Para Gurnah, la naturaleza humana permite por un lado la belleza y por otra parte hacer «cosas muy feas» y aunque a veces, para su desesperación, parece que es más lo malo que lo bueno, cree que cuando se encuentra lo segundo «hay que aferrarse a ello y convencerse de que es preferible que sea así»
La literatura, afirma, no puede intervenir contra la tiranía de una forma física, lanzando un libro a un tanque, y una persona autoritaria no es muy posible que cambie al leer, pero los libros pueden informar a los ciudadanos para que no permitan que los tiranos abusen de ellos.