Había coincidencia en que The Lost Daughter, dirigida por la actriz Maggie Gyllenhaal, era una película de apreciable riesgo pero que se hundía por las fallas de su escritura dramática sobre las lagunas mentales de una mujer deshabitada. Pues precisamente eso, su guion, es lo que el jurado ha considerado ejemplar. Y largarle el Premio del Jurado al Michelangelo Frammartino de Il Buco suena a lastre para contentar a quienes adoran la espeleología inanimada. Pero no tanto el cine.
Lo que no podrá evitar este palmarés -como todos los demás, evanescente- es la consciencia de que esta magnífica cosecha de la 78.ª Mostra dejará su huella en títulos ya indelebles sobre los que el tiempo sentará justicia: la imposible redención y el tormento bressoniano de The Card Counter, el canto del cisne de la Spencer del chileno Larraín, el estalinismo frente a la agónica huida hacia delante de la rusa Captain Volkonogov. También, en menor medida, las películas de Lorenzo Vigas y de Michel Franco.