El narrador gallego José María Merino, Premio Nacional de las Letras 2021

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

El escritor José María Merino (A Coruña, 1941), en una imagen tomada el pasado junio.
El escritor José María Merino (A Coruña, 1941), en una imagen tomada el pasado junio. Rodrigo Jiménez | Efe

El prestigioso galardón reconoce la «maestría y excelencia en la creación de literatura fantástica» del académico y autor de «Aventuras e invenciones del profesor Souto»

29 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La de José María Merino (A Coruña, 80 años) es una de las más grandes y ricas aventuras narrativas del último medio siglo de la literatura castellana. Maestro de la palabra y la imaginación, poeta, narrador y académico, fue reconocido este jueves con otro gran galardón, el Nacional de las Letras Españolas, la más alta distinción institucional tras el Cervantes y dotado con 40.000 euros. Reconoce la «maestría y excelencia en la creación de literatura fantástica» de un narrador que brilla en la novela, la nouvelle, el cuento y el microrrelato.

Destacó el jurado «la inteligencia de sus reflexiones teóricas sobre la ficción» de «todo un referente para sucesivas generaciones». Dueño de un peculiar universo que mezcla memoria, sueño y realidad con una imaginación desbordante, antes que como escritor se define Merino como un «imaginador de ficciones». «No fue el ser humano quien inventó la ficción, sino la ficción lo que inventó al ser humano», dijo al ingresar en la Real Academia Española (RAE) en el 2009 con un discurso titulado Ficción de verdad. Distingue así la ficción «de una realidad que no necesita ser verosímil, al contrario que la literatura, que debe ser verosímil y hacer creíble un cuento sobre vampiros».

«La lengua es una víctima de las nuevas tecnologías», afirma este narrador total que no utiliza ni Twitter ni WhatsApp, que tiene una relación «extraña» con Internet y que se queda «estupefacto» ante las patadas al léxico, la gramática y la ortografía que inundan la Red. «Si perdemos la palabra lo perdemos todo y desaparecemos como especie», afirmó al presentar Aventuras e invenciones del profesor Souto, los textos de su quijotesco alter ego. Su último libro es Noticias del Antropoceno y reúne un centenar de relatos y microrrelatos inspirados por su preocupación ante el maltrato al planeta.

Merino toma el relevo en este premio de su amigo y hermano Luis Mateo Díez, uno de los autores con los que formó en los años ochenta del siglo pasado la llamada escuela leonesa que tanto aportó a la narrativa española. El de hoy es una esquirla más en la multipremiada carrera de este estudioso de la tradición oral, recopilador de narraciones populares y cultivador del filandón -encuentros para contar al calor de la lumbre típicos de León- y firme aspirante al Cervantes.

Gallego de nacimiento con alma leonesa, pasó Merino un largo período de su vida en Valladolid, hasta que se trasladó a Madrid, donde estudió Derecho. Autor temprano, el grupo Claraboya enmarcó sus primeros pasos en la creación literaria. En la revista homónima de León aparecieron sus primeros escritos. Comenzó publicando los poemas de Sitio de Tarifa (1972), para darse a conocer como narrador en 1976 con su Novela de Andrés Choz, por la que obtuvo el premio Novelas y Cuentos. Ha alternado desde entonces la publicación de novelas con libros de cuentos, poemarios, narraciones para jóvenes y microrrelatos.

Abundantes galardones

Pronto se hizo acreedor a grandes premios como el de la Crítica, que ganó 1985 con la novela La orilla oscura. En 1992 reunió en Crónicas mestizas la trilogía El oro de los sueños (1986), La tierra del tiempo perdido (1987) y Las lágrimas del sol (1989). El Nacional de Literatura Infantil y Juvenil le llegó en 1993 por No soy un libro. Seguirían el premio Miguel Delibes de narrativa por Las visiones de Lucrecia (1996); el NH de relatos por Días imaginarios (2002); el Ramón Gómez de la Serna de narrativa por El heredero (2004); el Torrente Ballester por El lugar sin culpa (2007) o el Premio de la Crítica de Castilla y León por El río del Edén (2012), obra que mereció también el Premio Nacional de Narrativa.