Isabel Allende, sobre el efecto que le genera Trump: «Paso los días entre whisky, marihuana, pastillas para dormir y Valium»

Miguel Lorenci MADRID / COLPISA

CULTURA

Isabel Allende
Isabel Allende EUROPA PRESS

La autora chilena regresa con la obra «Mujeres del alma mía», un ejercicio de memoria y liberación, y apunta que «el feminismo es la mayor revolución de la historia»

08 nov 2020 . Actualizado a las 18:37 h.

El feminismo «es la revolución más importante de la historia». Así lo cree la escritora Isabel Allende (Lima, 1942). «Implica a la mitad de la humanidad y es una revolución de valores que va mucho más allá del género, una forma de vida, y es irreversible», asegura la autora más leída en castellano. Allende vuelve una vez más a la palestra editorial con Mujeres del alma mía (Plaza & Janés), una obra que protagonizan las mujeres que han sido más relevantes en su vida, de su madre, Panchita, con la que cruzó más de 24.000 cartas, a su añorada hija Paula, pasando por Carmen Balcells, Virginia Woolf y Margaret Atwood.

Desde su casa californiana, la escritora chilena se confiesa «espantada» con el proceso y la resaca electoral en Estados Unidos. Lamenta que «la mitad del país haya votado por el neoautoritarismo en vez de por la democracia; que opte por la exclusión que deja en la cuneta a los más pobres y débiles, en vez de votar por la inclusión». Cree que el todavía presidente del país, Donald Trump, «hará todas las trampas posibles para quedarse con el poder y llevará los resultados a la Corte Suprema».

«Paso los días entre whisky, marihuana, pastillas para dormir y Valium. Vivo la situación transpirando, con tremenda angustia y un estrés enorme. Se ha notado cómo es este país: más de 70 millones de personas han votado por Trump a pesar del desastre de los últimos años, mujeres y latinos incluidos», lamenta Allende a sus esplendorosos 78 años y sin dejar de sonreír. Cree, con todo, que «los latinos en Estados Unidos hemos salido en general fortalecidos en estos últimos cuatro años. No por Trump, claro, pero sí por el número creciente que somos, con 32 millones de votantes».

Mujeres del alma mía, que se publica simultáneamente a ambas orillas del Atlántico, es «un ejercicio de memoria y un ensayo personal» sobre el hecho de ser mujer y su liberación. «El feminismo es una postura filosófica ante la vida y una sublevación contra el patriarcado, un sistema imperante de opresión política, cultural, social, económica y religiosa que es excluyente y otorga el dominio al hombre», enuncia.

«No hay feminismo sin bulla», sostiene la autora de La casa de los espíritus, que insta a las mujeres más jóvenes a seguir luchando por sus derechos. «A pesar de que este movimiento tenga culatazos de retroceso, el impulso de los jóvenes le está dando nueva vida», se felicita. «Yo soy un eslabón para que mis nietas y bisnietas vivan mejor», dice. Sus primeros acercamientos al feminismo no fueron para la escritora «nada difíciles», aunque «mi madre me alertaba para que tuviera cuidado en tiempos en los que la palabra vagina no se podía pronunciar y era grosero ser feminista». Menos valiosas que el ganado «Es cierto que recibí agresiones, como nos pasó a todas las mujeres que teníamos algo que decir, pero por cada cachetada que recibí pude dar dos», dice risueña. «No he pagado un precio alto, mereció la pena y volvería a hacerlo, aunque falta mucho por hacer. Así que cuando algunas niñatas me dicen que el feminismo está pasado de moda, les digo que no, que eso será para ella que es una privilegiada. Que debe pensar en todas la mujeres del mundo que viven en países en los que ellas valen menos que el ganado», agrega con un gesto mucho más serio.

«Cuando le explico a un hombre que las mujeres vivimos con miedo, no entiende que una mujer tema caminar sola si vuelve a casa de noche, o que una refugiada en un campo tema ser violada si va a las letrinas», dice la escritora. Recuerda que la violencia contra la mujer «también es violencia contra los niños» y que está comprobado «que las víctimas repiten el abuso de adultos», por lo que «romper ese ciclo es determinante».

El mundo editorial y literario tampoco se ha librado aún de los embates del machismo y la desigualdad que la escritora ha sufrido. Un machismo que «ha minimizado e ignorado a las mujeres» y que en el caso del boom latinoamericano «las excluyó sin miramientos». «Cuando se dieron cuenta de que ellas leían y compraban más libros se abrió un nuevo horizonte, pero queda todavía mucho terreno por conquistar», asegura. «No recibimos los mismos premios que los varones y tenemos que hacer el triple de esfuerzo para obtener la mitad de reconocimiento», denuncia.

«Yo he logrado mucho en cuarenta años, pero me ha costado el triple que a los hombres», insiste Allende desde su privilegiada atalaya como la autora en español viva más leída en el mundo. «Si vendes, como yo, te niegan la condición literaria. Y si no vendes, quizá te den un premio, porque no eres competencia para uno de los machos que te lo dan», asegura irónica. Admite que su éxito se lo debe, en buena medida, a su añorada Carmen Balcells, la mamá grande del boom que la tuteló en su legendaria agencia literaria. «Si Balcells no hubiera creído en mí, hoy estaría jubilada tras haber trabajado cuarenta años en un colegio. Me enseñó un montón de cosas, pero ante todo a no pedir disculpas por ser mujer».