La actriz Maren Eggert se lleva el premio y un robot tentador
En la lista de premios olvidables hay que citar el de interpretación, el Oso de Plata para la alemana Maren Eggert, quien en la fantaciencia atontada de I’m Your Man se resiste pero acaba cediendo a las virtualidades de un robot a lo hombre diez, un humanoide como de pasarela de tentadores. Y me parece una barbaridad concederle la dirección al húngaro Dénes Nagy por el filme bélico y plúmbeo Luz natural. El jurado, muy prohúngaro, premia como mejor secundaria a Lilla Kizlinger, por la también magiar Forest, un pretencioso intento de fabricar siete clímax existenciales como en clave de un Bergman de muy mal rollo. El premio a la contribución artística (que llevó históricamente el nombre de Alfred Bauer hasta que hace un año descubrieron que Alfred había sido un poco nazi) suena a regalo de tómbola al recaer en la astracanada de falso documental gratuito del mexicano Alonso Ruizpalacio en Una historia de policías. De esta pedrea solo firmo que el coreano Hong Sang-soo se lleve al menos el mejor guion por su comprimida pero certera Introduction: 61 minutos. Gracias, Hong.