Festival de Venecia: Michel Franco muestra a Charlotte Gainsbourg y Tim Roth en un Acapulco de sangre y fuego

JOSÉ LUIS LOSA VENECIA

CULTURA

Charlotte Gainsbourg, Tim Roth, Michel Franco e Iazua Larios en Venecia.
Charlotte Gainsbourg, Tim Roth, Michel Franco e Iazua Larios en Venecia. ETTORE FERRARI

Xavier Gianolli adapta a Balzac y su obra sobre la prensa, el poder y el teatro durante la Restauración francesa, en la muy celebrada «Illusions Perdues»

06 sep 2021 . Actualizado a las 08:45 h.

Michel Franco es ese director mexicano del que ya hemos dicho más de una vez que se comporta con maneras efectivas de piraña a la hora de rebañar el oro de los festivales. Viene de ganar en la Venecia del pasado año el Gran Premio del Jurado por Nuevo Orden, amoral ejercicio de efectismo al servicio de un discurso ideológico ambiguo y muy peligroso. De hecho, en su país le costó esa película innoble el repudio bastante generalizado de la sociedad civil mexicana. O de lo que queda de ella después de tantos años de estado fallido. Porque ese leit-motiv -el del hundimiento de las leyes, de los poderes, de los consensos de clase que permiten habitar un mundo civilizado- es la base del desigual cine de Franco.

En Sundown no se sale de su territorio. Aborda esa inhabitabilidad, esta vez centrado en un grupo humano foráneo. Una familia multimillonaria a la que vemos vacacionar en un centro turístico de altísimo standing, un fortín alejado de cualquier contacto con la población local. De pronto, una tragedia lejana les obliga a suspender el viaje. Pero uno de sus miembros se queda descolgado, sin pasaporte. Y se afinca en un hotel modestísimo, al pie de una modesta playa de Acapulco. Es Tim Roth, de nuevo dirigido por Franco tras Chronic. Y la manera en que da Roth esa vida como latente a un ser al que percibimos interiormente deshabitado es una proeza de este actor tantas veces postergado.

En Sundown hay dos estallidos de violencia. Uno, en esa playa para los nativos, denota que una vida vale el tiempo que tarda una mancha de sangre en disolverse en el mar. Y parece metabolizarse como algo cotidiano. La otra, por el contrario, es disruptiva, a la manera de lucha de clases. Las dos caben en el estado de Guerrero, zona de carteles y depredadores. A toda esa brutalidad asiste ausente Tim Roth, respirando el aire de la dulce pasión que le insufla una vendedora de souvenirs de ese humilde refugio que ha encontrado para morir. No alcanza Sundown las cotas de cine más extremo de Michel Franco. Es siempre inquietante y va incorporando estrellas internacionales a sus cuadros en la Laguna Estigia mexicana. Lo hace con Charlotte Gainsbourg en este filme notable, donde campa de nuevo el horror pero expandido con sordina.

Balzac muy bien adaptado

Hay solvencia en la forma en que Xavier Giannoli adapta al Balzac de Las ilusiones perdidas. Cuenta, a borbotones, el ascenso social de un joven poeta de Angulema, muy bien compuesto por Benjamin Voilsin, quien solo buscaba el amor de una mujer noble, Cécile de France. Y que termina con su medraje en el París de esa otra belle epoque que fue la restauración. Se adentra en los salones viperinos de los palacios. En los burdeles y en los teatros donde para triunfar hay que pagar impuesto revolucionario. Habla del poder de la prensa en un momento en que ésta funcionaba como un casino o una bolsa de valores en la que apostar. Una voz en off subraya los orígenes de las noticias fake. Es una estimable función de análisis de las corrientes de la Historia, entre gatopardiana y zarzuelera, en los años reaccionarios tras la caída de Napoleón. Cuenta con colaboraciones de estrellas del star-system galo como Depardieu o Jeanne Balibar. Fue muy celebrada -un par de decibelios por encima de sus merecimientos- y apunta a premio. Algo que no sucederá con la del todo olvidable Mona Lisa and the Blood Moon, enésima aparición de chica con superpoderes -entre Carrie y La Furia- pero resuelta con sesgo naïf y de golosinas por la muy sobrevalorada Ana Lily Amirpour.