-Ya «Arrugas» tenía ese tono, además de abordar un tema y unos personajes que no es habitual ver en un cómic.
-En general, me gusta ese tipo de personajes, que, por un lado, son totalmente cotidianos, gente normal en todos los sentidos, que no suele ser protagonista. Suele ser gente perdedora pero que lucha con dignidad, que lucha estoica ante las situaciones, esos son los personajes que me atraen. No me interesan los vencedores en sí, ni los que parece que están por encima de las situaciones, todo lo contrario. Gente para la que su día a día es casi una batalla y no son reconocidos. Es el caso de los protagonistas de Los surcos del azar [relata la historia de los republicanos que liberaron París de los nazis] que, aun siendo los vencedores, son los perdedores y los olvidados. O en el caso de Arrugas, ese anciano que lucha por no ser vencido por el alzhéimer, que aun sabiendo que es una lucha inútil no se deja vencer por ella. Me siento identificado con ese tipo de personajes y creo que al final el lector empatiza con ellos.