Los Óscar más bizarros coronan a «Nomadland»

CULTURA

reuters

La gran favorita de la temporada de premios se hizo con las estatuillas superiores, la de mejor película y la de mejor dirección, a las que se sumó la de mejor actriz protagonista. La de esta madrugada fue una gala atípica que terminó convertida en un afectado homenaje a las minorías. Estos son todos los galardonados

26 abr 2021 . Actualizado a las 16:50 h.

Steven Soderbergh, director de Traffic y Contagio, asumió el encargo de producir una fiesta del cine en plena pandemia bien seguro de sí mismo: previamente ya había avisado que quería que la gala fuese como una película y, de hecho, la noche arrancó con un impresionante plano secuencia de Regina King, escoltada por títulos de crédito, irrumpiendo en la estación de ferrocarril Union Station, uno de los varios escenarios de esta edición de los Óscar, la 93, pospuesta dos meses para poder ser celebrada con todas las garantías de seguridad. Acabó siendo, sin embargo, una lenta y anodina entrega de laureles; la cabra siempre tira al monte.

La terminal californiana se convirtió por una noche en un anfiteatro que acogió en cómodos reservados a algunos de los nominados. El resto siguieron la ceremonia a distancia, pero no hubo ni rastro de chapuceras conexiones domésticas ni tampoco salas de estar de tiros largos susceptibles de convertirse en memes; tampoco ni una sola mascarilla, ni siquiera en los puntos neurálgicos. Fue una noche rara -propia de un año raro-, paradójicamente con más palabras que imágenes y nuevo orden de adjudicación, declaración de intenciones desde el minuto uno. Abrieron el espectáculo los reconocimientos a los mejores guiones y lo cerró un galardón bien merecido, pero desconcertante por anticlimático, el de mejor actor a Anthony Hopkins por El Padre, porque guardar para el final la categoría de intérprete masculino hacía intuir un homenaje a Chadwick Bosemanno, fallecido el pasado agosto, y resultó que no, y porque el veteranísimo galés no estaba allí para recogerlo y la velada se cerró con una foto suya y un pinchadiscos que sin saber muy bien donde meterse decía adiós.

Ganó Nomadland, la gran favorita de la temporada de premios, que se llevó las estatuillas más contundentes del reparto: la de mejor película y la de mejor dirección para Chloé Zhao, a la que se sumó la de mejor actriz protagonista a Frances McDormand, su alma mater. Resume bien este reconocimiento lo que en definitiva fueron estos Oscar, un homenaje a las minorías, afectado pero necesario. A fin de cuentas, históricamente la Academia siempre se había olvidado de ellas, a pesar de que ahora lleve diez años intentando arreglar ese rancio desaguisado.

Hubo mucho hito en una noche que arrancó con brío y acabó perdiendo fuelle -hace falta algo más que poner a perrear a Glenn Close para dar vida a casi tres horas y media del tirón, una auténtica eternidad hoy en día-. Yuh-Jung Youn, toda una leyenda en su país, se convirtió en la primera actriz surcoreana en ganar una estatuilla dorada, la de mejor actriz de reparto. La abuela Soonja en el drama familiar de coreanos migrados a Estados Unidos Minari pronunció el que quizá fue, con permiso de Vinterberg, el mejor discurso de la noche, con recado inicial a Brad Pitt (cuestión de prioridades) y honores a Glenn Close que, una vez más (y ya van ocho), se quedó sin recompensa de los académicos. 

El director danés protagonizó el otro gran fogonazo de la cita cuando, al salir a recoger el premio a su último trabajo, Otra ronda, mejor película extranjera, recordó a su hija fallecida cuatro días antes de empezar el rodaje. «Su muerte me confirmó que debía rodar una celebración de la vida. Hablo de elegir tu vida, tomar tus decisiones», dijo, conteniendo la emoción a duras penas. Le dedicó a ella su estatuilla. La atribuyó a un milagro: «Quizá utilizaste tus influencias, va para ti».

La cuota de récords la completaron Ann Roth, que gracias al diseño de vestuario de La madre del blues se convirtió a sus 89 años en la mujer más longeva distinguida con una estatuilla bañada en oro; Mia Neal y Jamika Wilson, primeras mujeres negras en ganar con esta misma película el Óscar a mejor maquillaje y peluquería, capitaneadas por el español Sergio López Rivera; H.E.R., primera artista en hacerse con la canción en los Grammys y en los Oscar el mismo año (Fight For You, de la película Judas and the Black Messiah); y la china Chloé Zhao, única cineasta asiática con un galardón de Hollywood en su haber y segunda mujer en lograrlo por su labor de dirección tras Kathryn Bigelow.

Parte del discurso de la directora de Nomadland, un emotivo tributo a la bondad, fue pronunciado en chino. Se lo entregó Bong Joon-ho desde Corea, quien además introdujo durante un buen rato su propio idioma. De reivindicar también fue el discurso de McDormand: «Ved nuestra película en la pantalla mas grande que encontréis, llevad a todos al cine para ver a oscuras, codo con codo, todos los títulos que están representados aquí», reclamó durante su turno de palabra, previo aullido -literal- para su «manada». Zhao brindó finalmente: «Esto es para todos los que se sostienen a lo bueno de sí mismos y a lo bueno de los demás». Salud.