-No me refería a la industria musical en concreto, sino a la vida y a la predestinación. Eso coarta. Dicen que los algoritmos son el nuevo destino y me niego a creer en eso. Dicen que Internet nos hará libres. Antes era el trabajo y estaba escrito en las puertas de Auschwitz. Pero, vamos, no quiero entrar en polémicas, que me lío. A lo mejor con pataletas de viejo, pero es el cierto que el orden mundial ha cambiado mucho y a uno le cuesta.
-Habla del rock n' roll como libertad. ¿Continúa siendo como en los ochenta, cuando empezaron?
-No, claro. Pero en los ochenta ya no era lo que era en los setenta y setenta. Entonces era el centro mundial de todo. En los ochenta la cosa fue bajando y ahora es una manera más de expresión, junto a otras muchas. Pero creo que se debería caracterizar por la ausencia de ortodoxia y no por todo lo contrario, que es lo que muchos ven ahí: chupas de cuero, cervezas, motos... A nosotros todo eso nos interesa nada. Nos interesa expresarnos, desahogarnos y comunicar.