-En la novela reivindica la Grecia clásica. ¿Qué enseñanzas podemos aprender?
-Lo que siempre me ha fascinado del milagro griego es que hubo un momento de la historia en que la humanidad parecía todavía muy balbuceante, no parecía capaz de desarrollar una civilización avanzada, y sin embargo esta surgió. Lo que ocurrió hace 24 siglos en Grecia, que inventó el teatro, la filosofía o la democracia, que elevó el arte a un nivel altísimo, el hecho de que el espíritu humano haya podido producir una civilización tan avanzada en un momento en el que el entorno no parecía preparado, es una fuente de esperanza. En esta fase tan difícil en la que el mundo parece avanzar hacia un naufragio es posible que veamos aparecer un fenómeno que sea moralmente equivalente al milagro griego y que nos ayude a hallar una solución.
-¿La no reelección de Trump es una buena noticia en un año catastrófico?
-Me ha alegrado mucho porque habría sido preocupante que hubiera sido reelegido tras sus comportamientos disparatados. Al mismo tiempo, que haya obtenido tantos votos es preocupante. No estoy seguro de que el movimiento político representado por Trump esté ya en el cubo de la basura de la historia, sigue siendo muy virulento. Creo que volveremos a tener el mismo problema dentro de cuatro años, o bien con él o con otro que tendrá las mismas convicciones y objetivos y quizá sea menos fantasma y por tanto mucho más peligroso.
-¿Le parece inquietante que una dictadura como China salga reforzada de esta crisis?
-Sí. Avanzamos hacia una nueva forma de guerra fría. Tenemos una potencia ascendente, China, y a EE.UU., instalada como la gran superpotencia desde hace varias décadas, que se siente amenazada y sin duda reaccionará. Da la sensación de que la confrontación entre ambos es prácticamente ineludible. Estamos en vísperas de algo nuevo, de una nueva realidad global y estratégica y hay muchos motivos de preocupación.