El 2021 se cierra con cifras «históricas» de venta de libros, que crecen un 20 %

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACIÓN / LA VOZ

CULTURA

Alberto López

El sector asegura que la facturación será la mejor de la última década. La pandemia, observan los libreros, nos hizo volver a la lectura

30 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En el 2008, el mundo del libro se encontraba en tal tremendo estado de forma que aquel ejercicio llegó a alcanzar un pico máximo de facturación de 3.190 millones de euros, pero la crisis de las subprime vació los bolsillos de los españoles. Entre otras cosas, el lector dejó de acudir a las librerías y el sector se sumió en una tendencia decreciente que le hizo tocar fondo en el 2013, con 2.181 millones facturados. El impulso tras rebotar en lo hondo fue moderado, pero de repente llegó la pandemia. En el año 2020, la facturación del mercado del libro fue de 2.400 millones de euros y, a falta de un análisis reposado que llegará en el primer trimestre del 2022, una vez que los datos se hayan consolidado, para este 2021 está asegurado como mínimo un crecimiento de un 20 %, lo que supone unos 480 millones de euros. Así, el año se cerraría, apuntan fuentes del negocio editorial y del comercio de proximidad, con unos 2.900 millones de euros. Aún está lejos de aquella boyante primavera predesplome del mundo financiero, pero supone la mejor marca de la última década.

«Es un incremento histórico, nunca las librerías habían crecido en los porcentajes que hemos visto este año -confirma Álvaro Manso, portavoz de la Confederación Española del Gremio y Asociaciones de Libreros (CEGAL)-. Y es algo que dice mucho. Por un lado, habla de la respuesta de los lectores, del apoyo a las librerías, pero también revela que hay mucho lector nuevo, que durante la pandemia mucha gente ha vuelto a la lectura o ha descubierto, al tener un tiempo que antes no tenía, que quería dedicar sus ratos de ocio a los libros».

Ya el pasado fue un año muy bueno. A pesar de haber estado cerradas tres meses, las librerías llegaron al 2021 con un porcentaje sorprendentemente bajo de pérdidas, del 4 %. «Fueron muchas ventas perdidas, porque también se prescindió de las ferias, y al final se recuperaron -señala Manso-. Y, sin tres meses, prácticamente se quedó a cero con respecto al 2019, que no había sido malo».

La tendencia se consolidó a lo largo de los últimos doce meses: ahora hay más gente que lee pero también son más los que acuden a las librerías, hay una pauta de compra mayor de la que había y la oferta nunca fue tan elevada, «porque se han juntado libros que habían quedado en el tintero en el 2020 y los lanzamientos previstos para el 2021», subrayan desde el sector.

Confirman la prosperidad también en las librerías gallegas. Aseguran percibir una reconexión de la ciudadanía en general con el mundo del libro. Ramón Domínguez, de la librería Formatos y Presidente de la Federación de Librerías de Galicia, destaca el empujón a la caja de incentivos como los Bonos Presco, del ayuntamiento coruñés, o del Bono Cultural de la Xunta. «Fue una herramienta de muchísima utilidad para recuperar todo lo perdido», valora. Se queda con el acercamiento del público al comercio de proximidad, dice, y con esa necesidad patente, agrega, «de entender el mundo», de recurrir al libro para ello.

«Al libro físico se le llegó a poner fecha de caducidad, pero estos datos constatan que el papel no estaba en decadencia»

De cada cien libros físicos que se venden, 69 se despachan en librerías y 24 a través de Internet; los siete restantes son ejemplares digitales. De estos datos y del crecimiento observado este año, Patrici Tixis, presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, extrae dos conclusiones: que las librerías de barrio son el principal canal de venta -celebra que estos últimos años hayan recuperado un papel históricamente suyo, que se hayan «revitalizado»- y que el libro en papel es actualmente el que está tirando de todo el sector. «Hemos recuperado lectores y hemos atraído hacia la lectura a gente que no leía, pero sobre todo lo que hemos conseguido es que el libro, que en el salón de casa está compitiendo con una gran oferta cultural que llega de las plataformas, haya salido fortalecido», apunta. Vuelve a estar en el centro.

—¿Por qué es tan importante?

—Estos datos no solo son importantes para el libro, también lo son para el conjunto del país, porque la lectura, en realidad, es más que un entretenimiento cultural, aporta una capacidad de conocimiento mayor, abre la mente y proporciona herramientas para enfrentarse a la vida. Y en En España hay un problema grande de brecha cultural entre las comunidades que más leen y las que menos. Hay casi 20 puntos de diferencia. En el conjunto del país, un tercio de la población dice que no lee, porque no quiere leer; en mi opinión, un porcentaje demasiado alto. Y esta demostrado que los países económicamente más avanzados tienen un índice mayor de lectura. Es fundamental para mejorar la competitividad.

—¿Cómo se consigue que alguien que dice que no lee porque no quiere se incorpore a la lectura?

—Desde la Federación de Editores estamos reclamando desde hace tiempo un pacto social, un acuerdo que vaya más allá de los políticos, que alcance a toda la sociedad, y que incluya planes a largo plazo para incrementar los índices de lectura y de comprensión lectora, que también es muy importante. En los informes PISA somos de los países que están en el furgón de cola. Hemos pedido al Gobierno que incluya la mejora de los índices de lectura y comprensión lectora entre los grandes desafíos que tiene España de aquí al 2050. La lectura es la base de cualquier progreso. Es importante destinar recursos a ello.

—Pero la tendencia muestra brotes verdes. ¿Qué papel jugó aquí la pandemia?

—Durante esta pandemia, la lectura nos ha dado la oportunidad de reflexionar, de ver el mundo de otra manera, de detenernos, de compartir lo que estaba sucediendo a través de las historias y de buscar respuestas a preguntas que antes no nos habíamos planteado. Las librerías han sido auténticas farmacias de guardia de la salud emocional, y eso que en el 2020 estuvieron tres meses cerradas. El libro acabó siendo declarado un bien esencial. Y hay que tener en cuenta que leer es un entretenimiento que, además de barato, porque un libro de 20 euros puede durar tranquilamente de 20 a 25 horas (la relación entre el coste y el disfrute es muy grande), te permite mantener activa la mente, desarrollar la imaginación, la capacidad de expresión. Durante esta pandemia, mucha gente que había apartado la lectura por un día a día muy ajetreado ha vuelto a ella y otros se han acercado al libro cuando antes no solían leer. 

—¿El papel no iba a desaparecer?

—Estas cifras constatan que no, que no estaba en decadencia. A principios de los 2000, la mayoría de los gurús decían que el libro en papel tenía los años contados; llegó incluso a ponérsele fecha de caducidad. Y hoy, casi 20 años después, convive perfectamente con el libro digitales. Reivindicamos muchísimo, eso sí, los pasos que la tecnología nos ha permitido dar, no solo en lo respectivo al ebook, sino también por cómo nos ha facilitado acercar los libros en papel a los lectores. El libro está hoy al alcance de la mano como nunca. Uno de los retos que tenemos por delante es afrontar esta digitalización y esta modernización en todo el sector, desde las librerías hasta las propias editoriales, para ser más eficientes y para poder llegar al lector cuando quiera y como quiera.

—Las cintas de cassette y los cedés han desaparecido, ¿por qué sobrevive el libro físico?

—Creo que tiene mucho que ver que la lectura del libro es reposada.El pedagogo y filósofo Gregorio Luri dice siempre que el libro en papel es como la rueda, un invento perfecto que no se puede reinventar. El hecho de leer las líneas ordenadamente, que una te lleve a la otra te permite concentrarte, tocarlo, pasar las páginas, saber el volumen de lo que estás leyendo, poder moverte hacia atrás y hacia delante con gran facilidad. El libro en papel es uno de los grandes inventos de la humanidad. En países como Estados Unido hace tiempo que el libro digital tocó techo. Hoy representa alrededor del 20 % y ya no va a más; en Europa, supone entre el 7 y el 10 %.