Luis García Montero: «Lo importante en la poesía debiera serlo en la política: el sentido de la vergüenza»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, este viernes en Santiago.
Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, este viernes en Santiago. Sandra Alonso

«No hay nada que convenga a un fanático más que otro fanático», advierte el poeta granadino, que recibió en Santiago, junto a la profesora Helena González, la medalla de honor del Consello da Cultura Galega

26 feb 2022 . Actualizado a las 09:37 h.

Como hijo de militar, ha estado en muchos destinos, entre ellos A Coruña y San Sebastián. Pero el inicio de su fértil recorrido literario está en el salón de las visitas de su casa, vedado a seis hermanos traviesos y en cuya biblioteca descubrió, escapándose del veto materno, el tomo de las poesías de Federico García Lorca de la editorial Aguilar, obras completas encuadernadas en piel y con papel de Biblia, como un libro sagrado dentro de otro libro sagrado.

«Allí dentro me encontré con la poesía de Federico García Lorca. Y además, era un mundo también extraño, porque cuando aparece la luna no es exactamente la luna y un limón es algo más que un limón porque de pronto convierte en oro el agua». Así empezó preguntarse por el sentido de las palabras y de la vida del poeta. Tardó poco en comprender que unos años antes de nacer él, un golpe de Estado le había costado la vida al poeta granadino. Y desde entonces, «para mí la poesía fue inseparable de preguntarme el fondo de las palabras en la convivencia humana». 

El sol de Andalucía, como el que Federico García Lorca mandó a Galicia en uno de sus poemas, vibra en la voz de Luis García Montero (Granada, 1958) bajo los rayos de uno de esos días de invierno claro en Santiago, donde recibió, junto a la profesora Helena González, la medalla de honor del Consello da Cultura Galega.

—Bajo su dirección el Instituto Cervantes ha hecho una apuesta decidida por promocionar la diversidad lingüística de España. ¿Existe algo así como un castellanocentrismo?

—Cuando yo llegué en el 2018 ya había aprobada una normativa que dice que el instituto debe dedicarse a divulgar y dar a conocer las lenguas y las culturas del Estado. Lo que he hecho ha sido aplicar de manera convencida esa disposición. Yo empecé a publicar en los años 80, en un momento en el que la democracia española era inseparable de respeto a la diversidad cultural. Entre mis primeras actividades como escritor estaba la realidad de compartir con otras lenguas. Por ejemplo, desde mis comienzos yo me sentí muy compañero de un poeta gallego como Ramiro Fonte. Tuvimos una amistad muy estrecha y yo ayudé a que se publicaran sus libros traducidos al castellano. También he tenido relación con escritores y poetas como Manuel Rivas, como Joan Margarit o como Bernardo Atxaga. Eso es la naturalidad.

—La diversidad. 

—La diversidad. Celebrar la diversidad cultural de nuestro país tiene que ver con la mejor tradición cultural española. Yo celebro por ejemplo que la Unión Europea haya decidido defender la diversidad lingüística y no poner el inglés como lengua dominante. Por tanto, no puedo comprender cómo hay gente en España que no celebra la diversidad lingüística y quiere imponer el español como lengua dominante. Una de las obligaciones de las instituciones democráticas es ayudar a la difusión y a la consolidación de las lenguas no hegemónicas. En el mundo hay unas 7.000 lenguas, y solo siete de ellas tienen más de 200 millones de hablantes. Algunas de ellas son tan minoritarias que con la muerte de un anciano pueden desaparecer.

—Ha ocurrido hace poco. Fallecía la última hablante nativa de la lengua yagán en Chile. 

—Sí, ocurrió hace poco y ocurre por ejemplo en África, porque hay países que pueden tener hasta 300 lenguas, o en alguno lugares de América Latina. Creo que cuando desaparece una lengua, desaparece una cultura y se empobrece a la realidad.

—Desaparece una forma de estar en el mundo.

—Exactamente. Por eso, el compromiso de intentar conservar la riqueza lingüística es fundamental. Una de las alegrías que hemos tenido la gente a la que nos gusta la literatura, la lengua, es que el año pasado el euskera salió de la lista de lenguas europeas en peligro de desaparición. Soy incapaz de comprender que la gente desprecie la riqueza de los territorios que son bilingües y la riqueza de un país con diversas lenguas. También soy incapaz de comprender que cuando las peleas coyunturales políticas se meten por medio se hagan ofensas a una lengua. Vale tanto para el centralista español como también para el catalán independentista. No hay nada que le convenga más a un fanático que otro fanático. Se retroalimentan.

—¿El conflicto lingüístico es un artefacto político? Me voy a lo actual: resurge el argumento de Feijoo como impositor del gallego.

—Quien diga que el español está en peligro en Galicia está mintiendo. El español es una lengua muy dominante y lo que democráticamente es un reto es asegurarnos de que va a convivir con las lenguas no hegemónicas. No entiendo que no se comprenda la preocupación por conservar la riqueza y la lengua de Salvador Espriu, de Rosalía de Castro y de Gabriel Aresti, o del Tirant lo Blanch o de Curros Enríquez. Es que no lo entiendo. Detodas formas, en el caso de Feijoo, no se corre el peligro de que como reacción insulte a los españolistas, pero en otros conflictos territoriales sí hay gente de pronto que insulta a los que son hablantes de español.

—¿Impera el prejuicio?

—Y además lo peligroso es que en los debates políticos las identidades se cierran cada vez más. En Estados Unidos Donald Trump borró la página en español de la Casa Blanca, impuso un programa only english. Y en Estados Unidos hay casi 60 millones de hablantes que tienen que el español como lengua nativa. Las identidades son abiertas por el mundo en el que vivimos y por la historia que hemos tenido. Por ejemplo, el castellano nació en una zona de hablantes de euskera. En uno de los primeros documentos que se conserva en San Millán de la Cogolla hay, junto al texto latino, palabras en castellano y palabras en euskera. Como lengua vehicular, el castellano se va extendiendo mediante situaciones históricas como el Camino de Santiago. Y resulta que un rey como Alfonso X, que sirvió para intentar normalizar el castellano en la corte,  un señor que había nacido en Toledo, escribe una magnífica poesía en galaicoportugués. O sea, que intentar crear conflictos de esta convivencia es no solo hacer demagogia en el presente, es apostar por identidades desterradas muy peligrosas a la hora de la convivencia.

—El otro día hacía una defensa de la dignidad de la política, en un contexto en el que la corrupción vuelve a estar de actualidad.

—Yo siempre saludo a una enseñanza que nos dio Antonio Machado en Juan de Mairena: desconfía del que te diga no te metas en política, porque quiere hacer la política sin vosotros y casi siempre contra vosotros. La política en una sociedad democrática es el mejor espacio para resolver conflictos, llegar a equilibrios y tomar decisiones. La corrupción hace daño no solo porque hay alguien que roba dinero público, sino porque genera un descrédito que le da las manos libres a la ley de la selva. Todo el interesado en que no le cobren impuestos o en que las instituciones no tengan autoridad a la hora de organizar la vida celebran los casos de corrupción política, porque acaban con el ánimo de la gente. 

—Defiende la política pese a verse envuelto en ese terreno embarrado con el nombramiento de Almudena Grandes como hija predilecta de Madrid.

—La familia agradece el nombramiento. Y estamos orgullosos porque viene de la institución que representa a todos los madrileños. Lo que está fuera de sentido son unas declaraciones más que torpes de un señor que de pronto dice que va a votar una cosa aunque no le gustaría votarla por un chanchullo político. Es un error muy grave intentar apoderarse de las instituciones y que estas representen a un sector y no a toda la ciudadanía. A mí me parece que en las declaraciones del alcalde de Madrid lo que funcionó fue esa incomprensión de lo que es un espacio público institucional.

—Su recorrido poético lo inició con Lorca, que escribió en gallego. Y habla de Rosalía de Castro como maestra.

—[Sonríe] Sí, sí. He comprendido cuáles son las referencias que tiene García Lorca al defender lo andaluz y lo gitano frente al desprecio a las culturas no mayoritarias. Los poemas de Rosalía de Castro están en la base de es reivindicación. Una de las cosas que creo que es más importante en la poesía debiera ser la más importante en la política, que es el sentido de la vergüenza. Rosalía de Castro se encontró con una poesía romántica que daba alaridos. Sintió que eran poco pudorosos y convirtió la grandilocuencia del dolor romántico en un sentimiento íntimo de tristeza, le dio dignidad y afirmó su rebeldía desde la dignidad. Eso lo hereda la poesía española. No se entiende la intimidad, el diálogo con la tristeza frente a la grandilocuencia que caracteriza el simbolismo de Antonio Machado y de Juan Ramón Jiménez o la poesía de Federico García Lorca sin el magisterio de Rosalía de Castro. Es que araña un poco y el diálogo cultural es de una riqueza profundísima.