Paz Gago cartografía en versos un océano herido por las mareas negras

X. F. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

El profesor y escritor José María Paz Gago.
El profesor y escritor José María Paz Gago. MARCOS MÍGUEZ

El escritor ahonda en una corriente, la ecopoesía, en la que denuncia el maltrato a la naturaleza por parte del hombre

06 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El escritor y catedrático José María Paz Gago (Celanova, 1962) veraneaba en Cabanas cuando se produjo el desastre del Urquiola. Aquella nube de humo dio forma a un terror infantil que lo angustió durante años y que ha acabado por aflorar en los versos de Expulsión del paraíso. Poemario del Caribe y Un mar de nombre impronunciable (Hiperión). Con este último ganó el Premio Claudio Rodríguez y ahonda en una corriente, la ecopoesía, desde la que cartografía las heridas que sucesivas mareas negras infligen al océano.

Si aquella niñez a la vera de las rías de Ares y Betanzos aportó una de las coordenadas de estos libros, Fisterra también se constituye en uno de sus hitos. «Es un territorio geográfico e imaginario al que vuelvo recurrentemente», explica el autor. «La fuerza mágica y telúrica de ese faro y de sus costas me han inspirado con energía, especialmente cuando se vieron amenazados por la catástrofe del Prestige», añade. Un enclave donde es más palpable esa esencia genesíaca del océano —«el principio de la vida: contiene el plancton nutricio y por eso deben ser conservados y protegidos frente a tantos atentados causados por la mano del hombre»— y que quizá explique cierta cualidad whitmaniana. Una comparación que Paz Gago encaja con una humildad no exenta de humor: «Quizás la Costa de la Morte es para mí lo que para Whitman fueron las costas de California, muy presentes en su obra. Tengo a mi favor que la potencia mítica de la Costa da Morte es muy superior a la de las playas californianas, lástima no tener la genialidad del autor de Hojas de hierba...».

A la hora de traducir a palabras y versos el impacto ecológico, social y emocional de una marea negra, Paz Gago echa mano de términos como «máquinas de guerra», atribuido a los petroleros. «La expresión procede de Deleuze, una de las referencias filosóficas fundamentales de mi propio pensamiento. Aunque en él se trata de un concepto más social y semiótico, yo lo utilizo en un sentido literal, bélico: el hombre contra el hombre, agrediendo sistemáticamente a sus semejantes, a su medio, a la naturaleza», reflexiona.

También abundan otras palabras de connotaciones negativas: monstruo, infierno, toxicidad... «El panorama que describo es desolador y los datos sobre catástrofes marinas por vertidos de hidrocarburos o de productos químicos tóxicos confirman esa visión poética negativizante», admite el poeta, a la vez que aboga por «buscar una salida y no perder la esperanza de que los mares volverán a su estado y a su transparencia primigenia».

Paz Gago alude a cómo los desastres también tienen una consecuencia positiva y que puede invitar a cierto optimismo: «La hecatombe del Prestige levantó una ola de solidaridad, de voluntarismo fraternal que tampoco olvidaremos: ahí está el futuro esperanzador, el mensaje positivo que trato de lanzar, a pesar de los pesares, en este poemario».