Nani García: «Sigo esperando esa melodía...»

CULTURA

MARCOS MÍGUEZ

El compositor y pianista sigue alternando la jubilación con el trabajo porque, dice, los proyectos son el algoritmo de la longevidad

14 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Menudo y sonriente, Nani García (A Coruña, 1955) es capaz de generar enseguida un ambiente de comodidad en la conversación que se agradece. El gran pianista gallego de jazz, autor de bandas sonoras inolvidables, comparte una infusión en una terraza de Cambre repasando, entre otras cosas, lo importante que es tener proyectos.

-Eso de Nani...

-Es un apodo familiar. Yo me llamo Amador, como mi padre. Él fue emigrante en Cuba de pequeño y allí en algún momento le empezaron a llamar así. Pero mi padre era una persona muy seria y no mantuvo ese nombre. A mí también me lo pusieron y como soy un poco más cantamañanas continué con él. Cuando me llaman Amador me llegan ecos de la escuela, de cuando estaba haciendo algo malo, ja, ja.

-¿En qué anda ahora?

-Estoy jubilado pero tengo muchos proyectos.

-Yo pensé que los artistas no se jubilaban.

-Ahora podemos jubilarnos, percibiendo derechos de autor y, cuando me encargan algún proyecto, si me interesa, me vuelvo a dar de alta. Esto ha cambiado mucho; me acuerdo en los años 80, los primeros conciertos de Clunia, íbamos a Hacienda a entregar el IVA y nos decían: «No sabemos qué hacer con eso».

-¿Y qué compone ahora?

-Estoy acabando la música para una película y tengo otras dos o tres en estudio. También compongo música de concierto. Antes de jubilarme estrené una ópera y tengo otra en proyecto. Y de vez en cuando sale algún bolo del trío de jazz y entonces también me doy de alta y luego de baja.

-Lo del bolo seguro que es más divertido que estar componiendo.

-Sí, claro. En el trío somos muy amigos y lo pasamos muy bien. Hacemos la música que nos gusta.

-Hay poco interés por el jazz.

-El justo. Es como si me dice que hay poco interés en la física cuántica. Las actividades intelectuales que requieren un cierto esfuerzo siempre se quedan en cantidades menores.

-Usted empezó a estudiar música en Suecia; ¡qué exótico!

-Fueron circunstancias de vida. Cuando salí de España, el jazz aquí no existía. Al menos, yo no lo conocía. Y cuando llegué allí descubrí un mundo de músicas. El contraste era muy grande.

-Los clásicos del jazz están muy pegados al consumo de drogas.

-Fue una época. En ese momento, el jazz era la música de moda. Ocurrió con la música Jimmy Hendrix o con la de Amy Winehouse. En los 50, los 60 había una gran avidez intelectual. Miles Davis hizo un concierto para cien mil personas. Hoy hablamos de cincuenta personas.

-Si Miles Davis se pudiera levantar, igual sí volvía a convocar a cien mil personas.

-Hoy en día, no. Hoy llenaría el Teatro Rosalía o el Colón.

-¿Tiene músicos en la familia?

-Mis padres eran melómanos, pero no músicos. Tampoco me considero un músico superdotado ni talentoso. Todo lo que tengo es a base de trabajo y repetición.

-¿Es más importante la perseverancia que el talento?

-Sí. La perseverancia puede salir de ti mismo. El talento te viene dado. Y aún así, tienes que perseverar.

-Usted tiene una intensa relación con el cine.

-Yo empecé haciendo música para teatro, fue mi primera relación con el relato y luego me convertí en un fan de la relación música-relato. Y fui evolucionando hacia las series de televisión y luego al cine.

-¿Cómo trabaja? ¿Le viene la inspiración de repente, sale de percutir constantemente con el piano?...

-Lo que anda en mi cabeza es más abstracto. No me sale la melodía, sino que pienso por dónde tirar. Delante del piano, a poder ser descansado y bien dormido, voy más a lo concreto.

-Los músicos tienen un poder especial para comunicar y emocionar.

-Yo sigo esperando que llegue esa melodía... Ennio Morricone tenía ese poder para encontrar la melodía y hacía que la película virase un poco hacia la música, pese a que la música en el cine está subordinada al relato.

-¿No le tienta escribir?

-Últimamente lo hago. Escribo relatos.

-Trabaja mucho.

-La clave es tener proyectos. Es la manera de sobrevivir. Aunque nos alarguen la vida, si no tenemos proyectos, ¿dónde vamos? Yo tengo una necesidad íntima de creación. Para mí, crear es como el agua, es vital.

-Poca pereza, entonces.

-No. Siento pereza como el que más. A veces veo televisión sin conocimiento, pero es una forma de recargar pilas también.

PILAR CANICOBA

-¿Hay algún proyecto que le dejara absolutamente satisfecho?

-Es difícil. Yo todo lo que sé de música lo he aprendido por mi cuenta. Y me ha llevado toda la vida. Hay cosas que hice que me gustan mucho. Son cosas que tengo en casa, como un quinteto de metal y marimba que está por estrenar y me encanta como quedó... Cada vez que aprendo algo, me salen las cosas mejor.

-Elija dos músicos de todos los tiempos para formar un trío de jazz.

-Pues Charlie Haden en el contrabajo y en la batería Jack Dejohnette.

-Defínase en pocas palabras.

-Soy perseverante, con una genética positiva y con una impulsividad controlada.

-¿Celta o Dépor?

-Digamos que, de ser de alguno, soy del Dépor.

-¿Qué le gusta hacer más allá del trabajo?

-Leer, ver la tele y estar con mi mujer.

-¿No hace deporte?

-Lo hice de joven, pero no estoy dotado para el deporte. Cuando digo que soy perseverante, me refiero a que lo soy con lo que me gusta, ja, ja.

-¿Tiene hijos?

-Tengo dos y cuatro nietos. Pero viven lejos.

-Si no hubiera sido músico, ¿qué le habría gustado ser?

-Escritor probablemente.

-Dígame una canción.

-Qué difícil. Una que escuché hace poco y me gustó: de Jeanne Moreau, Le tourbillon de la vie.

-¿Qué es lo más importante en la vida?

-Tener proyectos. Es el algoritmo de la longevidad.