Jo Labanyi: «Pardo Bazán admiraba a la campesina gallega por el trabajo duro que hacía»

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

La investigadora Jo Labanyi, especialista en la literatura del siglo XIX español, este lunes en la casa museo Pardo Bazán.
La investigadora Jo Labanyi, especialista en la literatura del siglo XIX español, este lunes en la casa museo Pardo Bazán. César Quian

La profesora de la Universidad de Nueva York defiende el feminismo de la escritora y reclama que no se la juzgue con los criterios del presente

26 oct 2021 . Actualizado a las 10:21 h.

«Creo que el feminismo de Emilia Pardo Bazán es totalmente sincero», afirma la profesora en la Universidad de Nueva York Jo Labanyi, que participa en el congreso internacional sobre la escritora que esta semana se celebra en Galicia con motivo del centenario del fallecimiento de la autora de La Tribuna. Otra cosa, alega, es que se puedan cuestionar aspectos que afloran en su obra y que, dice, rechaza darles protagonismo en estos actos conmemorativos «porque sería de mal gusto». Alude a «ciertas actitudes racistas» que entiende que eran propias de la época y que «hoy son difíciles de tragar». «Además -añade-, es una persona a la que incomodan las aspiraciones sociales de las clases bajas, algo también muy de su tiempo, siendo como ella es de clase burguesa alta».

Son rasgos de clase entendibles en el siglo XIX. «No se puede pedir a personas que vivieron en el pasado que sean como nosotros somos hoy en día. Lo podemos aprender de la historia: el pasado no es el presente», recalca como crítica a ese presentismo tan en boga. «Hay que entender a Pardo Bazán en su contexto. Y, para su contexto, tiene una biografía realmente sorprendente. Eso debemos apreciarlo. No esperar que sea una mujer de hoy. La condesa no es una mujer de hoy. Sin embargo, creo que era una mujer con ideas muy modernas que podemos valorar incluso ahora. Entre ellas, un feminismo que no debe cuestionarse. Fue una figura que quiso triunfar -¿por qué no?- y que lo hizo en buena parte para mostrar qué era posible realizar para una mujer y, como pionera, ofrecer un modelo a otras mujeres».

La investigadora inglesa Jo Labanyi (1946) matiza que, pese a su clasismo, «Pardo Bazán también es capaz de admirar a la mujer campesina. En muchos ensayos feministas habla de las campesinas gallegas, por ejemplo, para demostrar que la mujer es capaz de hacer un trabajo duro. Y las admira por eso». No hace nada para cambiar las condiciones de vida de esas mujeres, pero -objeta- quizá eso no se puede esperar de una burguesa de aquel tiempo. «En la revista que fundó Nuevo Teatro Crítico hay un ensayo en que relata que cuando estaba haciendo investigaciones en la fábrica de tabacos coruñesa para escribir La Tribuna conoció a mujeres que tenían ideas políticas bastante más inteligentes que muchos de los hombres que votaban por los políticos corruptos de entonces», ensalza.

No era Emilia Pardo Bazán (A Coruña, 1851-Madrid, 1921) una sufragista, asume, pero es que en su época nadie estaba pidiendo el voto para la mujer. Así, subraya, «Concepción Arenal, un poco mayor que ella, sí está en contra de conceder el voto a la mujer porque sostiene que la política era algo sucio de lo que las mujeres deben mantenerse alejadas. Que yo sepa, Pardo Bazán no escribió en contra del sufragio».

Una prueba de su capacidad de trabajo es la revista Nuevo Teatro Crítico (1891-1893), ideada al modo del padre Feijoo como una especie de producto enciclopédico. Tenía periodicidad mensual y cada número, con más de cien páginas, estaba enteramente escrito por la autora de Los pazos de Ulloa. Concebía la publicación como una plataforma promocional de su figura y su obra, pero no por que los textos fuesen publicitarios. «Se trataba de colocar su nombre permanentemente en la esfera pública. Es de las que pensaba y afirmaba que incluso una mala reseña es mejor que no tener reseña alguna. El objetivo es que su nombre aparezca. Creo que tenía una visión muy moderna de cómo el libro ha de venderse», asegura Labanyi. Su vida en Madrid y sus relaciones sociales viajaban en similar dirección: «Le encantaba recibir en su casa, acoger tertulias, y también -evoca- moverse en los salones de más influencia aristocrática de la capital».

Del mismo modo, explica, sus cuentos operan con esta filosofía. Pardo Bazán conocía el poder de los periódicos para difundir la obra literaria. De hecho, recuerda, el cuento como género es un invento de la prensa decimonónica. Por eso, apunta la catedrática, escribió más de medio millar. Así puede alcanzar un público más extenso que con sus novelas en formato de libro. Pero es que además es una cuentista excepcional: «Fue una gran maestra de ese giro inesperado que es tan importante en el cuento. Sus cuentos son muy modernos. Sobre todo en su visión de la mujer, que trata a veces con una doble voz para que por un lado lo que hace la protagonista pueda parecer cuestionable y para que poco a poco asome un sentido alternativo por debajo de la superficie».