Divorciada de un multimillonario armenio, fue la primera mujer con carné de conducir en España y ocupó el puesto de presidenta honoraria del Deportivo; su audaz retrato revive ahora con la exposición «Vestir épocas, 1860-1960»
08 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.
«Su mirada, cómo se coloca el brazo, con esa posición de seguridad. Te mira como retándote. Los retratos de aquella época de mujeres son más neutros, no se sabe muy bien la psicología del personaje», así describe Manuel Mosquera la pintura de Herminia Rodríguez-Borrell Feijoo. La obra de Elena Olmos, admite el técnico del departamento de Difusión e Acción Cultural del Museo de Belas Artes de A Coruña, ha recobrado una segunda vida con la exposición Vestir épocas, 1860-1960, que acoge el recinto de Panaderas hasta marzo.
«La idea que se persiguió fue la de crear una conversación entre nuestra colección permanente y las piezas de la muestra, que están repartidas en las diferentes salas», comenta Mosquera. Los vestidos, abrigos y accesorios de la colección personal, hasta ahora inédita en su totalidad, de Ana González-Moro están distribuidos a lo largo de las plantas del museo, donde interactúan con los cuadros y esculturas. «En las redes sociales apostamos por la misma estrategia de difusión», continúa el técnico del espacio expositivo. Herminia (Camariñas, 1897 - A Coruña, 1971), fue una pionera (que mereció un capítulo en la iniciativa A Coruña das mulleres, organizada por la Agrupación Cultural Alexandre Bóveda). Vistió el traje de baño sin la tradicional falda para tapar el cuerpo en Riazor e hizo uso de una prenda hoy olvidada: el guardapolvos. Una capa empleada en los transportes automovilísticos a comienzos del XX para no manchar la ropa. Herminia fue la primera mujer con carné de conducir en España y también la primera con moto. La relación entre las piezas y el retrato no es fortuita.
Arrogantísima, bela, intelixente e elegante
El cuadro eclipsa la atención de los visitantes que entran en la sala atraídos por la primera exposición del museo dedicada a la moda. Pelo recogido y raya al medio, una estética muy flamenca; collar de piedras de jade y, a un lado, uno de sus perros. El carácter de Borrell quedó capturado en la pintura realizada entre 1930 y 1939. «Es la imagen de una mujer empoderada, con mucha personalidad. Es cierto que su posición económica le permitía muchas licencias, pero fue una persona que se salió del molde. Se casó por lo civil, con un armenio y en contra del deseo de ambas familias. Cuando regresó a A Coruña, después de pasar los años 20 en Londres y de viajar por Europa, donde recaló temporadas en ciudades como París, no renunció a sus costumbres», resume. Iba en bicicleta, vestía pantalones a lo Coco Chanel, fumaba en público, jugaba al tenis en el Sporting Club, tenía dos barcos, coleccionaba obras de arte y de Sargadelos... Todo esto, divorciada.