«La servidumbre voluntaria» de Étienne de La Boétie, en defensa de la libertad individual
CULTURA
El editor gallego Ramos Fontecoba publica una nueva versión de este clásico del pensamiento occidental en su sello Página Indómita
11 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Aun si no hubiese sido Étienne de La Boétie (Sarlat, 1530-Germignan, 1563) un amante y un defensor brillante e inteligentísimo de las libertades, solo por el concepto que Montaigne -que acabó convertido en albacea de su obra- tenía de él ya merecería toda la atención del mundo. Su estima queda patente en este fragmento de De la amistad, capítulo XXVII de los Ensayos del filósofo: «A nadie he conocido que en talento y luces naturales pudiera comparársele. [...] Si se me obligara a decir por qué yo quería a La Boétie, reconozco que no podría contestar más que respondiendo: porque era él, porque era yo. [...] Nuestros espíritus se compenetraron uno en otro; nada nos reservamos que nos fuera peculiar, ni que fuese suyo o mío. [...] Si comparo todo el resto de mi vida [...] con los cuatro años que me fue dado disfrutar de la dulce compañía y del trato de este personaje, el otro tiempo de mi existencia no es más que humo, no es más que noche pesada y tenebrosa». Precisamente, con esta declaración de amor abre el editor gallego Roberto Ramos Fontecoba el prólogo para la publicación del texto del pensador francés De La Boétie La servidumbre voluntaria que preparó en su sello Página Indómita. La tesis de esta obra que aborda los excesos del poder y la dominación no puede ser más actual: únicamente puede ser sometido por el tirano quien así lo desea o lo permite; es decir, el que sirve es porque se reconoce como servidor, como siervo. La Boétie era apenas un estudiante -nacido en el seno de una familia noble del Périgord, y vecino por tanto de Montaigne- cuando escribió este discurso o panfleto, que bien se puede considerar un antecedente de la desobediencia civil que preconizó Thoreau y el ideario libertario de Tolstói, y que -como recuerda Ramos Fontecoba- se adelanta a las reflexiones de Simone Weil y Hannah Arendt sobre el totalitarismo. Y es que la pugna entre la libertad del hombre y su voluntad de servir sigue vigente.