Un «Ecce Homo» valenciano

josé antonio guerrero MADRID / COLPISA

CULTURA

La pintura, antes y después de la intervención del restaurador de muebles
La pintura, antes y después de la intervención del restaurador de muebles Europa Press

Una fallida restauración de una copia de una «Inmaculada» de Murillo acaba con un resultado muy parecido al de Borja

24 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cecilia Jiménez ha creado escuela. Y alguno de sus discípulos supera a su maestra en cuanto a «habilidades artísticas». Hace ocho años, Jiménez, una venerable anciana que hoy va camino de los 90, situó en el mapa el pueblo de Borja gracias a la restauración que perpetró sobre un Ecce Homo. Aquel crimen pictórico desplazó hasta la localidad zaragozana a legiones de curiosos que habían conocido por televisión la noticia -que tuvo eco mundial- y querían ver con sus propios ojos la pintura, un auténtico icono que tiene marca registrada, ha inspirado musicales y sigue moviendo la economía local: más de 200.000 turistas desde entonces.

Lo sucedido en Borja en aquel mes de agosto del 2012 acaba de volver a ocurrir en Valencia, con otra restauración desastrosa, en esta ocasión una copia (menos mal que lo era) de una de las conocidas Inmaculadas de Murillo, que, lo que son las cosas, se asemeja más a la chapuza de Borja que al lienzo original. De ahí que el legado inspirador de la buena de Cecilia siga en plena forma.

El episodio valenciano da comienzo con un coleccionista particular que encargó la limpieza de una copia del siglo XVII de una Inmaculada de Murillo a un restaurador de muebles. El coleccionista pagó unos 1.200 euros por la limpieza de la Purísima, pero su sorpresa fue mayúscula cuando, al recoger la pieza, vio que el rostro estaba completamente alterado y con un razonable parecido a la famosa obra de Borja. Al pedirle explicaciones, el restaurador de muebles intentó «solucionar» el entuerto con un resultado aún más trágico e inclasificable que el anterior.

Ahora, el coleccionista se ha puesto en contacto con otro especialista, un profesional formado para esta labor, que intentará deshacer el desaguisado y devolver al estrafalario rostro pintado por el restaurador aficionado la mirada elevada y devota de la Virgen de Murillo. 

Intrusismo profesional

El asunto resulta menos anecdótico de lo que parece pues vuelve a poner sobre el tapete el intrusismo profesional que existe en el oficio de la restauración artística. Vicent Guerola, responsable del Instituto Universitario de Restauración del Patrimonio de la Universitat Politècnica de València y jefe del taller de restauración de pintura de caballete y de retablos, cree que en estos casos tienen la misma culpa el responsable de «semejante estropicio» como quien se lo ha encargado «tomando un atajo para ver si se lo apañan por cuatro perras».

Para Guerola, «claro» que hay que denunciar este atropello artístico, pero cree que existe un problema de base en la sociedad cuando se da por bueno recurrir a aficionados en vez de a profesionales para ahorrar gastos. «Seguramente el restaurador de muebles lo ha hecho con la mejor intención pero con desastrosos resultados», dice el profesor, que se queja del «intrusismo» en su oficio. «Si te duele la cabeza no preguntas a un zapatero y si quieres arreglar el tacón de una bota no te vas a un médico. Pero en nuestro oficio parece que estas cosas sí se aceptan», se lamenta.

Afortunadamente, según Guerola, el desatino artístico es reversible. «Seguramente se ha repintado sobre el original y los profesionales contamos con técnicas y conocimientos para revertir el resultado. «Curiosamente», apunta, «esos repintados funcionan a veces como cápsulas del tiempo que mantienen la pintura original en perfecto estado».