Pueblerinos triunfando en el punk

Alfredo López Penide
l. penide PONTEVEDRA / LA VOZ

CULTURA

CEDIDA

El realizador Javier Corcuera filma la última gira de La Polla Records

17 feb 2022 . Actualizado a las 11:08 h.

El ganador del Goya al mejor documental (por su participación en la obra colectiva Invisibles) Javier Corcuera se vuelve a situar tras la cámara en No somos nada, filme centrado en la última gira de La Polla Records y que festeja sus 40 años sobre los escenarios. Se trata de una producción con una importante cuota gallega, no solo por el origen tudense de Evaristo Páramos, cantante de la icónica banda vasca nacido en Guillarei, sino también porque se incluyen clips de animación realizados por el coruñés Manuel Viqueira y el ferrolano David Rodríguez, mientras que la posproducción se efectuó en Panificadora Estudios de Santiago y la producción corrió a cargo de la también compostelana Tamboura Films.

Al frente de esta firma está la morañesa Gael Herrera, quien resalta que la cinta se grabó «durante la última gira de despedida en el 2019 y el 2020, justo antes de la pandemia. Retratamos el mundo de la fiesta y la diversión antes de que cambiaran las normas de juego». Tanto Evaristo como el resto de componentes de la banda, dice, «son bastante reacios a cualquier entrevista, pero, en un momento dado, confiaron en Corcuera». Fue entonces cuando el realizador peruano buscó una productora «más pequeña, más independiente y más libre, y me ofreció el proyecto. No tenía por donde escapar. Sonaba todo muy bien. La despedida de una banda, un buen director, libertad creativa a la hora de enfocar la producción, un montón de conciertos por delante y una gira por Latinoamérica... Fue irresistible. No pude decir que no», admite Herrera.

Y todo a pesar de que, reconoce, «no era nada fan del grupo. Los conocía porque tienen un nombre peculiar, gracioso, pero yo era más grunge. Y ahora puedo decir que soy 100 % fan. Me arrepiento de no haber comulgado con ellos mucho antes. Sus letras no me parecieron anticuadas, me parecieron divertidas, actuales, que te hacen pensar y, a la vez, no son tan insultonas», remarca.

Corcuera conoció personalmente a Páramos hace ya algunos años, pero las canciones ya formaban parte de su vida desde mucho tiempo atrás. «Sus casetes llegaron a Lima antes de que yo me fuera a vivir a Madrid en 1986», recuerda para subrayar que estas canciones no representan solo un pedazo imprescindible de la historia de la música popular más afilada, son el testimonio de una época, un grito certero que saltó fronteras», ensalza.

Apenas es conocida la galleguidad de Evaristo, quien insistió en que su madre (octogenaria pero de gran vitalidad) apareciese en el documental. Uno de los momentos más emotivos de No somos nada —título de uno de los temas del grupo— es cuando Pilar asiste, por primera vez, a uno de sus conciertos. «Hemos filmado las reacciones de la madre viendo a su hijo con treinta mil personas delante. En una entrevista previa, ella rememoraba cómo trató de enmendar a Evaristo porque, claro, vestía con esas ropas, tenía miedo de que dijera alguna barbaridad, que su padre ya advertía ‘‘me lo van a empapelar''. Lo educó, lo bautizó y no entendía cómo le había salido así. Prefería que estudiara y, de repente, lo ve ante treinta mil personas... Pilar bailó, se divirtió muchísimo, rió... Y se puso la camiseta de La Polla Records y subió al escenario. Vio que su hijo no era un cafre, que siguió una línea y triunfó».

Herrera insiste en que el filme se centra en La Polla Records sin abordar otros grupos de la escena punk vasca o su influencia posterior. «Versa sobre cómo unos pueblerinos lograron hacerse famosos. Y cuenta el secreto de cómo lo consiguieron. El secreto está en el documental». No es lo único que se revela, ya que Evaristo descubre, entre otros aspectos, su técnica creativa a la hora de escribir canciones.

Siendo reacio a conceder entrevistas o ser grabado para reportajes, su respuesta cuando vio la película concluida fue muy positiva: «Le hicieron una sesión en su pueblo, en Agurain [Álava], y le gustó muchísimo. La verdad es que no se metieron en nada del rodaje. Simplemente, se dejaron grabar».

El estreno se planteó como si fuera una gira de conciertos, de tal modo que son entre una y cinco fechas en función de la sala de cine. «Y se acaba la experiencia. Es como ir a un concierto», explica Herrera. En cuanto a una vida posterior en plataformas, deja la puerta abierta, toda vez que alguna ya mostró interés, pero aún no hay nada cerrado. En paralelo, anhela que el mismo proceso seguido en España, convertir los cines en una experiencia musical, se traslade a Latinoamérica, donde La Polla Records tiene una legión de seguidores.