Publican una selección de las nostálgicas crónicas de viaje de Stefan Zweig

G. N. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Stefan Zweig (Viena, 1881-Petrópolis, Brasil, 1942). A la derecha, la edición de una selección de sus crónicas de viajes
Stefan Zweig (Viena, 1881-Petrópolis, Brasil, 1942). A la derecha, la edición de una selección de sus crónicas de viajes catedral

La antología, que publica el sello Catedral, abre su marcha en 1902, en Ostende, y concluye en 1940 en Londres, con la Segunda Guerra Mundial ya desatada

25 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Gustaba decir Stefan Zweig que él nació en noviembre de 1881 en Viena, y que en esta misma ciudad cursó sus estudios de Filosofía, pero que sus «verdaderos estudios» comenzaron con sus viajes por Europa. Nacido en el seno de una familia pudiente, era un espíritu curioso, un alma libre, y todo era susceptible de su interés. Comprometido con su tiempo, defendió un europeísmo que no se entendía sin el diálogo y la permeabilidad de las culturas, las fronteras y los caminos. Se confesaba preocupado por que faltaban viajeros y sobraban viajados, que se imponía la comodidad del «viaje en masa, el viaje por contrato, el viaje al que te dejas llevar». Adiós al aroma de aventura, azar y peligro. Venía de otro tiempo, del que se erigió en privilegiado albacea y defensor. Los arcádicos ecos del imperio habsbúrgico impregnan su pensamiento. La nostalgia empapa la selección de crónicas de Viajes que publica el sello Catedral y que abre su marcha en 1902, en Ostende, y concluye en 1940 en Londres, con la Segunda Guerra Mundial ya desatada y apenas a dos años de que se suicidase en el exilio -huyendo del nazismo- de Petrópolis, Brasil, junto a su esposa Lotte.

Pasado y presente

Ya después de la Gran Guerra semejaba desolado por los derroteros que tomaba su época. En 1921, cuando Zweig regresa a Italia, escribe: «Para nosotros, que conocimos el mundo europeo como una entidad viva en la que las fronteras flotaban solapándose indistinguibles en ligero movimiento, volver a ver otro país se convirtió hace mucho tiempo -y quizá para siempre- en una continua comparación entre pasado y presente. En lo que ahora existe buscamos siempre lo que antaño fue».