Zahara conmueve cantándole a la culpabilidad de ser una víctima

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN

CULTURA

Zahara en una de las escenas del videoclip
Zahara en una de las escenas del videoclip .

El single «Merichane» se refiere al apodo que tenía en el colegio a los 12 años. Tal como dice la artista, así se llamaba a la «puta del pueblo»

25 ene 2021 . Actualizado a las 15:46 h.

Catarsis electrónica en las formas y dolorosamente pegajosa en lo emocional. En su nuevo single, Merichane, la cantante Zahara expone fantasmas personales, traumas escondidos en el cajón y la culpa heredada de situaciones en las que, en realidad, ella fue la víctima. «Merichane soy yo y Merichane somos todas mis historias», dijo en el Instagram para presentarlo. «Merichane era el nombre con el que se conocía a la puta del pueblo. Ese era mi apodo a los 12 años», señala al término del videoclip (dirigido por Guillermo Guerrero) de una pieza ha conmovido a miles de fans.

«Llevo estos días leyendo vuestros comentarios con un nudo en la garganta», escribe en sus redes sociales ante la avalancha de mensajes de personas que relatan situaciones parecidas a las que recoge en la canción, situada en las tinieblas del machismo. La canción habla de acoso escolar, bulimia, baños de discotecas, anulación de la personalidad, abusos, situaciones límites en urgencias, ansiedad, miedo y una culpa que, pese al paso de los años, sigue latente. «Yo aún ahí, sin saber salir /  Y no logro sacarme de allí», canta entre estrofas rebosantes de crudeza, purga y desesperación.

«Yo estaba ahí con las llaves en la mano / Acelerando el paso, fingiendo que hablaba con mi hermano /  Yo estaba ahí dejándome hacer / Con tal de que acabase de una vez», canta en una de ellas. «Yo estaba ahí confesándome por haberme tocado /  Creyendo que ese era el puto pecado / Yo estaba ahí metiéndome los dedos hasta el fondo /  Queriendo vomitar las penas, la vida, el odio», dice más adelante. Esas letras, directas y totalmente explícitas, han generado un efecto inmediato en sus fans. Han visto ahí el espejo de sus propias situaciones.

De manera instantánea, el tema se viralizó en las redes sociales con el hashtag #YoEstabaAhí. Los seguidores de la artista empezaron contar las partes más oscuras de su biografía, esas que continúan ahí limitando la felicidad y la plenitud de las personas, por muchos años que pasen. En ese sentido, muchos han visto el mismo espíritu que el del #metoo, el de una necesidad personal de expirar el veneno acumulado en la vida y, al tiempo, servir de impulso a que muchos otros se purifiquen del mismo modo.

«Todas vuestras voces se unieron a la mía para decirme, tía, estabas ahí, pero no estabas sola y yo no podía parar de llorar, de sentirme agradecida y abrazada», reflexiona la artista abrumada por la reacción. «Pero después trascendía vuestros comentarios y podía ver como mi historia había sido la vuestra en muchos sentidos y ver cómo está el mundo de roto y perdido, de cómo nos han hecho tanto daño, me derrumbo. Sigo procesando lo que está siendo esto, solo os puedo dar la gracias a quienes estáis aquí».

La canción, una espléndida muestra se synth-pop tenso sobre la que discurre perfectamente el relato angustiado, es el adelanto del que será el próximo elepé de Zahara, previsto para la primavera. La artista señala lo que le ocurría durante la composición: «Cada vez que escribía me hacía más daño y me liberaba a la vez. Tenía sentido: Es fácil construirse un redil y no querer salir cuando te mueres de vergüenza y culpa por lo que te ha pasado. Cuando crees que te lo mereces, que tienen razón quienes te humilla». Y da una pista sobre lo que supondrá el disco: «Esta canción y las que forman parte de lo que será mi próximo disco están llenas de eso».