Los nueve temas inéditos de la «maleta brasileña» de Tino Casal

DANIEL ROIG

CULTURA

Los fans del cantante asturiano podrán saborear esta semana «Origen», un disco completo perdido en 1978 y recuperado ahora

02 dic 2020 . Actualizado a las 16:11 h.

Los fans de Tino Casal están esta semana de enhorabuena. A partir del próximo viernes, 4 de diciembre, podrán comprar el álbum inédito titulado Origen. Se trata de un disco grabado en Turín por el artista ovetense en 1978 que forma parte de la maleta brasileña encontrada recientemente en un trastero de la compañía Warner Music en Sao Paulo.

Tendrá un precio de venta de entre 20 y 22 euros e incluye un LP en vinilo, un cd y un libro. Tanto el vinilo como el cd constan de los mismos nueve temas, que suman un total de 40 minutos de duración y son los siguientes: Piel de porcelana, París, Cada noche, ValenTINO; Bye, My Friend; Asturias, Invierno oscuro, Las flechas; y Volarás, volaré (versión de una canción italiana).

Antes del hallazgo de la maleta de Brasil, nadie sabía qué había sido de esas primeras grabaciones. La experiencia de Casal en Turín, con el sello Universal International Music se frustró cuando la discográfica cerró. El músico de Tudela Veguín había grabado la versión de Volerai Volerò y, de paso, otros ocho temas propios.

La calidad de grabación, por tanto, fue profesional, con buenos arreglos una edición cuidadosa. Sin embargo, la casa que lleva el nombre de Pablo Lemuria tuvo que hacer un considerable trabajo de restauración para ofrecer la máxima calidad, dado que la cinta se econtraba algo deteriorada por la humedad y la mala conservación.

Según los expertos, Origen da pruebas de la fascinación de Tino Casal por la música disco que en aquel momento arrasaba con los falsetes de los Bee Gees, el muro de sonido de ABBA y otros muchos grupos. Las canciones de Turín tienen influencias de esa corriente como en Piel de porcelana, París y Bye my friend.

También destaca Valentino con sus reminiscencias de cine musical. Los otros cuatro cortes recuperados, Cada noche, Invierno oscuro, Las flechas y Asturias remiten al Casal baladista pop que grababa en Philips.

Una historia singular

El pasado 11 de febrero, José Celestino Casal Álvarez, más conocido como Tino Casal, habría cumplido 70 años. Nacido en la localidad ovetense de Tudela Veguín, el prolífico músico, diseñador, pintor y escultor sufrió un accidente de tráfico cuando se dirigía al estudio de grabación en un Opel Corsa blanco. Murió mientras lo trasladaban en helicóptero al hospital. Era el 22 de septiembre de 1991.

Tino Casal, que fue enterrado en su localidad natal, tenía solo 41 años pero ya había despuntado en casi todas las artes. Se salió de los moldes y marcó nuevas tendencias desde el principio. Una de sus conocidas obsesiones había sido conocer a su gran ídolo, David Bowie, que versionó en alguna canción.

El pintor cordobés Antonio Villa-Toro viajaba con él ese fatídico día. «Íbamos por la carretera de Castilla y llovía mucho. De un terraplén se desprendió barro sobre la carretera y el coche se salió», recordaría años después. Casal estaba preparando otro disco que quería grabar en Japón, un álbum del que quedaron unas maquetas y que nunca vio la luz.

El cantante disfrutaba de una nueva etapa creativa, después de sufrir una enfermedad hepática y un esguince que le acabó ocasionando graves problemas de movilidad, por lo que estuvo tres años retirado de los escenarios y atado a una silla de ruedas. Cómo debió sufrir el inquieto y cambiante artista. Muchas veces corrió el estúpido bulo de que había contraído el sida y muchas veces él lo negó con elegancia: «eso hay que merecérselo», contestaba.

Tino Casal despuntó desde muy joven, incluso en su pequeño pueblo, como una persona apasionada por la música. Su niñez fue la de los años de una larguísima y oscura posguerra franquista en la que acceder a los discos de música moderna no siempre era fácil. Pero él no se conformó. Con 16 años ya tocaba con amigos y, por una feliz casualidad, fue invitado a participar en el grupo Los Archiduques. A pesar de su buena actuación con ellos, en 1971 consideró que era el momento de seguir camino por su cuenta y decidió marcharse a Londres.

En la gran ciudad pintaba, esculpía y absorbía toda la cultura emergente hippie y más tarde punk, en plena efervescencia. Regresó a España el mismo año en que moría el dictador Franco y con nuevas ideas. El sello Philips lo apoya como solista y publica sus primeras canciones. En el Festival de la Canción de Benidorm de 1978 compitió con el tema Emborráchate, que empató en el segundo puesto con Un tonto en la carretera, de Noel Soto. Entonces fue cuando grabó el Turín el álbum Orígenes. Pero la mala suerte quiso que la casa quebrara justo antes de distribuirlo.

Después de un paréntesis, decide, a principios de los ochenta, volver a la música trabajando como productor y también componiendo su primer (en realidad segundo) LP, Neocasal, en el que se incluían los hits Champú de huevo, Chico estúpido o una versión de Life on Mars de Bowie.

El ovetense viajaba con frecuencia a Londres, de donde regresaba con discos, libros, ropa llamativa o telas y complementos con los que hacerse su propio vestuario… y nuevas ideas. Para entonces, esos diseños ya eran juzgados por su valor estético y cultural pero, en la España de los ochenta, llamaban la atención de la gente, a veces con injustas críticas. A él le daba igual.

La exuberancia de Casal se mostraba en todo aquello que lo rodeaba, desde su vestuario a sus portadas, algunas de las cuales fueron diseñadas por él mismo, pasando por su puesta en escena, que era tan importante para el espectáculo como los micrófonos o los instrumentos.

Perfeccionista y muy exigente, el artista asturiano decía que odiaba «el cutrerío» y era además era un enamorado de las nuevas tecnologías, que no dudaba en incorporar en sus producciones, logrando que sus trabajos tuvieran una calidad inusual para la industria musical española.

Al día siguiente del accidente que le costó la vida, la compañía EMI lanzó el recopilatorio Etiqueta Negra, un disco de transición para amenizar la espera hasta que el artista grabase su siguiente trabajo con material nuevo. En plena vorágine creativa, la voz de Tino Casal se apagó.