Soberbio León de Oro en el Festival de Venecia para el orgullo de los marginados de «Nomadland»

José Luis Losa VENECIA / E. LA VOZ

CULTURA

El director de marketing de Disney para Italia, Davide Romani, recibe el premio en nombre de la directora Chloe Zhao
El director de marketing de Disney para Italia, Davide Romani, recibe el premio en nombre de la directora Chloe Zhao GUGLIELMO MANGIAPANE | reuters

Michel Franco, Gran Premio del Jurado, y Kurosawa, mejor director

13 sep 2020 . Actualizado a las 10:49 h.

Por segundo año consecutivo, tras la irrupción insurgente de Joker en 2019, el León de Oro viajará hacia el Hollywood más insumiso con Nomadland. En una temporada en la cual el cine procedente de Norteamérica había cerrado sus persianas por el azote de la pandemia, la fuerza arrolladora de la elegía por los marginados del film de Chloe Zhao emergió en la última jornada del concurso. Y es tal la magnitud de esta obra que no parecía cabal otro resultado que no fuese el de otorgarle el máximo premio de este festival. Es cierto que una major como la Fox encadena dos leones de oro. Pero este Nomadland entronca con la mejor tradición reivindicativa del Hollywood libre. Y es imposible no leer en la noble firmeza con la cual Frances McdDormand y la directora de origen chino Chloé Zhao enarbolan el orgullo de la América marginada, para desplazarlo de la furia malencarada de la llamada basura blanca que dicen alimenta a Donald Trump, a la generosidad y la indómita resistencia de un personaje femenino que hace de la precariedad y el abandono una ruta de orgullo que viene de obras como Las uvas de la ira de Ford y llega a este presente.

Cate Blanchett
Cate Blanchett ETTORE FERRARI | efe

El jurado presidido por Cate Blanchett -la imagen como símbolo del desafío a la pandemia como casi única cara de Hollywood presente en el Lido- podría haber caído en la tentación fácil de haber laureado la interpretación que de esa mujer borda Frances McDormand. Pero con ello habrían negado, ante la imposibilidad de conceder dos premios en el palmarés, el alcance épico y al tiempo terso, más allá de cualquier horizonte, de una obra que solo se entiende con este León de Oro. Y que se erige en baluarte de honestidad ante los embates de las crisis que hemos sufrido y los de la que ya se ha venido. Y que querrán dejar arrumbados, como errabundos sociales, a los personajes que habitan en Nomadland , obra que rearma contra la tempestad.

Excluida McDormand cobra aún más valor el acierto del jurado al premiar con la Copa Volpi como mejor actriz la caracterización espléndida de Vanessa Kirby, quien en Pieces of a Woman, de Kornel Mundruzcó, sabe encarar un complejo rol preñado de desapego, de inaprensible antipatía. Y lograr que bascule sober esa gélida y desalmada figura la fuerza desasosegante de este filme.

También es merecidísimo el premio de interpretación masculina para el italiano Pierfranceso Favino por Padrenostro y su revisión- insólita en el cine político de su país- de las víctimas de los llamados años de plomo y, en este caso, de un magistrado contra el que atenta la extrema izquierda. Favino -al que recordamos como inmenso pentito de la mafia en Il traditore de Marco Bellocchio- se eleva ahora como la figura carismática y emocionalmente esencial sobre cuyo recuerdo su hijo reconstruye la herida del tiempo.

El nuevo orden de Franco, depredador de premios

Me produce bastante grima que el mexicano Michel Franco haya salido del Lido con el Gran Premio del Jurado-Leon de Plata con su abominable Nuevo Orden. Pero era anunciado desde que hace dos días pasó su distopía sobre un México abocado a una cabalgada de violencia, como estado fallido que Franco es un depredador de premios. Su engañifa está construida sobre una engañosa revuelta indígena, respondida con una asonada militar. Es tal el nivel de manipulación de su confuso guion que de lo que finalmente se habla es de un ejército que extiende una orgía de violencia sobre los jóvenes de la oligarquía. Y ahí, en este terreno embarrado en el que tan bien sabe moverse ese director, Nuevo Orden se vale de la exacerbación del sadismo -violaciones, incineración de cadáveres, gaseo- para anonadar.

Triunfo de Venecia y del cine ante la pandemia

El palmarés reconoce a las otras dos obras relevantes de su competición. Kiyoshi Kurosawa recibe la mejor dirección y León de Plata por la sutileza con la que entremezcla el clasicismo del cine de espías en Wife of a Spy y su relectura y denuncia de los crímenes del Imperio japonés. Y el veterano Andrei Konchalowski recibe por Deam Comrades el Premio Especial del Jurado por narrar una ocultada matanza de trabajadores en la Unión Soviética de un Jruschev al que pronto iba a voltear el viejo poder. Creo que es dislate considerar mejor guion el del indio Chaitanya Tamhane por los 130 minutos de karate kid del cante jondo del Kurdistán de The Disciple, de cuyo metraje interminable al menos una hora se va en canturreos fallidos. Y el premio a mejor intérprete revelación para el joven pillete iraní de Sun Children, Roudilah Zamani, lo veo como si reconociesen al más listo de Verano azul o al más lerdo de Parchís.

El triunfo inmenso de esta Mostra, de su director, Alberto Barbera, y aún de la marca Italia es el de haber demostrado que se podía celebrar un festival en medio de la pandemia, sin impedir el desarrollo esencial del gran acto de difusión viva del cine, frente a los augures de la arribada inevitable del on line como única salida. Es también victoria ilusionante colectiva de este arte en su esencia de pantalla grande que en cinco días comenzará su complicada reválida en España, en San Sebastián.