Todo Dostoievski articulista

héctor j. porto MADRID / ENVIADO ESPECIAL

CULTURA

Bicentenario. Detalle del retrato al óleo de Dostoievski realizado por el pintor Vasili Perov en 1872 y que se conserva en Moscú en el museo estatal Tretiakov. Este jueves 11 de noviembre se celebra el bicentenario del nacimiento del escritor.
Bicentenario. Detalle del retrato al óleo de Dostoievski realizado por el pintor Vasili Perov en 1872 y que se conserva en Moscú en el museo estatal Tretiakov. Este jueves 11 de noviembre se celebra el bicentenario del nacimiento del escritor.

El sello Páginas de Espuma recopila en los dos volúmenes de «Diario de un escritor» la obra periodística del autor de «Crimen y castigo»

11 nov 2021 . Actualizado a las 08:58 h.

Nunca Fiódor Dostoievski (Moscú, 1821-San Petersburgo, 1881) fue tan popular como cuando publicaba Diario de un escritor, que —en temporadas en que llegó a tirar 8.000 copias— incluso lo ayudó a salir momentáneamente de la situación de penuria económica en que lo dejó la quiebra de la revista Tiempo que fundó su hermano Mijaíl. La aventura echó a andar a finales de 1873. Para entonces acumulaba una abundante experiencia como periodista y un notable prestigio como escritor, el mismo que solo había vendido doscientos ejemplares de su novela El eterno marido (1870). Fue nombrado director del rotativo petersburgués El ciudadano, y, además de ocuparse de las labores editoriales, decidió reservarse una sección propia, Diario de un escritor, en la que volcar tanto la crónica cultural como sus inquietudes sociales y políticas o la crítica literaria. No habría límite en los asuntos a tratar. Improvisa. «Me hablaré a mí mismo y por mi propio placer, bajo la forma de este diario, y —arguye— ya veremos lo que sale. ¿De qué voy a hablar? De todo lo que me llame la atención o me haga reflexionar». El proyecto se interrumpió por desavenencias con el propietario. Cuando lo reanudó tres años después Diario de un escritor era un cuadernillo independiente y mensual con cabecera propia enteramente redactado por él. Una empresa similar a la que emprendió en 1891 Emilia Pardo Bazán con Nuevo Teatro Crítico, una revista de contenido heterogéneo que tenía una intención entre pedagógica y auto-promocional.

«El Diario de El ciudadano es un cajón de sastre. Sus declaraciones, donde a menudo hay observaciones atinadas y a veces ideas sorprendentes, van en todos los sentidos, sin método, al antojo de pensamientos frecuentemente dudosos o de una inaudita banalidad que su autor considera interesantes simplemente porque son los suyos». Quien realiza este juicio es el ensayista y dramaturgo rumano Virgil Tanase (Galati, 1945), que elaboró una biografía sobre el autor de Crimen y castigo que acaba de publicar Ediciones del Subsuelo.

Todo es tan excesivo y contradictorio como el propio Dostoievski, caracteres que a veces alcanzan también a su narrativa, por muy indiscutible que sea su genialidad literaria. Pero tampoco son escritos tan espontáneos y poco meditados como podría parecer. Un claro ejemplo es la forma en que se manifiesta sobre Tolstói y su Anna Karénina, a los que celebra, respectivamente, como un inmenso talento y «un hombre respetado por toda la Rusia culta» y una obra artísticamente perfecta; mientras, en sus cuadernos, habla de un autor mediocre y una obra muy decepcionante y festeja al influyente editor y periodista Alexéi Suvorin cuando deplora Anna Karénina como una historia demasiado larga, detallada, pobre y que pone en juego «unos personajes vulgares y escasamente interesantes». Incluso así, con estas dobleces, este corpus compone un retrato muy ajustado no solo de Dostoievski sino también de la Rusia de su tiempo, de su historia y de su literatura, un escenario en que él, por cierto, fue denostado por la intelectualidad debido a sus posicionamientos conservadores y su cercanía ideológica al zarismo.

Tiene razón sin embargo Paul Viejo cuando asegura que «Diario de un escritor es un libro que no existe», porque Dostoievski jamás dio a la imprenta un volumen así titulado. Y debe ser verdad eso de que si no existiera el libro habría que inventarlo —dedicó a estos artículos buena parte de sus últimos años de vida, junto a la escritura de Los hermanos Karamázov— porque Viejo ha efectuado de la mano del sello Páginas de Espuma una ardua labor para sacar adelante esta edición en dos tomos del Diario de un escritor que concita más de 2.200 páginas. Y va tan lejos en su extensión porque Viejo decidió que el libro (inexistente) debe incorporar la obra periodística anterior al Diario, textos similares de pareja intencionalidad como El bocazas, un artículo de 1845, unas Crónicas de San Petersburgo y otras piezas diversas. Para redondear la publicación, como apéndice, ofrece una amplia antología de los apuntes y notas extraídos de los cuadernos que Dostoievski utilizó durante esos años y que complementan o añaden algún matiz a los temas abordados o desarrollados en el Diario.

El lector hallará aquí una obra de lo más miscelánea, con un discurso en general apasionado y que da cabida al ensayo, el reportaje, la opinión, la reseña literaria e incluso excelentes narraciones como Bobok. También se encarga de la réplica a la correspondencia de los lectores, a los que en ocasiones se dirige directa y personalmente. A juicio de Tanase, esta condición de voz única e identificable, este diálogo, convierte a Dostoievski «prácticamente en un director espiritual que, al mismo tiempo, puede actuar como un confesor comprensivo». En tal sentido, menciona «la avalancha de cartas» que recibe y en las que uno le cuenta la muerte de su hermano en el campo de batalla, otro le relata su dedicación a auxiliar a los niños menesterosos... Y cada uno trata de que el escritor conozca sus buenas acciones para obtener su aprobación o las que son reprobables o malas, como si él pudiese darles la absolución y redimirlos de su carga.

«El lector encontrará en estos escritos quién era, qué pensaba y cómo creaba Dostoievski», corroboró Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, este miércoles en la presentación de los dos volúmenes. «Sí, aquí está Dostoievski, pero no puede buscarse lo que ofrecen unos diarios íntimos, unos cuadernos al uso de un escritor, unas notas o un boceto de sus novelas. Dostoievski redactaba estos textos pensando en el público, hacia fuera», detalló Paul Viejo, coordinador de la edición y que asumió las tareas de unificación del trabajo de las tres traductoras: Eugenia Bulatova, Elisa de Beaumont y Liudmila Rabdanó.