Lise Davidsen: «No basta solo con trabajar, tenemos que experimentar que somos seres humanos»

C. Maneiro

CULTURA

La soprano Lise Davidsen, durante su recital en A Coruña.
La soprano Lise Davidsen, durante su recital en A Coruña.

La «mejor cantante del año» pasó por Galicia rumbo a París y Nueva York

08 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La soprano noruega Lise Davidsen (Stokke, 1987) es la más reciente estrella de la ópera. Aclamada en medio mundo, los principales teatros se la disputan y no deja de recibir premios como el International Opera Award, el Óscar de la lírica, que la ha señalado como «la mejor cantante del año». La artista llegó, cantó y cautivó en A Coruña, en cuya Programación Lírica ha ofrecido su único concierto con orquesta (la Orquesta Sinfónica de Galicia) de este año en España. Ahora la aguardan en París y Nueva York, sus próximas paradas, pero el público gallego ya sueña con poder volver a ovacionarla pronto.

-Después del parón por la pandemia del covid, este verano ha regresado al festival de Bayreuth, una de las citas mayores de la música clásica en Europa, donde además ha resultado aclamada como la gran triunfadora de la pasada edición, ¿cómo fue reencontrarse de nuevo con el público?

-Muy emocionante, sobre todo por la posibilidad de cantar de nuevo para el público y hacerlo con la orquesta al completo. Además lo primero que canté fue la Elisabeth de Tannhäuser, que nada más aparecer en escena interpreta una celebración de su regreso también a un cierto lugar mágico para ella. Por ese motivo, lo que hice allí adquirió un significado muy especial tanto por poder expresar mi agradecimiento por volver a un certamen tan importante como por tener la oportunidad de reencontrarme con el público.

-No puede quejarse en ese sentido, ya que el público gallego le ha dispensado larguísimas ovaciones en su concierto del domingo…

-Desde luego, me ha sorprendido muy positivamente la reacción del público gallego, tan entusiasta, me ha llegado al corazón. La gente a veces ignora lo importante que es establecer esa corriente de comunicación porque al final todo lo que hacemos es por ellos, por eso han sido tan tristes estos meses de parón, los streamings no podrán sustituir nunca el necesario contacto humano.

-Quizá ustedes, los artistas, han pagado uno de los precios más altos por esta crisis, ¿no cree?

-Totalmente, hemos pagado un precio demasiado alto comparado con otras profesiones, pero por otro lado este sacrificio que hemos debido hacer de apartarnos de nuestro hábitat natural debería servir para demostrar la importancia de lo que somos y de lo que hacemos. Los políticos, sobre todo, deberían tomar buena nota de lo imprescindible que el arte y la cultura son para nuestras vidas. No basta solo con trabajar, con relacionarnos a través de las redes sociales, tenemos que experimentar que somos seres humanos no autómatas con vidas programadas.

-Usted ha tenido desde el principio el apoyo de la familia real de su país, Noruega. La reina viajó incluso hasta Nueva York para presenciar su debut en la Metropolitan Opera…

-En Noruega la familia real tiene un significado simbólico, por eso el hecho de que la reina de mi país se desplace a verme en un debut tan importante lo que hace es enviar una señal a la sociedad. Incluso si no les gusta la música, los políticos tienen la responsabilidad de asistir a los conciertos, óperas, …

-Usted creció en un pequeño pueblo, Stokke (Noruega), de 11.000 habitantes. ¿Cómo llegó a descubrir la música y, sobre todo, saber que quería ser cantante de ópera?

-Imagínese, allí nunca tuve contacto con la música porque no había nada parecido a un festival como el de A Coruña, pero sí sentía desde pequeña que había en mi interior emociones que necesitaba expresar. Y para ello fue crucial el colegio, allí pude tomar mis primeras lecciones, luego canté en un coro, descubrí a Bach y así paso a paso hasta que mi profesora en Copenhague me dijo que por mi voz podía ser soprano. Al principio pensé que eso era imposible, pero mi familia me apoyó mucho. Ya fuera a la hora de practicar balonmano o de cantar, el consejo fue siempre el mismo: lo que hagas hazlo bien y hasta el final.

«Escucho poca música, ya es bastante con mi profesión»

Lise Davidsen nació en Stokke, una pequeña localidad noruega no muy lejos de la capital, Oslo, donde ahora reside. Su vecino durante el confinamiento, relata la cantante, no parecía estar tan impresionado por una voz que The New York Times ha definido como «una entre un millón»…

-Jajaja, nooo… Resulta que me mudé a un piso en Oslo a principios de enero del 2020, y después de dos días el vecino vino a quejarse porque me escuchaba practicar y parece que le molestaba, evidentemente no es lo mismo vocalizar que cantar un recital. Yo le dije que no se preocupara, que viajaba constantemente, que serían un par de días a lo sumo. Pero inmediatamente llegó el confinamiento, así que tuve que aislar las paredes con moqueta.

-¿Qué otra música escucha cuando no está ensayando o actuando?

-En A Coruña, en mis paseos hasta la torre de Hércules, escuchaba una mezcla de todo, pop de mí país, mainstream… Pero escucho poca música, ya es bastante con mi profesión, prefiero dedicar el tiempo libre a los podcasts.

-¿Cree que las nuevas generaciones, con su capacidad de concentración mermada por la atención que prestan a las redes sociales y pantallas, pueden disfrutar con una ópera como «Tristán e Isolda», de cinco horas?

-Creo que mi generación empieza a concienciarse de la saturación en el uso de las redes sociales, y cada vez hay más personas que valoran el hecho de poder prescindir, por ejemplo, del móvil. Cada vez hay más gente interesada en el yoga, el mindfulness y en las emociones auténticas. Por eso tengo toda la confianza en que habrá nuevas personas que se interesarán por la ópera, por experimentar algo duradero. Yo a mis amigos les digo siempre: escuchad, aunque sean solo cinco minutos, porque sé que si lo hacen se engancharán. Ningún libro mantiene la misma tensión desde la página 1 hasta la 500, pero el camino es lo más satisfactorio que uno pueda encontrar. Con Wagner, por ejemplo, pasa lo mismo.