«Everything Will Be Ok», un ejercicio de impotencia
El camboyano Rithy Panh alcanzó merecido reconocimiento como memorialista cinematográfico imprescindible del genocidio protagonizado por los jemeres rojos de Pol Pot que se llevó por delante a toda su familia. Pero después de casi una decena de películas de exposición de aquella masacre -entre ellas S21, la máquina roja de matar-, este hombre que alcanzó grado de leyenda de esclarecimiento de una de las mayores atrocidades de la segunda mitad del siglo XX no supo quedarse sin discurso.
Y agotados ya los materiales de aquellos campos de sangre quiere estirar su carrera sin saber a qué santo encomendarse. Ya su filme anterior, Irradies, visto en la Berlinale del 2020 era un panfletillo vacío, inconsistente y hasta ideológicamente pasado de rosca. Pero lo que el camboyano ha presentado ahora, Everything Will Be Ok, es un ejercicio de impotencia donde mete en la coctelera llamamientos infantiles a la revolución animalista o a la ecológica, guiños de tuerto a Rebelión en la granja o El planeta de los simios. Y entreveradas, sin venir a cuento, imágenes de archivo de Stalin, Mao, Hitler o Lenin. A ver si la cabreante amalgama cuela a modo de grandes éxitos del otrora campeón de la historiografía de los regímenes del terror.