«De viva voz» compendia las intervenciones orales de Lorca

José Oliva BARCELONA / EFE

CULTURA

Detalle de la ilustración de portada del libro «De viva voz» que publica Debolsillo
Detalle de la ilustración de portada del libro «De viva voz» que publica Debolsillo

El volumen reúne conferencias y alocuciones públicas del poeta granadino e incluye fotos inéditas de apuntes que el poeta hizo para dos charlas que no llegó a dar

02 feb 2021 . Actualizado a las 08:45 h.

De viva voz compila en un volumen los textos escritos por Federico García Lorca para ser leídos en voz alta, conferencias, alocuciones e intervenciones públicas, e incluye fotos inéditas de apuntes que el poeta hizo para dos conferencias que no llegó a dar.

Víctor Fernández, coeditor del volumen junto con Jesús Ortega, explica que corrigieron «erratas que se arrastran desde hace años y se ha puesto al día el texto a partir del cotejo de la prensa de la época y algunos manuscritos que se reprodujeron en facsímiles».

En la selección se ha incorporado la reproducción de «dos manuscritos que en sí no se habían visto nunca, son las notas que tomó Lorca para dos conferencias, una sobre poesía medieval española (Berceo) y otra en la que hablaba sobre las hadas, y que nunca se habían publicado íntegramente». El tomo incluye asimismo, precisa Fernández, «una carta prácticamente inédita, escrita en Argentina en la que habla de una conferencia que va a dar y de cómo quiere que sea el público».

La compilación, en que puede ver cómo el poeta granadino busca transmitir la «emoción poética», forma parte de la colección del sello Debolsillo que recupera las obras de Lorca con un ánimo divulgativo. Toma como punto de referencia las conferencias, alocuciones y homenajes ya compendiados por Miguel García-Posada en las Obras completas (Galaxia Gutenberg, 1997), quien a su vez se basó en las Conferencias, preparado en 1984 por Christopher Mauler para Alianza Editorial.

Sin embargo, «nunca se habían publicado por separado y tampoco habían sido corregidas, revisadas y modificadas», reseña Fernández. Y, además, desde hace años, no estaban al alcance del lector a no ser que comprara las obras completas de Lorca.

Los textos compilados han sido ordenados cronológicamente según los siguientes subgrupos: conferencias, alocuciones, homenajes y apuntes (notas tomadas para la preparación de charlas que el poeta nunca llegó a realizar).

El mismo García Lorca pensó en reunirlos para componer un libro, pero nunca llegó a hacerlo, si bien «el hecho de que tuviera esa intención indica que él mismo concebía estos escritos como auténticas piezas literarias dignas de ser publicadas», señala el editor.

Las alocuciones y conferencias abarcan un período temporal desde 1922, con el texto más antiguo, hasta el último, de 1936, un texto que Lorca leyó en homenaje a Luis Cernuda con motivo de la publicación de La realidad y el deseo.

«Lorca, antes que escritor es músico y cuando va acompañando a su maestro Martín Domínguez Berrueta en sus viajes toca el piano y hay un momento en el que además recita algunas de sus composiciones, pero de esas intervenciones orales anteriores a 1920, por desgracia, no se conservan textos», subraya Fernández.

La primera conferencia documentada es Arquitectura del cante jondo, que leyó en Nueva York en 1930, una versión mejorada de otra que impartió en 1922 bajo el título Importancia histórica del canto primitivo andaluz llamado cante jondo.

En esas conferencias y alocuciones Lorca aborda «todos sus intereses literarios y artísticos»: En Juego y teoría del duende (1933, Sociedad de Amigos del Arte de Buenos Aires), Lorca expone ante el público toda su teoría artística; y en Sketch de la nueva pintura (1928, Ateneo de Granada) se muestra como un entendido en arte contemporáneo al hablar de las vanguardias y de artistas como Miró, Picasso o Dalí.

Según Fernández, las conferencias fueron unas de las principales fuentes de ingresos para Lorca, dado que había renunciado a trabajar en la universidad, opción que su padre siempre defendió, y esto fue especialmente notable durante su estancia en América, y en especial en Argentina, donde sus alocuciones fueron tan aplaudidas que incluso merecieron ser reproducidas en prensa.

Lorca nunca improvisaba sus intervenciones públicas ni tampoco leía dos veces la misma conferencia.

El mismo poeta explicó los motivos por los que siempre leía sus textos, sin improvisarlos jamás, en una de sus charlas más conocidas, realizada con motivo de la inauguración de la biblioteca de su pueblo natal, Fuente Vaqueros (Granada), en septiembre de 1931.

«No hablo, porque lo mismo que le pasa a Galdós y en general, a todos los poetas y escritores, estamos acostumbrados a decir las cosas pronto y de una manera exacta, y parece que la oratoria es un género en el cual las ideas se diluyen tanto que solo queda una música agradable, pero lo demás se lo lleva el viento», dijo Lorca.

Entre las alocuciones destaca el Discurso al alimón de Federico García Lorca y Pablo Neruda sobre Rubén Darío, un diálogo que mantuvieron en el Pen Club de Buenos Aires en noviembre de 1933, que luego fue publicado por el diario El Sol de Madrid.