «¡Siniestro, Siniestro!». Tras un saludo surrealista, «Buenas noches Santander (sic)», primer tema. Suena a todo volumen Tan hermoso. Chute de decibelios y adrenalina, y empieza el baile, nunca mejor dicho. «Los pajaritos cantan, las nubes se levantan / Las flores en el campo, dos monjas traficando / El sol de la mañana que entra por tu ventana / Rocío en el prado, un niño violado». No estaba mal para empezar. Pero la cosa fue a más. Puro espectáculo y diversión. «Estamos aquí para pasar una fiesta», dijo el fundador y líder de la banda, Julián Hernández. Y así fue.

Javier Soto, Julián Hernández, Miguel Costas y Óscar Avendaño, en el concierto de despedida en el WiZink Center.
Javier Soto, Julián Hernández, Miguel Costas y Óscar Avendaño, en el concierto de despedida en el WiZink Center. Juan Lázaro

Era el comienzo del fin (¿o no?) de Siniestro Total, el icónico grupo vigués, que ha dicho adiós en el WiZink Center de Madrid, listo para albergar dos memorables conciertos, bajo el título de 40 años sin pisar la Audiencia Nacional, que denota cierta tristeza y altas dosis de ironía por no haber pasado por el temible tribunal. «Como si lo hubiéramos pisado», alega Hernández.

Quince mil personas acudieron el viernes al concierto, imperdible e imprescindible para sus fieles seguidores, que cantaron sus míticas canciones, danzaron y saltaron, algunos como auténticos posesos, y se divirtieron al máximo. Los vasos y los cubos de cerveza iban y venían. Con el aliciente de ver otra vez juntos a Julián Hernández y Miguel Costas, que abandonó el grupo en 1994, los dos cantantes, mano a mano, para desgranar lo más destacado del repertorio de Siniestro Total en una actuación de más de dos horas que ni los problemas de sonido pudieron empañar.

Julián Hernández y Miguel Costas en el último concierto de Siniestro Total
Julián Hernández y Miguel Costas en el último concierto de Siniestro Total Juan Lázaro

Era un público entregado que, en su gran mayoría, conocía al dedillo los temas. «Es increíble que paguéis por cantar», bromeó Hernández. Cuarenta años después, en una época muy diferente, en la que reinan lo políticamente correcto y la cultura de la cancelación, sus letras aún suenan transgresoras e irreverentes, gamberras y muy divertidas. Como Opera tu fimosis («piensas que se trata de algo muy sucio / pero solo tienes que cortar tu prepucio / ven a mi clínica de piel y venéreas de una vez»).

El líder de Siniestro Total, un showman que dominó la situación en todo momento, introdujo así el siguiente tema: «Hay cosas que ustedes no saben, pero el mundo del rock es muy intelectual, en la furgoneta hemos solucionado el problema del origen de todos los males del mundo, los cuatro jinetes del Apocalipsis, la guerra, la muerte, la peste y lo otro, lo que sea, y hemos llegado a la conclusión de que todo ello se debe, la guerra de Ucrania, pandemias, a que España se droga». La canción dice así: «España bebe, España se droga / ¿A dónde va, señor, la juventud española?».

Luego la guasona Camino de la cama («Solo estar durmiendo es mejor que estar dormido»). Y las demoledoras La paz mundial («Un superhéroe sin moral / No obedece a la ley / Que total para qué está / Que follen a la paz mundial»; y Chusma: «Chusma, chusma, somos chusma / somos lumpen proletariat / Ni tiro limpio ni guerra sucia acabarán con nuestra promiscuidad / ¿A que damos asco?, ¿a que damos pena?, ¡y damos algo más que qué más da!». Y la escatológica Todos los ahorcados mueren empalmados.

Homenajes

Hernández rindió homenaje a los artistas que han pasado por el grupo, entre ellos uno de los fundadores, el gran músico Germán Coppini, ya fallecido. En su honor tocaron Ponte en mi lugar. Por el escenario aparecieron como invitados Segundo Grandío y Alberto Torrado (que interpretó Tumbado a la bartola), también integrantes del grupo en su día.

No faltó Cuánta puta y yo qué viejo: «Quieres ser mi novio, yo no soy de piedra / Zumo de naranja en las tetas de la negra /quieres ser mi novio, yo no soy de piedra». Una composición impensable hoy, que horrorizaría a los biempensantes.

La apoteosis llegó al final, con temas míticos, ya incluidos con letras de oro en la historia del rock español, como Ayatolah! («Soy un enemigo de Alá / No me gusta la rumba ni el jazz.../ Ayatolah, no me toques la pirola», que ahora sería tildada de islamófoba; o el hermoso himno Miña terra galega.

Para el fin de fiesta un hat trick musical imbatible: Bailaré sobre tu tumba («Te clavaré mi guitarra / Te aplastaré con mi piano / Te desollaré con mis platillos / Te trepanaré con mi órgano Hammond»); la irónica metafísica de ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿a dónde vamos?; y la emblemática Somos Siniestro Total, versionando el Highway to Hell de AC/DC.

Finaliza el concierto y en la pantalla del WiZink Center aparece esta paródica frase: «Lo sentimos mucho. No volverá a ocurrir». Cachondeo hasta el final.

Entusiasmo y tristeza con la esperanza de que no sea el fin

Muchos gallegos, sobre todo vigueses, algunos residentes en Madrid, otros que vivieron expresamente para asistir al acontecimiento, llenaron las gradas del antiguo Palacio de los Deportes, convertido durante la velada en territorio galaico.

Se pudieron ver banderas de Galicia y camisetas co frases como «Ante todo mucha calma», el título del primer álbum que grabaron en directo, en 1991.

«Vengo porque tengo 48 años y desde que empecé a tener conocimiento de música me gustaron», asegura Carlos Reboredo, de O Carballiño.

Un joven ourensano comenta que empezó a escuchar a Siniestro Total «en la universidad, a través de un amigo que está aquí, a mi lado, Pablo, y fue una apertura a ese canallismo y gamberrismo de la música, que puede ser algo divertido; no queríamos perdernos el concierto porque es el de despedida y además viene Miguel Costas; es un día especial». Dice que le da pena que la banda viguesa se retire.

Pablo Liboreiro, el citado amigo, afirma que a Siniestro Total lo mamó desde pequeño: «A mi familia siempre les gustó, en Vigo pegó muy fuerte en su momento y yo los he escuchado desde mi juventud; hoy toca disfrutar». Pero también siente «un poco de tristeza: que se junten todos en el último concierto, ya podían haberlo hecho antes». Y confía en que haya un último concierto en Vigo, algo que ahora mismo no parece planteado.

El recorrido de Siniestro Total comenzó allá por diciembre de 1981 tras un accidente de tráfico y las desavenencias con la compañía aseguradora, hechos que dieron origen al nombre de una banda influida por el punk y que convirtió a Vigo en uno de los centros más importantes de la Movida. Todo empezó con su primer álbum, ¿Cuando se come aquí?, con letras escatológicas y gamberras, que logró un éxito de ventas en el circuito alternativo.

Los fans marcharon del concierto satisfechos, pero con la esperanza de que no fuera el final verdadero sobre las tablas de Siniestro Total. Algunos querían pensar que todo era una broma, la penúltima de unos iconoclastas capaces de no tomarse en serio y reírse de sí mismos, y que darán marcha atrás.