Rosa Cedrón: «El reguetón es una especie invasora»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

La vocalista Rosa Cedrón publica con este «Nómade» su tercer trabajo en solitario.
La vocalista Rosa Cedrón publica con este «Nómade» su tercer trabajo en solitario. Marcos Míguez

La cantante acaba de editar «Nómade», un disco de sombras que buscan la luz

02 nov 2021 . Actualizado a las 16:53 h.

La portada de Nómade, el tercer disco de Rosa Cedrón (Monforte de Lemos, 1972), resulta inquietante. Aparece su rostro vendando con varias mariposas negras. «Simbolizan esa oscuridad en la que a veces nos vemos envueltos cuando tocamos fondo y estamos donde no queremos», explica.

-¿Este disco es un viaje desde la oscuridad a otro lugar?

-Sí, pero nunca es definitivo. Uno piensa que ya lo ha conseguido y que ha salido y, de repente, la vida te sorprende con otra prueba. Por eso somos almas nómadas que estamos en constante búsqueda y movimiento. Vaciando las maletas, liberándonos de cosas y buscando otras nuevas.

-¿Un viaje espiritual o físico?

-El físico ya pasó. Esto me pilla ya mayor. En su día fue así y mucho. Había años en los que me despertaba y no sabía ni en qué ciudad estaba. Ahora es otra cosa. Acabo de cumplir 49.

-Y, además, es madre.

-Claro, estoy en ese momento que viene de atrás. Influyeron muchísimas cosas. Tuve que reestructurarme por dentro y por fuera. Primero con la fibromialgia. Después, con el coronavirus.

-En el disco hay una dedicatoria a su padre, que murió en mayo del 2020.

-No fue por ello, aunque creo que tuvo algo que ver. Hay unos grandes olvidados en esta pandemia, que son lo que tenían de entrada una enfermedad, como puede ser un cáncer. De repente, se quedaron perdidos en un limbo sanitario. 

-Es ya su tercer trabajo en solitario. El último fue hace cuatro años. ¿Se lo ha pensado mucho?

-Soy de fuego lento, nunca he tenido prisa en la vida.

 -Sobrevuela la idea del disco concepto. ¿Qué quería mostrar en él?

-Una serie de historias resueltas que puedan servir de guía para otros. Son situaciones del alma, del corazón y los seres humanos. Cualquiera que las escuche se va a sentir identificado. Ya están resueltas. De algún modo es una especie de muestrario de cosas superadas

-Lo ideal entonces sería que, al abrir el cedé, volasen las mariposas.

 -Sería perfecto. Unos muelles que disparasen las mariposas. Pero si te fijas, lo abres y hay luz y está el mar. El símbolo por excelencia de la vida.

 -De hecho, sale en muchas canciones. 

-El mar está siempre en casi todas mis canciones. Ya desde la época de Luar na Lubre.

-¿Combinar gallego y castellano es el signo de los tiempos?

-No lo sé. Yo desde el momento que dejé Luar na Lubre hice un ejercicio de sinceridad y coherencia. A mí me educaron en gallego y castellano. Gallego por parte de la familia paterna, que venían de la aldea, de esa Galicia profunda que está tan en boga.

-¿Se crio en la famosa Galicia profunda que cita la jueza?

-Tengo mis raíces ahí, como todos en esta tierra. El que más y el que menos ha tenido contacto con la aldea. Gracias a Dios, porque eso te hace más de raíz. Por parte de mi madre, me crie en Monforte de Lemos y ahí estaba el castellano. No siempre, pero sí mucho. Para mí tanto fluye un idioma como otro.

-Antes estaba todo dividido. Ahora se ha mezclado. Por ejemplo, Xoel López cantaba en castellano y ahora mete alguna en gallego. O Guadi Galego, que ahora canta alguna en castellano.

-Hay esa apertura. Es la realidad de nuestro país. El intentar ir a un sitio u otro es escapar de ella. Yo me considero artista para todo el mundo, independientemente de idiomas o ideologías.

-Dice que las nuevas canciones le llevan a la paz y a la alegría.

-Sí, porque todas resuelven problemas. Son pruebas superadas. Vamos a por la siguiente.

-Ve cerca ya los 50. En teoría ahí ya debería estar todo resuelto y tener las cosas claras.

-Para nada.

-¿Siguen las mismas dudas que en la juventud?

-Sigo de funambulista. Los artistas somos amantes de la cuerda floja. Si no, nos dedicaríamos a otra cosa. Cuando me preguntan qué le diría a alguien que quiera dedicarse a esto, digo siempre que esté preparado para transitar un camino que no es solo de rosas. Hay muchas espinas. Y lobos escondidos detrás de árboles.

-¿Se cumple en «Nómade» el mito del disco terapéutico?

-Todos lo son. De alguna manera, son descargas emocionales. Te estás vaciando. Exponerte públicamente y abrirte a la gente siempre sienta bien. La música en sí misma es medicina, el que lo niegue miente. Debería darse en todas las farmacias.

-¿Una canción en lugar de un lexatin?

-Efectivamente. Que hay música para todo, además. ¿Qué te falta vitaminas? Coge un buen disco de música electrónica.

 -En la pandemia mucha gente dijo que se había dado cuenta lo importante que era la música. ¿Exageran?

-En mi caso es mi vida. Yo no me planteo hacer otra cosa. Si lo hago puede ser… como mucho, pintar. El resto no me motiva para nada.

-Cuando escucho a los músicos decir esas cosas, por un lado digo: «¡Qué envidia!”. Pero por otro pienso: «¡Qué mala suerte!».

 -Claro. Como te vaya mal vas a ser un desgraciado siempre. En eso me considero muy afortunada. He tenido una suerte que ni me la creo. Cuando empecé, fue de una forma totalmente inesperada. De pequeña tenía la ilusión de cantar y andaba por ahí con el mazo del mortero, imaginando cantar delante de un montón de gente. Veía a músicos en la televisión y decía: «Yo también quiero eso». Pero se quedó ahí y me dije: «Eso le pasa solo a unos pocos, tú estudia, saca una plaza en el conservatorio o una orquesta y ya está». Pero entró mi hermano en Luar na Lubre y Mike Oldfield dijo que grababa The Song Of The Sun y allí acabé yo, en Luar na Lubre. 

 -¿Quién le gustaba cuando decía que quería cantar de niña?

-¡Buff! Yo veía La Bola de Cristal. Escuchaba mucho a Cyndi Lauper. Luego, mi tío ponía mucha música en casa, cosas como Deep Purple y Pink Floyd. Aunque yo estaba en la música clásica, todo eso me atraía muchísimo. En el instituto recuerdo a grupos como ModernTalking o A-Ha. Escuchaba de todo. 

-Su época en Luar na Lubre era un constante crecer y crecer, cada paso más que el anterior.

-Sí y todo en muy poco tiempo. El primer concierto lo habíamos hecho en un pub de un amigo de Bieito y, de repente, me vi en la noche de San Juan en Gijón con la playa abarrotada. Ese día me dije a mí misma: «¿Qué haces? ¿Te largas o te quedas?». Y me quedé. Pasé mis miedos y mis inseguridades, pero disfruté tanto que me quise quedar toda la vida. Luego me vi en Londres con Mike Oldfield, con unos musicazos tremendos en una súper producción. Fue todo muy flipante.

-¿Por qué se desvaneció aquella época del folk gallego?

-Los medios nacionales dejaron de prestar atención. Eso fue lo que varió. Nunca más volvió a sonar nada a nivel nacional en gallego. Pero seguimos llevándolo a todas partes. Yo creo que es más un prejuicio a nivel nacional. Como aquí siempre se han mezclado las churras con las merinas y se ha mezclado la música y la política, al final pasan esas cosas.

-En los noventa todo aquello tenía un gran apoyo institucional, ahora parece que no tanto.

-Sí, además llegaron especies invasoras, como el reguetón.

-¿Lo considera así?

-[Risas] A nivel musical sí, no a nivel humano. Pero en lo músical es una especie invasora total. Incluso músicos como Alejandro Sanz se han apuntado al carro del reguetón. Incomprensible. ¿Dónde está lo nuestro? ¡Con la riqueza musical que hay en España!

-En el ámbito comercial se les suele sugerir a los artistas que se actualicen por ese lado.

-Sí, pero supongo que quedamos artistas como yo que pasamos de las modas.

-Es decir, no va a hacer reguetón

-¡Jamás! No por nada, que eso tiene su público. Pero yo no me veo haciendo esas cosas. Y si no voy a disfrutar con lo que hago, no lo hago. Ya me pueden pagar lo que quieran.

«Soy totalmente antidiva, la tía más normal del planeta»

En el nuevo álbum de Rosa Cedrón aparecen canciones que llevaban tiempo guardadas en un cajón el no encontrar sitio en discos anteriores. Una de ellas es Ti, miña flor, dedicada a su hija, uno de los mejores momentos del disco. «A mí me gustan todas, pero esa me encanta. Es la más folkie e irlandesa. Mi hija se llama Éire. En este disco me he quitado muchas espinitas», dice la artista.

-¿Cómo se digiere hacer un tema así y que la discográfica diga «no»?

-No es que dijeran no. Lo que ocurre es que llegó un poco tarde, cuando todo estaba estructurado. A la que me dijeron no es a Devolverme el aire, una canción muy mía. Fue la eterna niña fea.

-Ahora, con el descalabro de la industria musical y asumiendo funciones ejecutivas, puede sacarse todas estas espinas.

-Para vender tu música no necesitas una multinacional. Hay un universo abierto al mundo si lo trabajas... Requiere mucho tiempo, pero si no te gusta esto de las redes sociales es difícil.

-¿Cómo lo lleva?

-A veces me cuesta [risas]. No siempre tengo todo el tiempo del mundo para eso.

-Para los artistas que vienen de otra época, lo de relacionarse con el mundo a través de Instagram debe ser complicado.

-Intento humanizarlo lo más posible. El hecho de que tengas más likes cuando haces una foto echando morritos y una frase vacía que cuando compartes algo de tu música a mí me descoloca mucho. ¿Qué estamos vendiendo, música o jamones? No me resulta coherente. Para mí, no tiene ese punto que tiene para otras personas, que viven de su imagen. Yo vivo de mi voz. Y es lo que intento transmitir.

-En su época en Luar na Lubre los medios la «vendían» como una diva de la canción gallega.

-¿Diva yo? Los que me conocen saben que de diva no tengo nada. Siempre he dicho que he sido muy afortunada de cómo me han tratado siempre los medios. Siempre hubo respeto y cariño. Incluso en las redes sociales el respeto es máximo. Yo no ando metida en movidas raras, ni enseñando jamón. Pero sí que lo de diva siempre me ha hecho gracia. Es igual que lo de que levito en el escenario. 

-Es curioso que a las mujeres de la música muchas veces se les califique de divas o de musas casi de manera automática.  

 -Sí, es verdad. ¿Por qué no hay musos?

 -Christina Rosenvinge, a la que siempre se le denomina «la musa del indie», se mostraba incrédula por ello. Decía que no entendía que la llamasen así cuando ella era compositora, no alguien que inspirase a otro creador. 

-Claro. Y lo de diva, ¿por qué? ¿Por divina? A lo mejor es un término que se aplica al campo de la ópera. Pero yo soy antidiva, la tía más normal del planeta. 

-Al iniciar «Nomade» queda claro que de aquella etapa folk aún queda mucho en usted. 

-Muchísimo. Y quedará toda la vida. Es lo que vas recogiendo. No puedes renegar de nada. Si eres honesto, te sale. Yo me eduqué en la música clásica y estuve años metida en el folk más efervescente. Eso queda ahí. 

-Ahora hay mezclas en el pop que apelan a las raíces desde otro lugar como, por ejemplo, Rosalía o aquí en Galicia Baiuca. ¿Qué le parece?

-Es que eso es impepinable. Al final vuelves a la madre. Antes o después vuelves a la tierra porque es fuente inagotable de sabiduría. Lo llevas en el ADN. Estará siempre esperando ser reinterpretada y redescubierta. Eso es fantástico. Además ahora no estamos en la época del purismo y se puede hacer todo.

-¿Por qué canta?

-Buff… no lo puedo explicar. Canto desde que era pequeña, es una necesidad. No lo sé. A lo mejor ahora he aprendido a expresarme con palabras, pero antes me costaba muchísimo. De pequeña era muy tímida y me costaba mucho hablar. Encontré en la música un vehículo de expresión y de soltar emociones fantástico. Al principio, era algo mío. Luego, poder llevarlo al público fue lo que acabó de darme ese sentir de que yo vine al mundo para hacer eso. 

-¿Fue su refugio juvenil?

-Totalmente. Es buenísima. De hecho, la música debería tener mucha más presencia en los colegios. Es fundamental. No solo a nivel emocional, sino también en un plano mental.

-¿Cuando canta ahora, a los 49, se reconoce en aquella adolescente huidiza?

-Sí, a veces acabo llorando porque me emociono de más. En Operación Triunfo le decían a los participantes que no era bueno emocionarse de más. Y eso vale si vamos a contar mentiras, pero si vamos a contar verdades las cosas son como vienen. Si me emociono, me emociono. Para cortarse y reprimirte ya está la vida.  

-Me dijo antes de empezar que le gustaba Massive Attack. No los asociaría a usted.

-Tampoco Mortörhead. Una vez, en un concierto de ellos, me vino un chico y me dijo: ¿Tú no eres la de Luar na Lubre? ¿Qué haces aquí?. Y yo le dije: ¿Y tú?