La prensa imputó a Holmes casi tres centenares de asesinatos y desapariciones. Se desconoce la cifra exacta, «pero no hay duda de que fue un asesino en serie, un mentiroso probado y un estafador cuya trayectoria demuestra una sofisticada comprensión de las tecnologías de su época, la del capitalismo industrial de la segunda mitad del siglo XIX», insiste Midal.
Se ocultó tras varias identidades y fue detenido por una estafa que le salió mal, no por sus crímenes. Condenado a muerte en 1896, fue ahorcado y se llevó a la tumba los secretos sobre sus macabros inventos y sus víctimas.
Exigió ser enterrado en un ataúd doble cubierto de cemento para asegurarse de que nadie robara o estudiara sus restos. En el 2017 se exhumó su cadáver, ya que se sospechó que pudo convencer a otro reo para que le suplantara en la ejecución. Los forenses confirmaron que los restos eran de Holmes.