Todas las caras de Emilia Pardo Bazán

CULTURA

Cartel que recibe al visitante en la muestra de la BNE.
Cartel que recibe al visitante en la muestra de la BNE. BENITO ORDÓÑEZ

La exposición en la BNE «El reto de la modernidad» retrata a la gran escritora gallega en sus múltiples facetas

11 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Conservadora y feminista radical, católica militante y separada de su marido, célebre y denostada, admirada y ridiculizada, moderna y antimoderna, gallega hasta la médula, nacionalista española, europeísta y cosmopolita, tradicionalista y fascinada por el progreso, amante de las polémicas, transgresora y totalmente anti-sentimental. Todas estas facetas están presentes en la exposición Emilia Pardo Bazán. El reto de la modernidad, uno de los grandes acontecimientos culturales del año que coincide con el centenario de su muerte, y que se puede visitar en la Biblioteca Nacional (BNE) hasta el 26 de septiembre. La historiadora Isabel Burdiel, autora de una monumental biografía de la coruñesa y comisaria del proyecto, analiza para La Voz las múltiples facetas de la escritora gallega que se pueden observar en la muestra. Reúne doscientas piezas: manuscritos -entre ellos el de última novela, Selva, que quedó inédita-, fotografías, cartas, óleos, dibujos, muebles y otros objetos.

Una visitante contempla una fotografía de Pardo Bazán paseando por los coruñeses jardines de Méndez Núñez, en 1904.
Una visitante contempla una fotografía de Pardo Bazán paseando por los coruñeses jardines de Méndez Núñez, en 1904. BENITO ORDÓÑEZ

Uno de los aspectos que más llaman la atención son los ataques «machistas y misóginos» que recibió, como los califica Burdiel, aunque resalta que también hubo «hombres que la apoyaron y le tenían una gran respeto, como Galdós, Giner de los Ríos, Unamuno o Rubén Darío». Pero otros, sobre todo Menéndez Pelayo y Clarín, fueron muy agresivos. La propia Pardo Bazán escribía en 1912 que ella había sido «en los treinta y pico años» de carrera literaria, «el más atacado y combatido de los escritores españoles. Todo se me ha regateado con avaricia»; y, destacaba, se metían incluso con su carácter o su físico. Clarín rechazó sus tres intentos de ingresar en la RAE con argumentos como este: «¿Para qué quiere doña Emilia ser académica? ¿Cómo quiere que sus verdaderos amigos le alabemos esa manía? Más vale que fume. ¡Ser académica! Es como si se empeñara en ser guardia civila [sic] o de la policía secreta».

Fue una «feminista radical, adelantada a su tiempo, que creía en la igualdad absoluta entre hombres y mujeres en todos los sentidos, defensora de la coeducación, cosa que entonces era muy poco común, amplió lo que se podía pensar al respecto en entornos conservadores, pero también progresistas», asegura Burdiel. «Mientras el último proletario puede aspirar a todo, la mujer apenas, tímidamente, a reclamar lo que ha ganado en buena lid. A su reclamación responden con el codazo en las costillas», escribió. Para alabarla decían que tenía un «talento macho» y «escribía como un hombre». «Entonces lo masculino se ligaba a la potencia intelectual. Ella lo que hizo fue darle la vuelta, ocupar ese espacio y asumir esas cualidades en la medida en que eran positivas: todo lo que decían que era varonil lo podían hacer las mujeres».

Varias visitantes contemplan la faceta de madre de Pardo Bazán, recogida en este retrato.
Varias visitantes contemplan la faceta de madre de Pardo Bazán, recogida en este retrato. BENITO ORDÓÑEZ

Políticamente, tenía un perfil «conservador muy marcado», militó activamente en el carlismo cuando era joven, pero se desengañó al darse cuenta de su carácter «rancio y ultracatólico y de que no la dejaban hacer nada, aunque nunca se pasó a las filas liberales». Ya no perteneció a ningún movimiento político. La comisaria afirma que pensaba lo mismo que Virginia Woolf: «Mientras las mujeres no tengamos derecho a ser activas en política ni a votar ni a ser votadas me niego a tener filiación política y a apoyar a ningún partido».

Detalle de la exposición «Emilia Pardo Bazán. El reto de la modernidad».
Detalle de la exposición «Emilia Pardo Bazán. El reto de la modernidad». BENITO ORDÓÑEZ

«Su principal legado es ser una de las grandes escritoras europeas de su generación, a la altura de los y las más grandes, que, junto a figuras de la talla de Benito Pérez Galdós o Leopoldo Alas Clarín, desempeñó un papel decisivo en la renovación de la ficción», sostiene la catedrática de Historia Contemporánea y Premio Nacional de Historia 2011.

Gallega «hasta la médula» y nacionalista española

Habría que preguntarse, asegura Burdiel, «qué hay en Galicia que crea mujeres de la potencia intelectual de Concepción Arenal, Rosalía o Pardo Bazán». «Ella sentía Galicia, su paisaje, su gente, su lengua en buena medida, aunque la hablaba poco, como le ocurría a la gran mayoría de su clase social. Para ella Galicia era el paisaje interior y emocional profundo, se sentía gallega hasta la médula, por eso le dolían más los ataques que recibía desde allí, más que los de cualquier otro sitio», afirma la comisaria, quien vivió en Cambados hasta los 16 años. «Galicia entró en el canon literario gracias a ella, y desde luego mucho más que por los galleguistas, que sin duda fueron muy importantes y tuvieron un papel fundamental en rescatar la cultura gallega, pero quien colocó a Galicia en el mapa literario de España y parte de Europa fue Emilia Pardo Bazán», sostiene. «De la misma manera que Andalucía entra con Valera, Cantabria con Pereda y Madrid con Galdós, Galicia lo hace con Pardo Bazán», incide. Era una nacionalista española, «como Galdós, en un momento histórico en el que se está construyendo la nación, no tiene por qué tener un sentido peyorativo; y creía en la pluralidad cultural de España, que juzgaba uno de sus grandes valores».

En la exposición, como no podía ser menos, hay continuas referencias a Galicia, desde que se inicia el recorrido hasta el final. Pardo Bazán nació en 1851 en A Coruña, fruto del matrimonio de hidalgos formado por José Pardo Bazán y Amalia de la Rúa, «ricos, educados y liberales» como dice el primer panel con que se topa el visitante. A los 16 años se casó con otro hidalgo, José Quiroga, que tenía 19, del que se separaría.

Pardo Bazán, como propietaria de su residencia de Las Torres de Meirás.
Pardo Bazán, como propietaria de su residencia de Las Torres de Meirás. BENITO ORDÓÑEZ

El incendio del pazo de Meirás en febrero de 1978 también está presente con las imágenes tomadas por el fotógrafo de La Voz de Galicia Xosé Castro.
El incendio del pazo de Meirás en febrero de 1978 también está presente con las imágenes tomadas por el fotógrafo de La Voz de Galicia Xosé Castro. BENITO ORDÓÑEZ

El destino de Meirás

En la exposición esá presente el pazo de Meirás, el «sueño dorado de Emilia Pardo Bazán», donde decía que se sentía más creativa, más libre y más sosegada. Ella misma y su madre diseñaron el estilo neorromántico de Las Torres (jamás le llamó pazo), «pensando en la posteridad, en su legado estético y literario» -afirma Burdiel- al estilo de otras grandes casas de escritores europeos como Víctor Hugo, Walter Scott, Alexandre Dumas o George Sand. Hay una carta en la que «habla de que le gustaría que los visitantes del año 2000 supieran quién era, qué hacía y dónde escribía, en referencia a la Torre de la Quimera». Burdiel resalta que «nadie abre una casa de ese estilo para que solo la vea su familia, ella era muy consciente de la posteridad».

 

«Fue un castigo que Dios quiso ejecutar en la hija»

Una de las piezas más interesantes y novedosas de la exposición es la carta que su confesor, Manuel Castellanos, envió a la escritora, en la que la culpa de la muerte de su padre, que acababa de fallecer, con quien ella estaba muy unida, y le exige que cambie de vida y vuelva con su marido, del que se había separado. «El sacerdote le reprocha la vida disoluta que lleva en Madrid y le dice que su padre murió llamándola, que su muerte fue provocada en parte por los disgustos que le había dado y que es claramente un castigo del cielo por haberse separado de su esposo. Así, la conmina a que regrese a Galicia y se reconcilie con él para subsanar la pérdida del padre. Es un chantaje emocional en toda regla», critica Burdiel. La comisaria señala que «de esa misiva no se tenía noticia hasta hace poco, ella no la menciona nunca en sus cartas o documentos personales». Los términos que emplea el franciscano, confesor y amigo de la familia, son muy duros: «¿Será temerario suponer que la [...] inesperada muerte de su buen Padre es el medio de terror y espanto con que Dios la llama nuevamente ya que V. no hizo caso alguno [...] de los consejos que le dio su confesor? [...] fue un castigo que Dios quiso ejecutar en el Padre, en la hija, o en ambos dos». La carta data de abril de 1890 y está fechada en Compostela.

Serie de imágenes que retratan la vida social de Pardo Bazán.
Serie de imágenes que retratan la vida social de Pardo Bazán. BENITO ORDÓÑEZ

Profunda tristeza

Pardo Bazán (1851-1921) tenía gran amor por su padre y su fallecimiento le produjo una profunda tristeza. Así se lo expresó a Galdós en una misiva del 29 de marzo de 1890: «V. sabe bien lo que era para mí el padre que he perdido, el mejor de los amigos, el más leal de los consejeros y el apoyo de todos los momentos». No sabemos cómo afectó emocionalmente esta carta «brutal» a una católica practicante -«y yo diría que hasta militante», asegura Burdiel- como doña Emilia, pero sí que siguió con su vida, no se movió de Madrid ni se reconcilió con su marido. La comisaria puntualiza que «hacía profesión de fe católica continuamente, pero no supeditaba su literatura a su fe, era escritora y católica, pero no una escritora católica, al estilo de lo que era Fernán Caballero».