Hondo dolor morado por Ucrania en el Instituto Cervantes

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

La periodista y escritora Maruja Torres deposita su legado en la Caja de las Letras durante un acto organizado por el Instituto Cervantes con motivo del Día de la Mujer.
La periodista y escritora Maruja Torres deposita su legado en la Caja de las Letras durante un acto organizado por el Instituto Cervantes con motivo del Día de la Mujer. Chema Moya | Efe

«Guardaespaldas de la cultura» y bálsamo contra el horror de la guerra, la institución amplia el legado «feminista» de su Caja de las Letras

08 mar 2022 . Actualizado a las 19:59 h.

El Instituto Cervantes, la casa de la palabra y la cultura, fue este martes la casa de la solidaridad, la sororidad y del bálsamo frente al horror de la guerra. La institución recibió el legado de nueve creadoras que tuvieron muy presentes a las mujeres ucranianas, a quienes la guerra ha robado todos sus derechos sembrando dolor, destrucción y muerte.

En tiempos de zozobra e incertidumbre, las recodaron con emoción y afecto artistas como Lita Cabellut, actrices como Aitana Sanchez-Gijón o escritoras como Maruja Torres. Fue en un acto celebratorio del talento femenino en el Día de la Mujer en el que se evocó a Almudena Grandes y que cerró la vicepresidenta y ministra de Economía Nadia Calviño.

La pintora Lita Cabellut puso la emoción al definir al Cervantes como el «guardaespaldas de la cultura». Para ella la Caja de las Letras de la institución, con 80 cofres con legados de creadores y solo 30 de creadoras, acoge «los sueños de quiénes se atreven a soñar y quieren contagiarlos». «Sin sueños no tenemos sentimientos ni fuerza ni fe en la vida», agregó antes de depositar un legado que dedicó «a todas las mujeres de Ucrania».

«Ahora que vemos lo que pasa en Ucrania y en Europa, no debemos olvidar que el mundo sin arte sería como si Dios apagara la luz. Lo necesitamos más que nunca, como la fuerza de las mujeres que están sufriendo Ucrania», insistió Cabellut antes de depositar en la antigua cámara acorazada un ejemplar de su espectacular libro sobre Bodas de sangre, de 120 páginas y gran formato y prologado por Luis García Montero, director de Cervantes y viudo de Almudena Grandes.

Incluyó sus botas de trabajo, llenas de churretones de pintura y convertidas en un testimonio creativo. «Mis botas y yo somos grandes amigas, y con cada serie necesito unas nuevas para que carguen emociones y expresiones», explicó.

Exilio

Aitana Sánchez-Gijón también se dolió por los horrores de la guerra. Recordó la actriz que es hija de exiliado y leyó el poema Guerra, de Rafael Alberti, a quien conoció en Roma «cuando acogía a todos los exiliados españoles». «Ese hilo me une a Rafael, al exilio y a los padecimientos de la guerra en un momento como este, por lo que este acto adquiere un significado muy importante para mí», dijo.

Legó al Cervantes una primera edición de El hombre deshabitado, obra del poeta gaditano que representó cuando tenía 18 años. Sumó un collar diseñado por su amiga Helena Rohner que la actriz lució en Un dios salvaje con la que estuvo dos años de gira, y un cuaderno con poemas de Miguel Hernández, de quien ofreció un recital en su juventud y que recitó también en el Cervantes.

También puso emoción y poesía la nicaragüense Gioconda Belli, autora comprometida y exiliada de su país ante el acoso del régimen de Daniel Ortega. Belli depositó su más reciente poema, Despatriada, un ejemplar de Sobre la grama, el poemario con el que se dio a conocer en 1973, varios manuscritos, un colgante con una mariposa, y dos primeras ediciones de obras de García Márquez y Cortázar.

Maruja Torres, periodista y escritora, recordó a Almudena Grandes, «a la Almudena que no fue virgen, a la escritora, la nuestra». Le dedicó un legado con el que, a su vez rendía homenaje a las víctimas de la guerra y a sus amigos del alma: Terenci Moix y Manuel Vázquez Montabán. «Dos hombres que me hicieron como soy -dijo- nacidos como yo en el Raval, el barrio chino de Barcelona, bajo la bota y con la mordaza, y mientras había una guerra mundial».

Luego introdujo en su cajetín Espérame en el cielo, el librito que escribió para consolarse de la muerte de Montalbán y sendos ejemplares de Los mares del sur (Montalbán) y El peso de la paja (Moix). «Hoy no sé si alegrarme de que no estén aquí, para que no estén viendo lo que sucede con la naturaleza humana», dijo en referencia a la guerra.

Memoria

«El lenguaje contiene y construye la memoria», dijo Cristina Iglesias, la creadora que ha transformado la escultura en arquitectura. La artista donostiarra legó un libro de una selecta edición de 35 ejemplares que incluye un texto del siglo XVI de Martín de Hoyazábal en el que, a modo de letanía, se cantan las coordenadas para que los marineros vascos llegaran a Terranova. «Una poesía simbólica de la fuerza de las  mujeres que esperaban a su maridos pescadores dirigiendo las casas y la economía familiar». Contiene cinco grabados que dibujan sus celosías Las paredes de las culturas que creó para el Parlamento Vasco. Es una pieza que se llama Brújula de medianoche.

Con la voz quebrada, y no por los quejíos, compareció la cantaora Carmen Linares, la única flamenca que ha ganado el Premio Nacional de Música y ha puesto voz a poetas como Lorca, Juan Ramón o Miguel Hernández. Su empeño era llenar de poesía y flamenco la Caja de la letras y lo hizo depositando Antología de la mujer en el cante, un pionero trabajo de 1996 que incluye 27 estilos de cante. «Es la única antología hecha por una mujer con todos los cantes hechos por las mujeres. También donó el traje que utilizó cuando hizo la presentación de el Teatro Monumental de Madrid.

La escritora colombiana Laura Restrepo legó una camisita de hilo bordado que su madre la conservaba y que vistió en su primer día de vida el poeta bogotano José Asunción Silva, quien pondría fin a su vida disparándose sobe un corazón dibujado en su camisa. Pidió Restrepo a Luis García Montero que leyera Nocturno tercero, de Asunción Silva, «uno de los más bellos poemas en el que aletea su cortejo con la muerte».

Genoveva Pitarch, nieta de María Moliner, depositó los dos volúmenes de la primera edición del legendario Diccionario de uso de su abuela. La científica, investigadora, académica e ingeniera María Luisa Vallet-Regí aportó los libros sobre biomateriales, su especialidad, y otros sobre Marie Curie y cuatro de sus artículos en inglés.

«Vivimos momentos intensos, duros y tristes», aseguró Nadia Calviño, que calificó el acto de «emocionante», e incidió en la importancia de la igualdad de género. «Hablamos de prosperidad y desarrollo, de una sociedad sana y también de un crecimiento justo, próspero e inclusivo». «Es un día para estar orgullosos, porque España lidera este ámbito que ha sido uno de los motores principales de progreso», apuntó la vicepresidenta económica del Gobierno.