Eduardo Sacheri: «Cualquier elección implica renuncias, sacrificios, vidas que no hemos vivido»

CULTURA

El narrador Eduardo Sacheri, en su casa de Castelar, en la provincia de Buenos Aires
El narrador Eduardo Sacheri, en su casa de Castelar, en la provincia de Buenos Aires Fabián Mattiazzi | EFE

El autor de novelas llevadas al cine con gran éxito, como «El secreto de sus ojos» o «La odisea de los giles», publica nuevo libro: «Lo mucho que te amé»

07 mar 2020 . Actualizado a las 18:29 h.

La película El secreto de sus ojos, dirigida por Juan José Campanella, dio un vuelco a su vida cuando esta adaptación de su novela obtuvo el Óscar a la mejor película extranjera. Eduardo Sacheri (Buenos Aires, 1967), que entonces tenía 42 años, no había salido nunca de Argentina. «Fui con mi mujer a los premios Goya y a las dos semanas a EE.UU. a los Óscar, el éxito de la película permitió que mi novela empezara a viajar y yo con ella, le dio a mi carrera una dimensión internacional», explica. Con La noche de la Usina ganó el premio Alfaguara. Y su versión cinematográfica, La odisea de los giles, logró el pasado enero el Goya a la mejor película iberoamericana. Ahora publica Lo mucho que te amé, una novela en la que cambia totalmente de registro. Pese a su éxito como escritor, sigue dando clases de Historia. Este miércoles, 4 de marzo, a las 20 horas, presenta el libro en la Fundación Luis Seoane de A Coruña, dentro del ciclo Somos o que lemos.

-¿Por qué decidió ponerse en la piel de una mujer, Ofelia, que relata su historia de amor con dos hombres, su marido y su cuñado, en el Buenos Aires de los 50 y 60?

-Creo que era más interesante, porque las mujeres padecían más la condena social, la sanción moral se cebaba especialmente con ellas. Siempre tuve claro que Ofelia era mi personaje, pero no me animé de entrada a emplear la primera persona, estuve muchos meses escribiendo en tercera persona. En algún momento me pasó lo que felizmente pasa cuando llevas mucho tiempo escribiendo sobre un personaje, que uno se metamorfosea en él, es el momento más feliz y liberador de la escritura. Me encantó ser Ofelia.

-El sentimiento de culpa está muy presente en Ofelia...

-Me interesaba navegar en la tensión entre la libertad, el deseo y la culpa. La culpa como freno a lo que deseamos. En cualquier ámbito de la vida, dar rienda suelta a nuestro deseo puede dañar a quienes queremos. Es algo que no solo le pasa a Ofelia en 1952, sino a cualquiera también en el 2020.

-Sitúa la novela en los años 50 y 60. ¿Quería huir de la actualidad?

-Cada época enfrenta a los seres humanos con una moral, unos mandatos, unos deseos, unas rupturas y tenía ganas de indagar en ese conflicto casi existencial y quitarlo de nuestra época. Era un modo de pensar en abstracto, de ver que nosotros nos hemos librado de algunos condicionantes pero cargamos con otros.

-«¿Me tengo que aguantar la infelicidad?», pregunta Ofelia a su hermana. «¿Y qué otra cosa te pensás que es vivir, Ofelia?», le responde su hermana Mabel. Este intercambio es muy significativo de lo que es la novela.

-Creo que vivimos constatando lo efímero de la felicidad. Nos cuesta advertir que cualquier elección y cualquier conquista implica renuncias, sacrificios, postergaciones y vidas que no hemos de vivir. Nuestra vida es más infelicidades y renuncias que logros y consecuciones.

-En la novela hay muchas preguntas sin respuesta que se hace la protagonista. ¿Por qué?

-Tal vez es mi manera de pensar y se la he contagiado a Ofelia. Pensar es sobre todo preguntarse, no responderse. Como lector me fastidia cuando me llenan de respuestas, me parece que es de una solemnidad, de una ampulosidad, de una soberbia inadecuadas. Por supuesto que necesitamos respuestas, pero sobre todo preguntas. Y tenemos que saber que nuestras respuestas son las de hoy, quién sabe qué nos responderemos mañana. Los fanáticos son personas ciegas a la evidencia de que las respuestas de mañana van a cambiar y que si pretendemos vivir como si lo de hoy fuera eterno vamos a hacer mucho daño a las demás personas y a nosotros.

-¿Qué supone para usted la literatura y escribir?

-La primera palabra que me viene cuando pienso en leer es placer, que puede ser complejo, incluir el dolor e incluso la introspección, pero sobre todo vivir otras vidas. Uno vive tantas vidas como libros ha leído. La escritura para mí es darle una vuelta más a esa tuerca. Los que escribimos hemos decidido desarmar el juguete que amamos para ver cómo funciona y armar nuestro propio juguete, suponiendo que en ese proceso recrearemos mejor la experiencia del juego.

-Las adaptaciones al cine de sus novelas han sido muy exitosas.

-Me gustó mucho que me dejaran participar mano a mano en la escritura del guion. Además, han sido proyectos ambiciosos en cuanto a la envergadura de la producción y el elenco de actores. Eso en el cine importa mucho, la novela se defiende sola.

-¿Qué diferencias hay entre cine y novela?

-Son experiencias estéticas distintas, el cine tiene la condensación de intensidad, en dos horas se juega todo, mientras que la lectura te da una dimensión de morosa intimidad que es insuperable.

«Maradona representa mejor al argentino que Messi»

Eduardo Sacheri ha publicado numerosos cuentos sobre fútbol y tuvo una columna en el desaparecida revista El Gráfico.

-¿Messi o Maradona?

-Creo que entre los grandes jugadores, en realidad en cualquier ámbito de la vida, hay gente que crece con independencia de su entorno o incluso mejora cuanto peor es. Y hay otra gente que crece en un entorno favorable. Messi pertenece a esta última clase de jugadores. No es ni mejor ni peor, no me parece un demérito, pero cuando el entorno no lo ayuda su rendimiento baja. Messi se sube a la sinfonía de sus compañeros y genera una música inolvidable, pero si estos desafinan no puede tocar solo. Maradona es de la primera clase de jugadores. Es más argentino, porque como los argentinos desafinamos siempre nos encanta uno que pueda sobreponerse a nuestra cacofonía.

-No me ha respondido.

-Es la eterna pregunta a la que me resisto. No puedo responder quién es mejor. He disfrutado mucho con los dos. Pero Maradona representa mejor al argentino típico y a los valores que le gustan, un personaje polémico, anárquico, irreverente, con tendencia al escándalo, frente a alguien de perfil bajo, ordenado, de vida pública lo justo. En una ocasión dije que si Messi no gana el Mundial se convertirá en un personaje literario, porque la literatura tiene más que ver con lo que falta, con la ausencia, el deseo, el objeto inaccesible.

-En la novela los personajes no discuten de fútbol, sino de política, en torno al peronismo. ¿Siguen haciéndolo todavía?

-Nuestras discusiones de hoy son kirchnerismo sí o no, pero el kirchnerismo es una forma de peronismo. En el fondo, seguimos discutiendo de las cosas que se discutían en la época del peronismo, que representa un determinado modo de vivir la política, la ley, la convivencia, la expresión. Seguimos discutiendo desde antagonismos parecidos.