Paco Roca: «No me interesan los vencedores, sino la gente perdedora pero que lucha con dignidad»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Roca recibió el Eisner a la mejor edición de material internacional en Estados Unidos
Roca recibió el Eisner a la mejor edición de material internacional en Estados Unidos Europa Press

El autor valenciano acaba de recibir un premio Eisner por «La casa»

29 jul 2020 . Actualizado a las 09:25 h.

La casa (Astiberri), de Paco Roca (Valencia, 1969), acaba de recibir un premio Eisner a la mejor edición en Estados Unidos de material internacional, en una cosecha que también galardonó a la gallega Emma Ríos y la librería sevillana Nostromo. Mientras ve cómo el director Álex Montoya adapta su historia sobre tres hermanos que regresan al chalé de vacaciones tras la muerte de su padre -y Amenábar también traslada a la pantalla su El tesoro del Cisne Negro-, Roca valora el Eisner como una recompensa a la apuesta de su editora norteamericana, Fantagraphics.

-El mercado estadounidense de cómic no es fácil.

-Es muy receptivo a la mano de obra extranjera, sobre todo la cualificada, en el sentido de trabajar para ellos, para Marvel, para DC, para Dark Horse. En eso son muy receptivos, pero en muchos casos muy cerrados a las obras extranjeras. Un premio como el Eisner hace que pueda tener un recorrido mayor dentro de la gran cantidad de cosas que se publican allí.

-La de «La casa» es una historia muy localizada, en el Mediterráneo, pero cuenta algo universal.

-Es cierto que hay un mercado mainstream, de historias de temática que transcurren en lugares como Nueva York, Los Ángeles o una gran ciudad indefinida, pero luego están otro tipo de relatos muy comunes en la literatura y que con la novela gráfica empiezan a seguir ese camino, que es hacer de lo local algo universal. Estamos acostumbrados a leer novelas que pueden suceder en Estambul, El Cairo o una ciudad perdida de Francia y nos parece normal, incluso nos gusta ver otro tipo de culturas diferentes a la nuestra porque vemos que detrás de ello se habla de temas que todos conocemos: el amor, el desamor, la pérdida de un padre, la gestión de los recuerdos.

-De hecho, salvando las distancias, uno de los éxitos recientes de la ficción televisiva norteamericana, «Succesion», también toca un tema similar...

-Es que es un tema universal. A todas las generaciones de escritores, cineastas o autores de cómic, aunque quizá menos, porque solo ahora empezamos a tener la libertad para tocar estos temas, es algo que a todos nos interesa y que cada generación acaba tocando. El luto por la muerte de alguien y qué hacer con esos recuerdos.

-Un conflicto en el seno de una familia, en el fondo.

-Creo que ahí es donde están las buenas historias también, en esos conflictos que todos conocemos y que a veces son inexplicables: toda una vida juntos, todo va bien y, en cuanto crees que puedes sacarle un poco de beneficio todo cambia. En esos conflictos siempre hay unas buenas historias alrededor de las familias. Es el tema de La casa y quizá por eso la gente se identifica.

-La historia de una familia encierra la historia del mundo.

-Sí, por eso me gustaba contar este tipo de historia, porque es como un micromundo. Encerrándote en ese tipo de conflicto familiar acabas haciendo un retrato de toda una sociedad, puedes extrapolarlo.

-Ya «Arrugas» tenía ese tono, además de abordar un tema y unos personajes que no es habitual ver en un cómic.

-En general, me gusta ese tipo de personajes, que, por un lado, son totalmente cotidianos, gente normal en todos los sentidos, que no suele ser protagonista. Suele ser gente perdedora pero que lucha con dignidad, que lucha estoica ante las situaciones, esos son los personajes que me atraen. No me interesan los vencedores en sí, ni los que parece que están por encima de las situaciones, todo lo contrario. Gente para la que su día a día es casi una batalla y no son reconocidos. Es el caso de los protagonistas de Los surcos del azar [relata la historia de los republicanos que liberaron París de los nazis] que, aun siendo los vencedores, son los perdedores y los olvidados. O en el caso de Arrugas, ese anciano que lucha por no ser vencido por el alzhéimer, que aun sabiendo que es una lucha inútil no se deja vencer por ella. Me siento identificado con ese tipo de personajes y creo que al final el lector empatiza con ellos.

-«Arrugas» y «Memorias de un hombre en pijama» se han adaptado al cine con una importante participación gallega.

-Es verdad que tenían ese componente gallego. Creo que eso también tiene mucho que decir del nivel, no sé si tanto de la industria, como de la gente que hay en Galicia dedicada al mundo audiovisual y, en concreto, al dibujo y la animación. No sabría decir muy bien el porqué, pero al menos visto desde fuera hay una gran cantidad de talento relacionado con la animación y con el cómic. Desde Emma Ríos a Alberto Vázquez o Miguelanxo Prado, una gran cantidad de autores, o productores como Manuel Cristóbal. A poco que te dediques al mundo del cómic acabas teniendo relación con gallegos, así que algo tendrá esa tierra.

-Con respecto al confinamiento y la pandemia, hay autores que ya lo han incorporado a su obra y otros que no quieren saber nada. ¿Cuál es su caso?

-De momento no le he sacado un partido, pero sí que es verdad que ha sido una experiencia vital. Al igual que puede ser el enamoramiento o desenamoramiento, la muerte de un ser querido, cosas que se quedan dentro de ti y en algún momento saldrán. No he querido forzarlo, pero sí creo que todos los autores vivimos de nuestras emociones, de lo que para nosotros ha sido importante. Esta situación ha sido única y seguramente en alguna de mis historias saldrá, pero a veces no como algo concreto, puede surgir de cualquier cosa. De alguien que está enfermo en su casa y no puede salir, pues echas mano de lo que tú viviste y lo proyectas en ese personaje. Todos vamos a sacar fuera este tipo de emociones que hasta ahora tampoco el lector tampoco tenía presente porque nadie había vivido una situación similar y ahora tenemos otra emoción más que poder contar que sabemos que van a reconocer.