La escritora madrileña falleció a los 61 años, víctima de un cáncer
27 nov 2021 . Actualizado a las 22:16 h.Hace solo un mes, Almudena Grandes contaba a través de su columna de El País que padecía cáncer. «He tenido que escribir algunos artículos muy complicados a lo largo de mi vida. Ninguno como este. Todo empezó hace poco más de un año. Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a pelear», apuntaba. Y ayer se confirmó el peor pronóstico: la escritora madrileña fallecía a los 61 años.
Casada con el poeta Luis García Montero, director del instituto Cervantes, con quien tenía una hija, Elisa, Grandes está considerada una de las narradoras españolas más relevantes y con mayor proyección internacional. Ella ha destacado siempre por su valentía, su coraje de vivir y su arrojo a la hora de contar, pero sobre todo por darle voz a las mujeres y los hombres silenciados. Grandes ha sido memoria viva de este país y así lo ha reflejado en sus libros en los que eligió un bando: el de los derrotados. Siempre preocupada por los perdedores, la escritora, que estudió Geografía e Historia, pronto empezó a trabajar en el mundo editorial como correctora y autora de textos para enciclopedias y libros de divulgación. En el 2012 formó parte de la comisión ejecutiva de Izquierda Abierta, partido integrado en Izquierda Unida (IU), y mostró su apoyo público a cuestiones políticas o sociales, como la autoinculpación colectiva en el caso de eutanasia para el tetrapléjico Ramón Sampedro en 1998.
Autora de cuentos en sus comienzos, en 1989 publicó su primera novela, Las edades de Lulú, reconocida con el Premio Sonrisa Vertical de literatura erótica, que fue traducida a más de veinte idiomas y llevada al cine un año después por Bigas Luna.
En 1991 publicó su segunda novela, Te llamaré viernes, a la que siguió en 1994 Malena es un nombre de tango, otro éxito literario, que la consagró como escritora y también llegó a la gran pantalla, en esta ocasión, de la mano de Gerardo Herrero. «Siempre he dicho que Malena es mi novela más autobiográfica, por esa sensación que tiene cuando es pequeña de que no es suficientemente buena para ser niña, y que le iría mejor siendo niño», llegó a decir en alguna entrevista.
Su admirado Galdós
Después vinieron muchas más obras: Atlas de geografía humana, Los aires difíciles —ambas, llevadas también al cine—, Castillos de cartón o El corazón helado, premio de Novela de la Fundación Juan Lara y del Gremio de Libreros de Madrid.
Inspirada en su admirado Benito Pérez Galdós —del que dijo que había sido el escritor más importante de su vida—, sensibilizada y conectada con el movimiento de memoria histórica, Grandes comenzó en el 2010 uno de los proyectos literarios de más largo alcance de la narrativa contemporánea en español: los Episodios de una guerra interminable, una saga de seis novelas que atravesaban lo peor de la historia del siglo XX. Antes de sacar el primer título a la calle, Inés y la alegría, la escritora ya sabía qué iba a contar en los cinco siguientes. Planificaba todo muy bien antes de arrancar su obra, que destripaba previamente en los cuadernos que ella utilizaba con una trama bien trazada.
En el último libro publicado, La madre de Frankenstein, indagó en la biografía de Aurora Rodríguez Carballeira, la parricida más famosa del siglo XX español, que tiroteó a su hija, Hildegart Rodríguez Carballeira, para no perder su control sobre ella, después de haberla moldeado durante años para convertirla en una mujer ideal. Grandes dedicó esta obra a «todas aquellas mujeres que no pudieron atreverse a tomar sus propias decisiones sin que les llamaran putas». Su plan era cerrar la saga, que ha vendido más de un millón de ejemplares y que le procuró premios como el Nacional de Narrativa en el 2018 por Los pacientes del doctor García, en el año 1964, cuando esta madrileña era una niña de 4 años. Esta última entrega, de carácter póstumo, se titulará Mariano en el Bidasoa, y estará centrada en la emigración económica y los 25 años de paz. Si cumple con lo que a la autora le gustaba, los lectores la esperarán en febrero, el mes que Almudena Grandes elegía para publicar.
De izquierdas, republicana, anticlerical, feminista y del Atlético de Madrid
De izquierdas, republicana y anticlerical, Grandes ha sido también una analista de su tiempo. De pluma precisa y certera, comenzó su colaboración con El País en el 2008 y en sus columnas lo mismo desataba su pasión colchonera, que defendía a capa y espada el feminismo o cargaba las tintas contra una derecha «que cada vez que pierde el poder, se comporta como si se lo hubiesen robado». Ayer, tras conocerse su fallecimiento, fueron muchos los políticos que mostraron sus condolencias a través de las redes sociales, como el ministro Miguel Iceta, que en Twitter escribió: «Las letras españolas y los progresistas estamos de duelo». También la ministra de Igualdad, Irene Montero, dio las gracias a Grandes: «Por regalarnos tu literatura durante décadas». «Gracias por hablar, siempre, desde la mirada de las mujeres, desde la memoria histórica y desde la belleza de las palabras. Siempre con nosotras», añadió.
También recordó a la escritora el Atlético de Madrid, «porque presumió orgullosa durante toda su vida de su afición por los colores rojiblancos» . «Hoy todos tenemos el corazón helado. Tu ser, tus palabras, tus novelas… te hacen eterna. Gracias por todo lo que nos has regalado. Un abrazo a todos los seres queridos de Almudena Grandes», señaló Alejandro Sanz en su mensaje. Joaquín Sabina, por su parte, destacó a una «una mujer valiente» y Pancho Varona se despidió con todo el afecto: «La conocí bien gracias a Joaquín y a Luis. Tengo esa suerte en la vida, haber conocido y disfrutado de personas y escritoras como ella». El cantautor Marwan, amigo personal de Grandes, dejó en las redes uno de los mensajes más emotivos: «Muy triste decir adiós a tus cariños, tus letras y tus deliciosas cenas en las que ponías tanta entrega como en tus magníficas novelas. Rota y Cádiz entera te van extrañar mucho. Gracias por todo y por tanto».