Venecia golea a Cannes con su concepción de festival del «star-system»

José Luis Losa

CULTURA

dd

El Lido vuelve a ser puerto del desembarco de Hollywood con filmes como «Dune» y «The Last Duel», pero también atrae el cine autoral

01 sep 2021 . Actualizado a las 09:06 h.

A lo largo de esta década, Alberto Barbera, asentado director de la Mostra, fue tomando conciencia de que el omnipotente Cannes —a quien nadie tosía— mostraba su talón de Aquiles, cada año más expuesto a la vulnerabilidad: el cine norteamericano renunciaba a participar de la bacanal de cine de autor de la Costa Azul, en la cual Hollywood no tenía mucho que ganar y sí sufría sonoros estropicios.

Fue entonces cuando Barbera logró encadenar las primicias de las películas de la temporada estadounidense: Gravity, Birdman, Spotlight, Lalaland, Joker, Nomadland. Y el cine de los Coen. Y las visitas constantes de George Clooney o Emma Stone. Y hasta se permitió Barbera convertir el Lido en una reivindicación del añorado Nuevo Hollywood, con colosales tributos a Michael Cimino, Peter Bogdanovich, William Friedkin o Paul Schrader, quien precisamente este año presenta a concurso, con todos los honores y veneración, su última película, The Card Counter, cuando en otros lugares a Schrader se le daba ya por amortizado.

Sumen a eso la guerra sin cuartel de Cannes con Netflix, mientras Venecia otorgaba su León de Oro a uno de los éxitos artísticos mayores de esa marca, la Roma de Alfonso Cuaron. Y así llegamos al momento presente de la caída del imperio. En el actual estado de las cosas, Cannes sigue mandando —lo demostró en julio— en plantilla de directores de firma. Pero la atribulada alfombra roja de la Croisette palidece —o destiñe—confrontada con lo que desde hoy pasará por el Lido: Kristen Stewart, Timothée Chalamet, Ben Afleck, Matt Damon, Kate Hudson, Willem Dafoe, Kirsten Durnst, Oscar Isaac, Adam Driver, Ed Harris o Jamie Lee Curtis. Y entre los europeos, Olivia Colman, Timothy Spall, Javier Bardem, Penélope Cruz, Antonio Banderas, Charlottte Gainsbourg, Isabelle Huppert, Gerard Depardieu, Cecile de France, Toni Servillo, Benedict Cumberbatch, Tim Roth y Terence Stamp.

Más allá de nombres, la constatación del triunfo de Venecia en su formulación como festival del Star-System se metaboliza en la presencia aquí de un filme como Dune, el esperado remake de Dennis Villeneuve del filme maldito de David Lynch. Toda una película-evento. Cannes buscó en julio para su programación algo equiparable a este blockbuster. Se conformaba in extremis con la enésima entrega de Fast and Furious. Y hasta ahí la gran industria le dio calabazas.

Venecia no solo exhibe músculo con Dune. También presentará la nueva superproducción histórica de Ridley Scott, The Last Duel. Y no tendrá reparo en abrir de nuevo sus brazos a lo más granado de la cosecha Netflix: Jane Campion y su western The Power of the Dog. O el Nápoles de Maradona en Fue la mano de Dios, de Paolo Sorrentino. De igual forma afirma la Mostra su ausencia de complejos incluyendo en el concurso una comedia de humor farsesco como la coproducción hispano-argentina Competencia oficial, con Banderas y Penélope Cruz entregados a la autoparodia.

Almodóvar

Para la supremacía de Cannes en su terreno de los directores de alta creación sin duda es molesto lo sucedido con la sorpresiva participación en esta Mostra de Pedro Almodóvar. Un León de Oro para el español sin que luzca todavía una palma en el Cannes que lo venera pero le ha hecho siete cobras sería una incómoda paradoja. Almodóvar no es ni mucho menos la única firma cannois que pugnará por premios en el Lido. Además del citado Sorrentino —otro hijo de Cannes—en la sección oficial sobresalen autores como el mexicano voraz Michel Franco (ganador el pasado año del Gran Premio del Jurado con Nuevo Orden y ahora de nuevo candidato con Sundown y su Acapulco tintado de sangre) o la emergente realizadora británica Ana Lily Amirpour, en cuyo hipotético triunfo con el thriller de chica con poderes extrasensoriales Mona Lisa and The Blood Moon muchos se apresurarían a encontrar similitudes con la Palma de Oro bizarra de Julia Ducournau y Titane.

Pero si alguien puede disputarle el foco de la máxima ansiedad a Almodóvar en Venecia ese es sin duda el chileno Pablo Larraín con Spencer. En ella propone a una Diana de Gales desembridada de complejos frente a los Windsor y corporeizada en la totémica Kristen Stewart. Para quienes recuerden lo que Larraín hizo con la cenital Jackie (y la sangre craneal de Kennedy en su vestido rosa Chanel) este nuevo cuento de hadas con decapitación de corazones abandera como ningún otro los colores de la rebelión All-star de Venecia —festival plebeyo visto desde la Croisette— frente a la Casa Real de Cannes y su nobiliaria lista de auteurs. Hoy comienza la toma de la Bastilla.