Javier Mariscal: «Cuando acabe la peli con Trueba dejaré el estudio y trabajaré solo, en el campo»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

CULTURA

Mariscal, en la Estación Marítima de Vigo, donde se exponen todas las obras a concurso.
Mariscal, en la Estación Marítima de Vigo, donde se exponen todas las obras a concurso. M. Moralejo

El creador de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona, tiene puesto todo su empeño en el filme y prepara el salto al NFT

26 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Apurando un pitillo con vistas a la ría de Vigo, el dibujante y diseñador Javier Mariscal (Castellón, 1950) explica el motivo de no haberse presentado nunca a un concurso de diseño gráfico relacionado con el vino como el que actualmente le ha llevado de regreso a Vigo, el de las bodegas Terras Gauda, aunque lo hace como jurado de sus premios de cartelismo. «Iba a decir que nunca me presenté a ningún concurso, pero miento. Sí lo hice, pero porque me invitaron a certámenes, como en los Juegos Olímpicos», dice el padre de Cobi como si este necesitase presentación, que sí precisa la mascota que menciona a continuación: Twipsy, de la Expo Universal del 2000 que se celebró en Hannover, y que también creó él.

—¿No le gusta concursar?

—Es mucho mejor trabajar directamente con el cliente. Un cartel es un problema gráfico que hay que resolver y para eso hay que intentar entender qué necesita. Por ejemplo, Pedro Almodóvar, al que conozco desde que teníamos veintipico años, me llamó en su día para que le hiciera la imagen gráfica y los títulos de Los amantes pasajeros. Le costaba decidir y yo no paraba de hacerle preguntas. Es complicado encontrar la identidad de un filme en un cartel. El último lo hizo mi amigo Javier Jaén, que le presentó quince propuestas. Es muy bueno, muy potente.

—Aunque no se presente, ¿el vino es un tema que le inspira?

—Todos los días me bebo media botella de vino, como mínimo, así que estoy muy comprometido. Desde el 82 empecé a ser muy talibán. Todavía hoy, en el 2022, sigue la cosa igual. Voy a restaurantes y cuando pregunto por un tinto, si me dicen: ‘Tenemos un Rioja’, como soy bastante maleducado, les grito: ‘¡No!’». Y los camareros se preguntan por qué este señor mayor se pone tan histérico. Pero no es porque no sea bueno. Es maravilloso el Rioja y es difícil encontrar uno malo, pero igual que un mal Toro, un Bierzo, un Jumilla... Como mucho te dicen: Tenemos Ribera, como la gran cosa. ¡Oiga, ¿y la cantidad de bodegas que hay por el país, por qué las ignoráis?

—Insiste mucho en que es mayor...

—Es que a los 72 eres mayor. El otro día se murió el músico Pau Riba, que tenía mi edad. La semana anterior, el ilustrador Miguel Gallardo, que tenía doce menos que yo. Dos hermanos míos, más jóvenes, se han muerto y no tocaba. ¡Estás todo el rato esquivando! En el 2050 tendré cien años.

—¿Con qué sigue disfrutando más en su trabajo?

—Me apetece todo, pero nunca programé nada. Todo es pura casualidad. Trato de vivir como los niños, el ahora. Y el ahora es que tras Chico y Rita, he vuelto con Fernando Trueba. Estamos intentando sacar adelante una nueva película de dibujos animados sobre Tenório Jr., un pianista brasileño, pieza clave en la bossa nova, que desapareció en 1976 en Buenos Aires cuando acompañaba a Toquinho y Vinícius. No encontramos suficiente financiación y la estamos haciendo con presupuesto bajo. Cuando se acabe la película trabajaré solo, dejaré el estudio. Me apetece mucho estar en el campo, aislado. Llevamos tres años con la peli. Le dedico casi toda mi energía. Le llamo el monotema, aunque también he pintando otras cosas.

—¿Como qué?

—Tengo en proyecto un cómic sobre la evolución de la humanidad, para acabar con eso de la Biblia, y otro sobre personajes míos de los 70. También voy a presentar una colección de NFT [pieza de arte digital única].

—¿Cuando deje el estudio no admitirá encargos personalizados?

—¡No! ¡Tengo que facturar para vivir!

—Diseñó hace años para Barcelona una decoración de Navidad

—Sí, pero lo que está pasando ahora con el rollo de quién pone más luces en este país laico ya me parece obsceno. Las de Barcelona este año eran una horterada.