La música en directo vuelve a las salas de conciertos gallegas

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

GInebras actuando el pasado sábado en la sala Inn Club de A Coruña
GInebras actuando el pasado sábado en la sala Inn Club de A Coruña

Recitales con gente de pie y el 50 % de aforo miran a la normalidad

14 sep 2021 . Actualizado a las 10:20 h.

Ginebras, uno de los grupos de moda del pop nacional, actuaba el pasado sábado en la sala Inn Club de A Coruña. En los días previos y ante la duda, los responsables del local especificaron en sus redes sociales que el evento se iba a desarrollar sin sillas. Todo en medio del desconcierto de un público que llevaba 18 meses sin saber lo que es asistir a una actuación de ese modo. «La gente entraba un poco a la expectativa, pero cuando veía que estaban en un concierto de pie, como antes, se animó enseguida», señala Luis Diz, gerente del establecimiento.

Realmente, no es como antes del 15 de marzo del 2020. Solo se dispuso del 50 % del aforo. Los asistentes tenían que llevar mascarilla. Y solo podían retirarla al consumir. Pero la consideración de ocio nocturno -que tantas trabas puso en el pasado para los conciertos- ahora juega a favor de estos. «Si en la discoteca puedo tener gente de pie en la pista, ¿por qué no en los conciertos?», justifica Diz. El próximo sábado estará en el Inn Club Joe Crepúsculo. La entrada será libre hasta completar ese aforo reducido a la mitad.

«Ahora tenemos ilusión, pero también necesidad de volver y arrancar, aunque sea en este estado de anormalidad»

No es el único. En la también coruñesa sala Filomatic repartían tralla roquera Thee Blind Crows a la misma hora y con el público erguido. En Vigo hacían lo mismo Kings Of The Beach en La Fábrica de Chocolate. «Hasta hace quince días no podíamos ni abrir, pero ahora podemos ofrecer conciertos y estamos reactivando la programación», confirma Marcos Vázquez, uno de los socios de la sala viguesa. Con la limitación manejan un aforo de 100 personas, «lo que ya permite ver un concierto como los de antes; se está perfecto y, con lo recaudado, se puede mantener la sala en funcionamiento y sacar a los empleados del ERTE». En su calendario inminente ya figuran Escuchando Elefantes y Sexy Zebras.

Salvo un pequeño impás en la desescalada del verano del 2020, el sector de las salas ha estado parado durante toda la pandemia. «Ahora tenemos ilusión, pero también necesidad de volver y arrancar, aunque sea en este estado de anormalidad», señala Pepe Doré del Garufa Club, de A Coruña. En los últimos días anunció su programación de octubre. Se basa principalmente en artistas locales y el variado elenco de bandas residentes que normalmente funciona en su local. «Siempre hemos tenido mucho contacto con el sustrato musical de la ciudad. Gracias a ellos estamos aquí y hay que empezar esta vuelta por ahí», declara. Por ahora, va a funcionar con el público en silla al 50 % del aforo: «Los conciertos sentados son parte de la dinámica habitual de la sala, aunque hay algunos de ese mes que estaría bien que se pudieran hacer de pie». Se refiere a Michelle David & The True Tones, que estará el 13. Una estrella internacional en un mes en el que actuarán Hot Chocolates, Turma Caipira, Sandra Calderón, Almas de Cántaro y Pardo, entre otros.

Luz al final del túnel

David Pedrouzo, que regenta el Café Pop Torgal de Ourense y programa en SON Estrella Galicia, sostiene que ya no hay marcha atrás. Después de meses soportando agravios comparativos, se pregunta: «¿Si en el Bernabéu hay 40.000 personas en un partido de fútbol, por qué en el Torgal no puede haber 40 viendo un concierto?». Ya contempla una programación para su local que se desvelará en las próximas semanas. Respecto al ciclo de la cervecera, dice que ya se adelantaron a todas las leyes estableciendo el protocolo safe stage, «que va siempre un paso más allá en temas de seguridad». Muchos de esos conciertos ya se han anunciado. Otros lo harán en breve. «Antes del verano no se vendía nada, pero tras las vacunaciones la gente ve que esto está pasando y quiere recuperar todo lo que se perdió este tiempo», aduce.

«Los músicos tienen que comer»

Al margen de la experiencia artística y el goce del público, tras este parón se esconde un serio problema económico. Por el camino se quedaron salas como el Baba Bar en A Coruña, el Forum Celticum de Culleredo o El Contrabajo de Vigo, incapaces de lidiar con el cierre obligado. También, muchos empleados en ERTE y artistas que no disponían de su plataforma básica de trabajo en los meses no estivales. «Los músicos tienen que comer y para eso es necesario que puedan trabajar, igual que los técnicos, programadores y todo el sector», reclama Luis Diz.

«No veo que esos controles que nos piden los haya en las farmacias, en los supermercados o los comercios. La viabilidad económica con estas restricciones no es posible. Pero la cuestión es ir avanzando, porque lo que es insostenible es el inmovilismo», arguye Pepe Doré. «Quizá no se pueda ir al 100 %, pero sí al 60 %, reforzando ventilación, limpieza y lo que sea. Lo otro es pasado y hay que aplicar el sentido común. No puede ser que por un escenario cambien las cosas respecto a otros locales», opina David Pedrouzo.

Luis Diz da por hecho que en el próximo mes de octubre las salas ya podrán trabajar con el 75 % de su aforo. Cree que pedir el 100 % no es inviable. «No queremos subvenciones, sino poder trabajar. Y si permitieran el pass covid como en Francia, se podría usar todo el aforo», concluye.