El doble viaje de Christian García Bello a través de su obra plástica y el relato

Montse García Iglesias
Montse García SANTIAGO / LA VOZ

CULTURA

Sandra Alonso

El artista exhibe «Pongo mi pie desnudo en el umbral» en Didac

09 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Un viaje entre Amberes y A Guarda que se va entretejiendo a través de un relato escrito y de catorce obras de arte a partir de materiales de la naturaleza que fueron sofisticados por la mano humana. Esa es la propuesta del artista coruñés Christian García Bello con Pongo mi pie desnudo en el umbral, el proyecto expositivo que hasta el 27 de noviembre puede verse en la Fundación Didac en Santiago. Se trata de la primera vez en la que emplea la narrativa para una muestra de manera que actúe como un elemento más a la par que su trabajo escultórico. «Tiña relatos de ficción que sempre quedaban no caixón, pero desta volta quería probar outra cousa nova e isto de empregar o relato permitiume introducir moitos conceptos bastante complexos dun xeito máis amable e máis ameno para o espectador», asegura el artista, que prevé repetir fórmula.

El trabajo narrativo y de taller fue paralelo en este proyecto, que tuvo su punto de partida en una residencia de García Bello en Bélgica y los Países Bajos en el 2018 para investigar el lugar físico donde nació la pintura de paisaje como género. «O relato é un apoio a nivel de texto pero que leva consigo moitas das preocupacións que están no meu traballo, como a idea de camiñar, a paisaxe, as formas vernáculas dos obxectos e a arquitectura», explica el escultor, que añade que «hai tantas cousas metidas nun relato tan breve que se empregara un texto máis canónico, máis propio do que se acostuma escribir na arte contemporánea, sería demasiado denso». Elementos como un cuchillo, una línea horizontal o dos vasos -que en la muestra uno tiene brandi y otro aguardiente- están presentes tanto en el relato como a través de la plástica.

Si la parte narrativa es la historia del hallazgo de los diarios de Dirse, una mujer que peregrinó desde Amberes hasta A Guarda entre los siglos XVI y XVII como penitencia y que pasó sus últimos días en Santa Tegra, el dispositivo plástico de la muestra también invita a un viaje. «O importante é ler a exposición como un paseo, vela camiñando. Todas as pezas están organizadas cun criterio respecto aos puntos cardinais, de aí esa liña de latón que atravesa o espazo de xeito oblicuo a modo de meridiano», afirma García Bello. El artista no solo quiere que cada pieza hable por sí misma, sino que ofrezca lecturas superpuestas con el resto. «Que sucede se miras un dos debuxos a través da porta central (una de las piezas) ou dunha ventá da parede? Que relacións xeométricas se producen entre elas? Todo está disposto como unha pequena escenografía», añade. Se trata de trabajos escultóricos pero también obra sobre papel: «Son escultor e as pezas sobre papel sempre as afronto como se fosen esculturas bidimensionais».

El título Pongo mi pie en el umbral, un verso de José Ángel Valente, además de ser un homenaje al escritor, aborda aspectos claves de la muestra. «O primeiro é que este verso parece que ou vén se empeza ou pecha unha historia. En segundo lugar, está a idea de atravesar un umbral; e, por último, non só se recolle a idea de camiñar, senón a de chegar e coñecer pisando, é dicir, coñecer a través do tacto», afirma García Bello, para quien es importante que «aínda que as pezas non se poidan tocar, si xere a suficiente curiosidade para coñecer que algunhas cousas son rugosas, outras suaves... A sensualidade dos materiais é importante».

Esta muestra de García Bello, que incluyó una performance de María Roja, tendrá su continuidad en un libro de Dardo en el que se recogerá su trabajo durante la última década.