«El Museo de la Rendición Incondicional», el exilio alemán de Dubravka Ugresic después de la traumática experiencia balcánica

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Ugresic, junto a la portada de su libro «El Museo de la Rendición Incondicional».
Ugresic, junto a la portada de su libro «El Museo de la Rendición Incondicional». Impedimenta

Para la autora croata, la forma de la novela no puede ser más libre, y ahí cabe la memoria, el ensayo, el dietario, la ficción

28 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Anda Impedimenta, con atinada justicia, empeñada en editar sistemáticamente la producción de la autora croata Dubravka Ugresic (Kutina, no lejos de Zagreb, 1949, entonces Yugoslavia), a la que el lector en español ha aprendido a apreciar, sobre todo, después de la publicación en el 2019 de su libro Zorro, en el que alrededor del escritor ruso Borís Pilniak y su texto Un cuento sobre cómo se crean los cuentos construye un seductor artefacto literario, una reflexión que tiene un alto contenido autobiográfico. Posteriormente, el mismo sello trajo al castellano Baba Yagá puso un huevo y La edad de la piel. Todas son obras datadas en el siglo XXI, como también lo es El ministerio del dolor, que figura en el catálogo de Anagrama. Exiliada en 1993 por motivos políticos, en su huida de los nacionalismos exacerbados, la traumática peripecia balcánica pesa mucho en su literatura. Esa experiencia vital está también muy presente en El Museo de la Rendición Incondicional (1996), que en el 2003 se tradujo de la mano de Alfaguara y cuya versión ahora recupera e incorpora Impedimenta. Extranjera instalada en Berlín, desde esa condición de apátrida, narra con un agrio humor de nostalgias, soledades y absurdo ese paisaje del extrañamiento y el no-lugar con todo un paisanaje tratando de hallar a empujones su sitio en una metrópoli de vibrantes ritmos que no ayudan a superar el desconcierto. Aparentemente, el hilo que traza su monólogo —casi íntimo— evita los grandes hitos y brochazos de la historia para zurzir los retales cotidianos del aislamiento, de los desplazamientos que provoca no solo el desconocimiento del idioma del país que la acoge, en este caso, el alemán. Para Ugresic la forma de la novela no puede ser más libre, y ahí cabe la memoria, el ensayo, el dietario, la ficción... Una delicia, además necesaria, que llega este lunes a las librerías.